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jueves, 10 de abril de 2014

El General Guergué

Modelo de caballeros legitimistas y hombre de honor ante todo, el General Guergué supo sellar con su vida el compromiso inconmovible de lealtad a la Causa de la Legitimidad, víctima de los aleves manejos del traidor Maroto.

Juan Antonio Guergé y Yaniz según retrato conservado en el Puy de Estella.
Don Juan Antonio de Guergué y Yániz, miembro de una ilustre familia de infanzones navarros, nació en Aguilar de Codés (Navarra), el 26 de junio de 1789. Su nombre habría de estar vinculado también a la población navarra de Legaria, y a su palacio de cabo de armería, pues el 12 de agosto de 1827 contrae allí matrimonio con doña Francisca de Paula Hita y Murilles, hija de don Alejandro Hita, el palaciano de Legaria. Allí viviría durante los años de paz, y al quedar viudo, contrajo segundas nupcias con la hermana de su primera esposa, doña Ramona Hita.

Ingresó como cadete en el Ejército en 1809, participó en la Guerra de la Independencia y se distinguió, en 1810, en las acciones de Tarazona (Zaragoza) y Arnedillo (Rioja). Hizo la campaña realista en 1822, como teniente, y ocupó Estella el 14 de octubre de ese año. Ascendido a coronel, entró en las filas carlistas en 1833 a las órdenes de Zumalacárregui.

En agosto de 1835 ascendió a brigadier y se le confió el mando de una expedición que, con el Batallón de Guías de Navarra, habría de recorrer el Alto Aragón y Cataluña. Es la famosa Expedición de Guergué. La poesía popular habría de inmortalizar la figura legendaria del general carlista galopando hacia Huesca.
El General Guergué,
cuando fue a la guerra,
montado en su corcel
hace temblar la tierra
De boina airosa, él
saluda a su bandera;
de boina roja, él
saluda en su corcel.
Las fuerzas expedicionarias las constituían inicialmente 2.433 voluntarios, más los jefes y oficiales y el Escuadrón de Caballería de la Legitimidad, mandado por el aragonés don Miguel Lordán. Desde Navarra penetró Guergué en Aragón el 8 de agosto de 1835 y, tras interceptar en la Jacetania al correo de Francia, con comunicaciones diplomáticas del embajador cristino en París, Duque de Frías, se presentó ante los muros de Huesca el 16, recién acabadas las fiestas de San Lorenzo, hijo y patrono de Huesca, que se celebran solemnemente el 10 de agosto y días posteriores.

Entró la Expedición en la ciudad altoaragonesa sin hallar resistencia –la guarnición había huido a Barbastro– y fue solemnemente recibida por el Cabildo Catedralicio y el Ayuntamiento de Huesca en corporación, celebrándose una Misa de campaña en la plaza de la Catedral. Una de las primeras disposiciones de Guergué en la capital altoaragonesa fue la devolución de las alhajas eclesiásticas, que habían sido incautadas por una disposición del Gobierno; nombró Comandante General de la provincia al teniente coronel Alonso de Santocildes y publicó un bando de carácter conciliador, dando garantías de seguridad a los miembros de la Milicia Urbana que se entregaran y depusiesen las armas; en una proclama hacia un llamamiento a los aragoneses pidiendo que ingresaran voluntarios en las filas carlistas, al propio tiempo que denunciaba los crímenes cristinos de Zaragoza y Barcelona.

El 17 de agosto salía Guergué de Huesca, dejando a Santocildes de guarnición en la ciudad, que pronto habría de abandonar también ante la inminente llegada del brigadier Gurrea con fuerzas enemigas. Tampoco halló oposición Guergué para entrar en Barbastro, donde incluso logró reclutar un batallón de voluntarios. Prosiguió la expedición hacia Cataluña, topando en Roda de Isábena (Huesca) con una columna liberal procedente de Benasque, que fue completamente derrotada.

A finales de agosto la Expedición de Guergué entró en tierras catalanas y, tras diversas acciones, volvió al Alto Aragón el 22 de noviembre. Al cruzar el Cinca, dispersó Guergué a la caballería cristina y entró de nuevo en Barbastro. Continuó la marcha hacia Huesca, acompañado por el Obispo barbastrense, D. Jaime Fort y Puig, y en Angües tuvo un encuentro con la columna francesa del coronel Conrad, que fue dispersada. Sin entrar en la capital altoaragonesa, prosiguió su camino y llegó a Navarra a fines de noviembre, dando por finalizada la expedición.

Fusilamientos de Estella en 1839
Posteriormente, el General Maroto reduciría a prisión en Estella a Guergué, al no prestarse éste a las componendas que habrían de conducir a la traición de Vergara. En la ciudad navarra de Estella sería fusilado don Juan Antonio Guergué y Yániz junto con otros generales leales a Carlos V, por orden de Rafael Maroto, el 18 de febrero de 1839. Frente a las manipulaciones entreguistas, frente a las artimañas aleves y traidoras de Maroto, el ilustre General Guergué supo sellar su inquebrantable lealtad al Rey y a la Causa de la Legitimidad con su propia vida.

El Conde de Santa Waldeska
Boletín "Fal Conde". Granada. Abril de 1987