viernes, 10 de febrero de 2023

D. Vicente Casanova y Marzol: de soldado carlista a Arzobispo de Granada y Cardenal

Gracias a un correligionario y amigo, hemos sido conocedores de una maravillosa anécdota. Resulta que nada más y nada menos que el Excmo. Sr. D. Vicente Casanova y Marzol, cardenal y arzobispo de Granada en la década de 1920, fue uno de los voluntarios de Carlos VII en la tercera guerra carlista. 

Ahora entendemos mejor que El Siglo Futuro, el diario que fuese ariete de la España católica durante más de medio siglo, contara a este príncipe de la Iglesia entre sus más estrechos amigos y colaboradores...

Curiosamente, la anécdota proviene de un liberal, el granadino (de Albuñol) Natalio Rivas Santiago. Aunque quizá no deba sorprender tanto si se tiene en cuenta que Rivas era amigo de Juan Vázquez de Mella y —según dijo él mismo— le unía a los carlistas «la fe religiosa y el amor a España». He aquí el relato.

Vicente Casanova y Marzol (1854-1930),
Arzobispo de Granada y Cardenal.

De soldado, a Cardenal

Hace muchos años —debió de ser hacia 1904, si la memoria no me es infiel—, en tiempos que me reunía yo a diario, en íntima relación, con el insigne e inolvidable Vázquez Mella, conocí en su casa de la calle de Valverde, 21, a un antiguo capitán carlista, llamado Fernando Galetti, que en la última guerra civil mandó un escuadrón de Caballería de voluntarios de Aragón. 

Su porte distinguido, su aire caballeresco, su sincera honradez y, sobre todo, su singular consecuencia, conquistaron mi simpatía desde el primer momento. Era un ejemplar humano, troquelado en el más puro y auténtico cuño del viejo tradicionalismo español, y representación genuina de los que yo, que nunca fui carlista, he nombrado siempre "caballeros del ideal". Nació tradicionalista y lo fue, sin desmayos ni dudas, hasta su muerte. 

En plena juventud abandonó su casa y se alistó bajo la bandera tradicional —que había de ser su sudario—, al comenzar la última contienda civil en 1872. Terminada la lucha en 1876, cesó como capitán de Caballería en las huestes de Carlos VII, y cuando, desde Cabrera abajo, fueron muchos los combatientes que reconocieron la restauración de la Monarquía, en la persona de Alfonso XII, él pasó la frontera, en compañía de los que no quisieron aceptar el nuevo régimen político. 

De un lado tenía francas las puertas de un porvenir asegurado y próspero, que le brindaba el tranquilo bienestar y el ascenso a las más elevadas jerarquías castrenses; y de otro, la emigración con todas sus amarguras, privaciones e incertidumbres y la cerrazón del horizonte, que sólo mostraba sombras. Y optó, valiente y decidido, por la peregrinación a través de un desierto sin oasis posible, cuyo fin no alcanzaba a ver, dispuesto a sacrificarse por un ideal cuya tierra de promisión contemplaba tan lejana, que estaba persuadido de que en su vida probable, por mucho que Dios la prolongara, no alcanzaría a disfrutarla.

En el extranjero, primero en Francia y después en Bélgica trabajó, con tenacísima voluntad, en negocios mercantiles, logrando adquirir medios decorosos de mantenimiento, que le permitieron normalizar su existencia. Contrajo matrimonio con una dama belga, constituyendo un hogar cristiano y honrado, a cuya sombra creó una familia, educada en el ejemplo de sus padres, que fue modelo de laboriosidad y honradez. 

Pasaron los años; crecieron sus hijos, que a su vez formaron nuevos hogares enlazándose con personas del país, y cuando ya los veía ventajosamente acomodados, y pensaba terminar sus días en apacible tranquilidad, falleció su esposa, dejándole en inconsolable aislamiento. 

Hacía largo tiempo que la frontera española estaba abierta, en virtud de amnistía, para los emigrados carlistas, y buscando el calor de la patria como lenitivo a la triste soledad en que le sumiera su desgracia, Galetti regresó a España y se aposentó en Huécija, pueblo de la provincia de Almería, donde había nacido, y se dedicó a cuidar del modesto patrimonio heredado de sus padres, que durante su dilatado exilio había confiado a manos mercenarias. 

Siempre que lo permitían las labores de su hacienda, pasaba temporadas en Madrid y diariamente concurría a casa de Vázquez Mella, al que tributaba verdadera adoración. De aquellas amenas reuniones, acaso sea yo el único superviviente. El padre Bocos, párroco de San Pedro; el inteligentísimo canónigo de Lérida mosén Antonio Salas; Alvaro Maldonado, y tantos otros que borró la muerte, formábamos la tertulia del elecuentísimo tribuno, Allí, como he dicho, tuve la fortuna de conocer a Fernando Galetti.

Poco tuvimos que tratarnos para contraer una sincera y leal amistad. Yo liberal y él tradicionalista, nos entendíamos perfectamente. Nos ligaba la fe religiosa y el amor a España, que son los vínculos más fuertes que pueden enlazar a dos personas. Contaba él más de cincuenta años de edad; yo no llegaba a los cuarenta, y, sin embargo, nuestra fraternidad era absoluta.

Me producía admiración que aquel hombre, que veía con frecuencia a antiguos compañeros suyos, que por haber acatado el nuevo régimen lucían los entorchados de general, no albergara en su espíritu el más remoto arrepentimiento de su firme y consecuente conducta. Creía, como un iluminado, en el futuro triunfo de la causa tradicionalista, y aunque estaba convencido de que él no gozaría de los beneficios de la victoria, porque la veía muy lejana, su alma alentaba, consolada con saber que llegaría la realización del sueño que fue objetivo de toda su vida. 

Transcurrieron algunos años, durante los cuales nuestra amistad no se eclipsó ni un solo instante, y por razones que no importa consignar, tenía yo que pasar frecuentes temporadas en Almería. Tan pronto como se enteraba de mi estancia en la ciudad mediterránea, abandonaba su tranquila residencia rural y me acompañaba varios días. Ya estaba viejo; rebasaba los setenta años y presentía que su muerte estaba próxima. Pero la esperaba con la resignación del justo. 

Era, a la sazón, Cardenal Arzobispo de Granada don Vicente Casanova, respetable y virtuoso prelado, que disfrutaba de grandes y merecidos respetos. 

En una de nuestras íntimas charlas, me dijo éstas o parecidas palabras: 

«El actual Arzobispo de Granada es un íntimo y fraternal amigo mío. Quiero confiarle, con la debida reserva, que, hasta que terminó la guerra civil, fue uno de los tenientes del escuadrón que yo mandaba. Cuando se incorporó a nuestro Ejército era un joven de dieciocho años, y combatió durante toda la contienda con admirable heroísmo. Concluida que fué, yo marché al extranjero y él se acogió a la amnistía, pero no para aprovechar los beneficios que otros lograron, sino para abrazar la carrera eclesiástica, en la cual, usted ve, sus virtudes y su talento le han elevado a la más alta dignidad. Sospecho que el tiempo, que todo lo desgasta, ha borrado ese episodio de su vida, y que en tierras andaluzas es posible que no haya nadie que le conozca. El Cardenal, seguramente creerá que yo he muerto. He pensado varias veces visitarle, porque le quiero mucho, pero temo, si le veo, que él crea que por darme tono vaya a divulgar que fue un guerrillero; y aunque ello no menoscabaría su decoro, quiero evitarle esa contrariedad. ¿Le parece a usted que hago bien?» 
«No —le contesté—; no debe usted abrigar ese temor. Al Cardenal le sobra talento para comprender que en nada puede empañar su buena fama el que, siendo seglar, luchara con las armas en favor de la causa tradicionalista; pero si conociendo la maldad humana, temiera que injustamente le censurasen por ello, él le conoce a usted y sabe que la caballerosidad de que siempre ha dado usted muestra, corre parejas con la discreción a que está obligado.» 

El ascendiente moral que yo ejercía sobre él; la lógica que apoyaba mis razonamientos, y yo creo que más que nada el ansia que le acuciaba de abrazar a su antiguo compañero, le decidió a emprender el viaje a Granada. 

Cuando regresó de su excursión fue a verme, para referirme la entrevista. Su semblante reflejaba alegría y contento. 

«Llegué —me dijo— al Palacio Arzobispal, sintiendo algún temor. Rogué al familiar que estaba de guardia que entregara a Su Eminencia mi tarjeta, y a los pocos momentos fui recibido. No puedo negarle a usted, que la más profunda emoción conturbaba mi ánimo, pero ésta se tornó en agradabilísima sorpresa, cuando contemplé al venerable Príncipe de la Iglesia de pie en el centro del despacho, en actitud respetuosa, que, llevando su mano a la sien, me saludaba militarmente, añadiendo: «A la orden, mi capitán.» Nos abrazamos derramando lágrimas. «¡ Fernando!» «¡Vicente!», fueron nuestras primeras palabras. La conversación fue larguísima y cordial, rayana en la ternura. 

«Gracias a Dios —me decía— que ha tenido la misericordia de conservarnos. Yo te creía muerto, y en esa suposición he rogado mucho por tu alma. Cuéntame tu vida. Yo también te relataré la mía.» 

Y ambos referimos nuestras andanzas, satisfechos de haber cumplido con los deberes que Dios nos impuso. Quedamos en que repetiría mi visita y, al despedirnos, le manifesté que no revelaría a nadie lo sucedido en tiempos pasados, salvo a un íntimo amigo —pensaba en usted, aunque no menté su nombre—, en cuya reserva confiaba. 

«Te conozco bien, me respondió, y no lo habrás dudado cuando has visto que no te ha recibido el Cardenal, sino el compañero que compartió contigo y a tus órdenes todas las glorias y reveses de la campaña.» 

Yo a nadie hice partícipe de aquella confianza. Después de fallecido el Cardenal, que me honró con su amistad, y con el que jamás me di por enterado, lo conté a algunas personas, y hoy por primera vez lo hago público, porque relatarlo honra la memoria de aquellos dos hombres ejemplares.


Fuente: Rivas Santiago, Natalio (1943). Anécdotas y narraciones de antaño. Editorial Juventud. págs. 111-115.

miércoles, 4 de enero de 2023

El periódico carlista La Esperanza, visto por un liberal-demócrata sincero en 1857

En su «revista de la prensa política española» (1857), el periodista granadino José de Castro y Serrano, no podía dejar de hablar de La Esperanza, el primer diario político carlista que existió (con la salvedad de las gacetas de guerra), que por aquel entonces era uno de los más populares y leídos de toda España.  

Sorprende en su descripción la ristra de elogios que dedicó a este periódico, punta de lanza del carlismo, en la revista liberal La América, de tendencia democrática (como se conocía por entonces al ala más izquierda del partido progresista). Y es que el genio del director de La Esperanza, don Pedro de la Hoz, obligaba a todo el que leía sus artículos de primera plana a inclinarse ante su sabiduría, ilustración, sensatez y patriotismo, cualesquiera que fuesen sus ideas. Castro y Serrano decía así:

Pedro de la Hoz
(1800-1865)

La Esperanza (...) ha sido y es en España mas que un diario; ha sido el núcleo y es la organizacion misma del partido monárquico puro; ha sido el catecismo y hoy es el código del mando absolutista. Sin La Esperanza no habria hoy entre nosotros mas que partido despótico, y sabida es la pobre significacion que en nuestros jóvenes oídos tiene ya esa palabra: con La Esperanza hay hoy en España verdadero y temible partido absolutista. Tambien este prodigio es obra de un solo hombre: tales serán su constancia y su talento. 

Un dia, cuando vencidos los carlistas en el campo de Vergara por la política y por las armas; cuando vencedor el bando liberal por la idea y por los hechos con la aquiescencia implícita de los gobiernos despóticos de Europa, se veia desfallecer al partido absolutista aplanado con tantas catástrofes, ese dia, decimos, apareció La Esperanza en el campo del periodismo español, para infundir con su solo nombre aliento entre las huestes dispersas, y para tomar de la tienda de sus propios enemigos, armas con que batirles y disputarles su victoria. 

El título y la ocasion elegida por el hombre no podian ser mas oportunos; y en efecto, desde ese día data la voz propagandista que sin perdonar momento, ni perder coyuntura por exigua que pareciese, resuena en los oidos del bando monárquico, anunciándoles para mañana la hora del triunfo; desde ese dia data la acusación perpetua que se ha lanzado sobre el partido liberal sin hacer otra cosa que poner de relieve la parte viciosa у absurda de su sistema; desde ese dia ha tenido el pais un catecismo abierto que á la vez que enseñaba la doctrina del sistema antiguo, modificaba y suavizaba ese mismo sistema á tenor de los adelantos civilizadores del siglo; desde ese dia, por último, se ha tenido públicamente entre nosotros una cátedra de despotismo ilustrado. Y ese si que producia un daño verdadero á las ideas liberales, que no los periódicos estúpidos cuya tarea estaba circunscrita á lamentarse de la abolicion del santo tribunal; pues esos periódicos solo corrian en manos de quienes se contentaban con ver escrito lo que ya habian pensado y lo que no habian querido dejar de pensar; pero papeles como La Esperanza, que comprenden y aceptan los adelantos de la civilización, que prometen equidad y justicia, orden y sosiego, desahogo y vida en contraposicion á las convulsiones necesarias de toda reinstalación social, esos periódicos son los que encarnan la fé, los que mantienen la esperanza y los que hacen prosélitos hasta entre los descontentadizos del ejército contrario. 

Tal ha sido por espacio de diez y siete años la tarea constante del diario absolutista. Con gran lucidez de espresion, con envidiables dotes de ciencia y con formas tan intencionadas como decorosas, ha hecho partido de lo que era secta, ha hecho razón lo que era ignorancia, ha hecho posible lo que era quimérico y absurdo. Qué mas se le puede pedir á un hombre? ¿Qué mas se le puede pedir á un periódico? La Esperanza ha sido siempre y lo es en el dia un periódico valeroso; jamás ha dejado de contestar á nadie sea cualquiera el apuro en que se le haya puesto: ha sido y lo es hoy un periódico de inconcebible destreza; jamás ha tropezado en ninguno de los mil escollos que cada dia encontraba al paso. El mayor título de gloria que este diario puede esponer á la admiracion de su partido, es que vive aún, despues de haber atravesado solo y entre una turba de enemigos implacables, cerca de veinte años de revolucion contra sus ideas.

La Esperanza ha estado fuera de la ley desde su aparicion; ha defendido lo que en España no se podia defender; ha sembrado lo que estaba prohibido sembrar; ha rehabilitado memorias que nuestras leyes tenian proscritas; y á pesar de todo, hoy es el dia en que con mayores brios esgrime sus armas, sin haber tenido que borrar por fuerza una sola línea de las infinitas que sobre asuntos peligrosos ha publicado. 

No todos los hombres del partido absolutista aceptan, sin embargo, á La Esperanza por director y maestro, pues hay fanáticos ó necios que se figuran harto liberal y ocasionado á disgustos el sistema de gobierno que defiende; pero esos hombres que tan cándidamente creen posible y duradero el advenimiento de un orden de cosas mas oscuro todavia, debieran escuchar la voz de la gran masa de su partido que proclama al periódico como sustentador, organizador y fuerte áncora de su existencia. La Esperanza es el periódico español que se escribe con mas cuidado, y la empresa periodística mas importante de cuantas se han formado hasta ahora.


José de Castro y Serrano: La América (Madrid). 24/10/1857. Pág. 9

Categorías del blog

Tradicionalismo granadino (63) Tradicionalismo en nuestro tiempo (48) Carlistas de Granada (36) Comunión Tradicionalista durante el periodo alfonsino (28) Guerra Civil Española (26) Comunión Tradicionalista durante la Segunda República (25) Requetés (24) Cruzada de Liberación (21) Comunión Tradicionalista durante el gobierno de Franco (20) Tercera guerra carlista (20) Historia del carlismo (16) Mártires de la Tradición (16) El Siglo Futuro (15) Prensa tradicionalista (15) S.A.R. Don Sixto (15) Poemas (14) Juan Vázquez de Mella (13) Doctrina carlista (12) Tercio de Requetés Isabel la Católica (12) Primera guerra carlista (10) Familia Real proscrita (9) General Carlos Calderón (8) La Verdad (8) Militares carlistas (8) Rafael Gambra (8) 18 de julio (7) Familia Borbón Parma (7) Familia Pérez de Herrasti (7) Guerra Civil en Granada (7) Guerra de la independencia (7) Carlos Cruz Rodríguez (6) Cofradía Nuestra Señora de los Dolores de Granada (6) Círculo Fal Conde (6) Guerra realista (6) Obispos íntegros (6) Toma de Granada (6) Tradicionalismo malagueño (6) Alzamiento Nacional (5) Carlos VII (5) Comunión Tradicionalista (5) Fascismo (5) Fiesta de Cristo Rey (5) José Luis Vázquez Dodero (5) Montejurra (5) Virgen de las Angustias (5) himnos tradicionalistas (5) Agrupación Escolar Tradicionalista (4) Arzobispos de Granada (4) Carlismo en Andalucía (4) Carlistas célebres (4) El Correo Español (4) Francisco Guerrero Vílchez (4) Juan Marín del Campo (4) Manuel Fal Conde (4) Miguel Ayuso (4) Agencia FARO (3) Benito Mussolini (3) Boletín Fal Conde (3) Carlistas de Almería (3) Carlos Hugo de Borbón Parma (3) Crímenes liberales (3) Dios Patria y Rey (3) ETA (3) Fabio (3) Francisco José Fernández de la Cigoña (3) Gabino Tejado (3) General No importa (3) Historia de España (3) Jaime III (3) Javier de Borbón Parma (3) José Miguel Gambra (3) Juan Bertos Ruiz (3) Julio Muñoz Chápuli (3) Liturgia católica (3) Partido Integrista (3) Partido carlista (3) Periodistas carlistas (3) Sixto Enrique de Borbón (3) Víctimas de ETA (3) Víctimas del terrorismo (3) Andrés Manjón (2) Balbino Rubio Robla (2) Carlismo en Hispanoamérica (2) Carlistas de Málaga (2) Catecismo católico (2) Cofradía Nuestro Padre Jesús del Rescate (2) Conde de Rodezno (2) Contra-revolución (2) Corpus Christi en Granada (2) Cristóbal Colón (2) Descubrimiento de América (2) Día de la Hispanidad (2) El Catolicismo liberal (2) Emilio Ruiz Muñoz (2) Estado y Nación (2) Francisco Elías de Tejada (2) Francisco de Paula Oller (2) G. K. Chesterton (2) General Sanjurjo (2) Gran Capitán (2) Integristas de Granada (2) Jaimismo (2) José Gras y Granollers (2) José María Lamamié de Clairac (2) José Sanjurjo (2) Juan Creus y Manso (2) Juan Manuel de Prada (2) La Esperanza (2) León XIII (2) Liberalismo (2) Literatura (2) Maestrantes de Granada (2) Manuel María Fernández de Prada (2) Manuel Senante (2) Marqués de Villores (2) Masonería (2) Melchor Ferrer Dalmau (2) Monarquía tradicional (2) Nación española (2) Revista Cristiandad (2) Reyes Católicos (2) San Fernando (2) Siglo de Oro español (2) Tradicionalismo francés (2) Una resistencia olvidada. Tradicionalistas mártires del terrorismo (2) A los 175 años del Carlismo (1) Abadía del Sacromonte (1) Abrazo de Vergara (1) Academia y Corte de Cristo (1) Acción Católica (1) Adolf Hitler (1) Al-Andalus (1) Alejandro Utrilla (1) Alphonse Kannengieser (1) Andrés Pérez de Herrasti y Pulgar (1) Antonio Aparisi y Guijarro (1) Antonio Blanes Zayas (1) Antonio Iturmendi (1) Antonio Molle Lazo (1) Antonio Pérez Dubrull (1) Asociación Víctimas del Terrorismo (1) Balbino Santos Olivera (1) Bandera de Andalucía (1) Batalla de Lepanto (1) Batalla de Montejurra (1) Batalla de Somorrostro (1) Biblioteca Popular Carlista (1) Cantos a España (1) Cardenal Cisneros (1) Carlismo (1) Carlismo en Granadam¡ (1) Carlismo en Jaén (1) Carlismo en Navarra (1) Carlistas de Córdoba (1) Catolicismo liberal (1) Cayetano de Borbón Parma (1) Cerro Muriano (1) Chafarote (1) Cien Mil Hijos de San Luis (1) Club de tertulia Secondo Venerdi (1) Comunismo (1) Comunión Tradicionalista Carlista (1) Conde de Arana (1) Conde de Padul (1) Conrado Reiss (1) Conservadurismo liberal (1) Coronavirus (1) Coronel Longo (1) Cruzadas (1) Crímenes comunistas (1) Crímenes nazis (1) Dalmacio Iglesias (1) Devociones (1) Dinastía carlista (1) Dinastía usurpadora (1) Dionisio Bolívar (1) Don Quijote de la Mancha (1) Dos de mayo (1) Edad Media (1) Editorial Católica Española S. A. (1) Editorial Tradicionalista (1) Eduardo Baselga Recarte (1) El Cruzado Español (1) El Pensamiento Navarro (1) Emigración carlista (1) Emilia Pardo Bazán (1) Emilio Barrera Luyando (1) Engelbert Dollfuss (1) Enrique VIII de Inglaterra (1) Eoin O'Duffy (1) Erasmo de Rotterdam (1) Expulsión de los moriscos (1) Felipe VI (1) Fernando III el Santo (1) Francisco Javier Mier y Campillo (1) Francisco Javier Simonet (1) Francisco Navarro Villoslada (1) Francisco Suárez (1) François Hotman (1) Fraternidad de San Josafat (1) Fray Leopoldo de Alpandeire (1) Fray Luis de Granada (1) Friedrich Engels (1) Fructuoso Pérez (1) Fueros (1) Félix Sardá y Salvany (1) General Barrera (1) General Elío (1) Generales carlistas (1) Guerra de Ucrania (1) Hermandad Sacerdotal San Pío X (1) Hijas de Cristo Rey (1) Historia de Andalucía (1) Historia del Tradicionalismo Español (1) Historia del liberalismo (1) Homilías (1) Ignacio Baleztena Ascárate (1) Isabel II (1) Isabel la Católica (1) Isidoro Pérez de Herrasti y Pérez de Herrasti (1) Jaime Balmes (1) Jaime de Carlos Gómez-Rodulfo (1) Javier de Quinto (1) Jean-Jacques Rousseau (1) Jesuitas (1) Jesús Evaristo Casariego (1) Joaquín Ímaz Martínez (1) Josefismo (1) Josep Carles Clemente (1) José Carlos Clemente (1) José Luis Zamanillo (1) José Manuel Baena Martín (1) José María Arauz de Robles (1) José María Ruano (1) José María Valiente (1) José María de Arévalo (1) José María de Pereda (1) José Meseguer y Costa (1) José Millán Astray (1) José Moreno Mazón (1) José de Castro y Serrano (1) Juan Antonio Ansaldo (1) Juan Calvino (1) Juan Donoso Cortés (1) Juan José Vivas-Pérez (1) Juan María Roma (1) Juan Sáenz-Díez (1) Judaísmo (1) Judíos y católicos en Austria-Hungría (1) Julio Nombela (1) Karl Marx (1) La Hormiga de Oro (1) Legión Española (1) Leonardo Castellani (1) Leopoldo Eguilaz Yanguas (1) Lorenzo Ros (1) Lorenzo Sáenz y Fernández Cortina (1) Los últimos de Filipinas (1) Macarena Olona (1) Maite Araluce Letamendia (1) Manifiesto de los Persas (1) Manuel Fernández de Prada (1) Manuel Polo y Peyrolón (1) Manuel Sola Rodríguez-Bolívar (1) Marcelino Menéndez Pelayo (1) Marián Vayreda (1) Marqués de las Torres de Orán (1) Martin Luther (1) Martín Lutero (1) María del Pilar Bertos Herrera (1) Mauricio de Sivatte (1) Miguel de Cervantes (1) Misa tradicional (1) Misa tridentina (1) Montejurra 76 (1) Mozárabes (1) Muertos por Dios y por España (1) Mártires de La Garrofa (1) Médicos de Granada (1) Natalio Rivas Santiago (1) Navidad (1) Nos que valemos tanto como vos y todos juntos más que vos (1) Obispos de Almería (1) Oliveira Salazar (1) Oswald Mosley (1) Padre Manjón (1) Papa Pío XII (1) Pedro Calderón de la Barca (1) Pedro Sánchez Eguzquiza (1) Pensadores tradicionalistas (1) Periodista José Fernández Martínez (1) Periódico El Triunfo (1) Programa tradicionalista (1) Protestantes (1) Protestantismo (1) Príncipe heroico y soldados leales (1) Quintillo (1) Ramón María del Valle-Inclán (1) Ramón Nocedal (1) Rebelión de las Alpujarras (1) Reforma protestante (1) Revista Montejurra (1) Revolución francesa (1) Reyes de Aragón (1) Reynaldo Brea (1) Rufino Peinado (1) Salvador Morales Marcén (1) San Agustín (1) San José (1) San José de Calasanz (1) San Pío X (1) Sanfermines (1) Santiago Apóstol (1) Sebastian Brunner (1) Separatismo (1) Sitio de Ciudad Rodrigo (1) Sodomía (1) Sucesos de Montejurra (1) Sylvia Baleztena Abarrategui (1) Terciarios franciscanos (1) Tercio Nuestra Señora de la Merced (1) Tercio de Navarra (1) Tercio de Requetés Nuestra Señora de las Angustias (1) Tirso de Olazábal (1) Tolkien (1) Tomás Domínguez Arévalo (1) Ulrich Zwingli (1) Ulrico Zuinglio (1) Unidad católica (1) Vicente Casanova y Marzol (1) Viena (1) Vox (1) Wiener Kirchenzeitung (1) mal menor (1) marxismo (1) piloto Lacombe (1) reseñas de libros (1) Ángel David Martín Rubio (1) Ángel Ganivet (1) Órgiva (1)