Padre, en esta noche oscura que atraviesa España, yo doy gracias a Dios por el amor. En todas sus manifestaciones. El amor es natura. Que Dios nos bendiga a todos y nos ayude a que sea el amor y no el odio el que arraigue en nuestros corazones.— Macarena Olona (@Macarena_Olona) May 28, 2020
Como puede comprobarse, esta señora no solo se permite replicar a un sacerdote que expone de manera exacta y concisa por qué la Iglesia no puede bendecir las uniones contranatura, sino que además completa la grosería con una asquerosa blasfemia, dando las gracias a Dios por los actos sodomíticos.
La sodomía o concúbito entre personas del mismo sexo, lejos de ser una muestra de «amor», constituye un crimen abominable[1] que, como nos enseñan las Sagradas Escrituras y el catecismo católico[2], «clama al cielo». Por su extrema gravedad, este pecado es equiparable al homicidio voluntario, a la opresión de huérfanos y viudas y a la negación del jornal debido al trabajador. No por falta de caridad, sino para disuadir a los fieles de caer en este mal, en el Código de Derecho Canónico de 1917 (vigente hasta 1983), el conocido como «pecado nefando» acarreaba a quien lo cometía la infamia, la privación de los sacramentos y otras posibles penas canónicas.
Nunca hemos esperado gran cosa del conservadurismo liberal en el que milita esta señora, pero no deja uno de asombrarse de que puedan darse muestras de tal grado de iniquidad en las presentes circunstancias. Téngase presente que Vox llegó a obtener representación parlamentaria apelando al hartazgo de muchos españoles del dominio cultural y social de la izquierda.
A diferencia de otros, los tradicionalistas seguiremos defendiendo la ley natural, las buenas costumbres y los preceptos de nuestra santa religión contra aquellos que quieren convertirnos en salvajes (última consecuencia del liberalismo) y educar a nuestros hijos en la perversión.
[1] Es preciso aclarar que, con independencia de la legalidad vigente en España, todo pecado grave es un «crimen» contra la Ley de Dios, como nos enseña el diccionario.
[2] Incluido el llamado Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1867; catecismo que, por lo demás, no recomendamos y cuyo nombre nos parece muy desacertado, pues los anteriores, que, por su claridad, preferimos, también son de la Iglesia Católica y siguen teniendo plena vigencia.