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viernes, 28 de septiembre de 2018

El brigadier carlista granadino Manuel Fernández de Prada, Marqués de las Torres de Orán

Nuestros lectores conocen sobradamente la historia del general carlista granadino Carlos Calderón y Vasco, que da nombre a nuestro círculo tradicionalista y a quien nos preciamos de haber sacado del olvido casi total en que se hallaba. Hoy recuperamos la memoria de otro gran militar granadino de la Santa Causa, que fue el último Jefe de la artillería carlista de Navarra y alcanzó, finalizada la Tercera guerra carlista, el grado de Brigadier.

Como en el caso de Calderón, nuestro biografiado de hoy permanecería leal a Carlos VII hasta el final de sus días. Hablamos de D. Manuel María Fernández de Prada y Pareja, III Marqués de las Torres de Orán (1834-1913).


Manuel Fernández de Prada y Pareja (Granada, 1833-1913),
ilustrísima personalidad granadina: fue teniente coronel,
coronel graduado, caballero de la Orden de Alcántara,
gentilhombre de Cámara, etc.
Fotografía proporcionada por Fernán Altuve-Febres.

Manuel María Fernández de Prada y Pareja nació en Granada y fue bautizado el 24 de julio de 1833 en la parroquia de San Justo y Pastor. Era el cuarto hijo del coronel de Caballería Jose Antonio Fernández de Prada Ruiz Canduela, natural de San Antonio de Larán (Perú), y de Maria Ana Pareja y Villarreal, I Marquesa de las Torres de Orán, natural de Medina-Sidonia.

Tomamos del libro de Reynaldo Brea Príncipe heroico y soldados leales (1912) los siguientes apuntes biográficos:

D. Manuel Fernández de Prada y Pareja nació en Granada el año 1834; á los diez y seis años de edad ingresó como Caballero Cadete del Real Cuerpo de Artillería en el Alcázar de Segovia, ascendió á Subteniente alumno en 1853; terminados los estudios reglamentarios fué promovido á Teniente del Cuerpo en 1855 y destinado al primer Regimiento á pie, de guarnición en Barcelona, en donde al año siguiente recibió el bautismo de fuego en las sangrientas jornadas de los días 19, 20 y 21 de Julio, por las cuales se le concedió el grado de Capitán.

En 1859 marchó á la guerra de África con el segundo Regimiento de Artillería Montada; batióse durante aquella gloriosa campaña en el paso del río Azmir y en las batallas de los Castillejos Guad-el- Jelú, Tetuán y Vad Ras, por las cuales obtuvo el grado de Comandante y la Cruz de la Real y Militar Orden de San Fernando.

D. Manuel M.ª Fernández de Prada y Pareja,
Marqués de las Torres de Orán (Granada, 1834-1913),
finalizada la guerra carlista, luciendo la faja de Brigadier.
Regresado á España, ingresó el señor Fernández de Prada en la Religiosa y Militar Orden de Alcántara y en la Real Maestranza de Caballería de Granada; ascendió á Capitán del Cuerpo en 1863; asistió á la batalla de Alcolea, por la que se le concedió el empleo de Comandante, y ganó los grados de Teniente Coronel y de Coronel peleando contra los republicanos de Sevilla, Cádiz y Málaga.

Al proclamarse la República en 1873, solicitó su licencia absoluta el señor Fernández de Prada, quien á principios de 1874 ingresó en el Ejército carlista del Norte con el empleo de Coronel; pero habiendo tenido la desgracia (á poco de entrar en campaña) de que el caballo que montaba le despidiese de la silla, los graves y crueles padecimientos que con motivo de esta caída sufrió por largo tiempo, le impidieron tomar parte en las operaciones militares hasta mediados de 1874, por cuya época tomó el mando de la 2.ª Batería Montada, á cuyo frente distinguióse en las acciones de Oteiza, Biurrun y Monte San Juan, ganando la Placa Roja del Mérito Militar.

En 1875 confirióse al Coronel Fernández de Prada el mando de la artillería de la División de Navarra; concurrió á la mayor parte de los hechos de armas que tuvieron lugar en dicha provincia; distinguióse en la línea del Carrascal (cuyo artillado dirigió) en el ataque de Viana, en el cañoneo de Pamplona, en la acción de Santa Bárbara de Mañeru (á fines de Enero de 1876) y en la retirada de Estella, emigrando, al fin, á Francia al concluirse la guerra, figurando entre los jefes que acompañaron hasta el último instante de la campaña á Don Carlos, cuyo augusto señor, poco antes de repasar la frontera, premió sus leales y distinguidos servicios con la faja de Brigadier.

En 1893 se expidió Real Carta de sucesión en el título de Marqués de las Torres de Orán á favor del Brigadier carlista D. Manuel Fernández de Prada, quien fué nombrado, hace ya muchos años, Teniente de Hermano Mayor de la Real Maestranza de Caballería de Granada.

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Hasta aquí la biografía redactada por el Barón de Artagan (Reynaldo de Brea). Según el peruano Fernán Altuve-Febres en su artículo Los Lores, Arróspide y Bryce del Perú y su parentesco con los Marqueses de las Torres de Orán, nuestro personaje marchó después de la guerra carlista al Perú y residió en la Hacienda de Larán, que pertenecía a su familia, donde en 1879 vería como unos negros amotinados de las fincas vecinas acababan a hachazos y machetazos con la vida de su hermano Antonio, quien había liberado a sus esclavos 24 años antes y era considerado como un patriarca por sus trabajadores negros, a quienes quería con idolatría. De Manuel diría el peruano Juan de Arona: 

Manuel [Fernández de] Prada, poco menos que transeúnte en la hacienda, fue dejado por muerto con tremendo machetazo en la frente que le infirió la torpe negrada. A este caballero lo había conocido, siendo yo muy niño en Granada, en España, en momentos de partir para la guerra de Africa.​

De acuerdo con Altuve-Febres, tras recuperarse de este infeliz suceso, Manuel Fernández de Prada llegó incluso a tomar nuevamente las armas y ayudó en la resistencia contra la invasión chilena durante la Guerra del Pacífico (1879-1884). Altuve-Febres afirma en su artículo que nuestro biografiado murió en el exilio en 1893. Esto último sabemos que no es cierto, pues nos consta que falleció en Granada en 1913, como podrá dar fe el cementerio de San José de nuestra ciudad, donde está enterrado.

De nuevo en España, en 1893 se le expidió Real Carta de sucesión en el título de Marqués de las Torres de Orán, que heredó de su hermano Antonio, asesinado en el Perú. Asimismo, fue nombrado Teniente de Hermano Mayor de la Real Maestranza de Caballería de Granada. Ese mismo año lideró en nuestra ciudad el movimiento electoral católico, tal como se menciona en la crónica del cuarto Congreso católico español.

El Marqués de las Torres de Orán falleció en Granada el 9 de agosto de 1913, según figura en la necrología que le dedicó el diario El Correo Español. Hasta el final de su vida mantuvo sus ideales tradicionalistas, y era suscriptor del dicho diario, órgano de la Comunión Tradicionalista.

Sepultura de Manuel María Fernández de Prada y Pareja en el
cementerio San José de Granada (panteón 21 del patio de la Ermita).

Casó con su sobrina Mariana Vasco y Fernández de Prada y fue padre de don Manuel Maria Fernandez de Prada y Vasco, maestrante de Granada y IV Marqués de las Torres de Orán.

Al estallar la Cruzada de Liberación en el verano de 1936, Manuel María Fernández de Prada y Vasco y tres de los siete hijos de éste, Antonio Jesús, José María (ambos abogados) y el menor, Francisco de Asís, que se encontraban en Madrid, fueron aprestados por los rojos por su sola filiación tradicionalista, siendo acusados de pertenecer al Requeté de la capital. El 19 de agosto de 1936, los detenidos, el padre y sus tres hijos murieron gloriosamente por Dios y por España, asesinados por las hordas revolucionarias.

Esta familia de tres generaciones de carlistas que lo dieron todo por la Santa Causa, sin apenas haber recibido reconocimiento por ello, merece nuestras oraciones y nuestro recuerdo.

martes, 25 de septiembre de 2018

El centenario del P. Francisco Suárez, gloria de Granada

El año pasado se cumplían cuatrocientos años de la muerte del Padre Francisco Suárez, insigne filósofo granadino de la Compañía de Jesús, cuyo centenario ha pasado prácticamente inadvertido, no solo en España, sino también en nuestra propia ciudad, para vergüenza de los granadinos y de todos los españoles. Sin embargo, el Doctor Eximius, el ilustre autor de la Defensa de la fe católica contra los errores de la iglesia anglicana (obra traducida del latín al castellano por primera vez por el diario tradicionalista El Siglo Futuro), el que perfeccionó la vasta teoría de San Agustín sobre la cristiana libertad (tan radicalmente opuesta al sentido que han querido darle los llamados liberales y más recientemente ciertos «libertarios» que pretenden tergiversar la figura de nuestro autor), sí recibió un merecido homenaje en nuestra patria chica con motivo de su III centenario. Así lo anunció en su día la revista católica y tradicionalista barcelonesa La Hormiga de Oro:


Francisco Suárez, S. J.
(Granada, 5 de enero 1548-Lisboa, 25 de septiembre 1617)


Informaciones gráficas de actualidad

La ciudad de Granada, la de los floridos soñados vergeles, cuyas bellezas y leyendas han sido cantadas por ilustres escritores e inspirados poetas, va a conmemorar con toda solemnidad la gloriosa fecha del III Centenario de la muerte de su insigne hijo el P. Francisco Suárez, ilustre varón gloria de la Compañía de Jesús. Todos los preparativos hacen presumir que las fiestas del Centenario del P. Suárez, que fué el maestro máximo de su adelantado siglo, serán un homenaje de la ciencia española al esclarecido hijo de Loyola; al sabio teólogo de Granada, que recibió del Sumo Pontífice Paulo V el honorable titulo de Doctor Eximius con que es conocido en las escuelas; que fué llamado gran lumbrera de la lglesia por el Papa Benedicto XIV, y docto en todo género de ciencia por Bossuet.

En la alegre hermosa ciudad, relicario de la Historia y del Arte, al pie mismo del contrafuerte sobre el que se eleva majestuosa la regia Alhambra, hay una casa de mediano aspecto, de otros tiempos y otra edad, en cuya fachada principal está grabada la siguiente inscripción:

Lápida que figura en la fachada de su casa natal.
«En esta casa nació el 5 de Enero de 1548, el Venerable P. Francisco Suárez, insigne comentarista de Aristóteles y Santo Tomás, filósofo de gran renombre, profundo teólogo, jurisconsulto distinguido, defensor tan elocuente de la fe católica, que mereció recibir de la Santa Sede el título de Doctor eminente, gloria de la Iglesia, lumbrera de la Compañía de Jesús, honor de España y uno de los más ilustres hijos de esta ciudad. El Excmo. Ayuntamiento de Granada dedica esta lápida conmemorativa a su más glorioso conciudadano. 1898.» 

Este fué el Doctor eximio que tuvo, por sus grandes talentos, el singular honor de que el Papa Gregorio XIII asistiera una de sus lecciones. Granada, pues, se apresta para solemnizar la gloriosa fecha como tributo merecido homenaje a la memoria de un sabio y un santo que allí vió la luz, celebrando un Congreso Internacional Católico, que promete ser, en todas sus partes, un acontecimiento.

La Hormiga de Oro (Barcelona, 22 de septiembre 1917)

El centenario del Padre Suárez en Granada:
El ministro de Instrucción Pública, Sr. Andrade, descubriendo
la lápida conmemorativa del sabio jesuita en la plaza de las Pasiegas
Fotografía de Manuel Torres Molina (ABC)

sábado, 1 de septiembre de 2018

La falsa cita de Karl Marx sobre el carlismo

Sobradamente conocidas son por todos los tradicionalistas las falsedades y tergiversaciones acerca de la doctrina e historia del carlismo que desde la década de 1970 vienen sosteniendo los integrantes del mal llamado "Partido Carlista" (hoy grupúsculo sin apenas relevancia, gracias a Dios). Desde las filas de la Comunión Tradicionalista, única agrupación que defiende íntegramente el pensamiento carlista bajo la bandera de la legitimidad dinástica que aún encarna, se ha estimado necesario poner de manifiesto tales mentiras más de una vez. No en vano, la misión de Carlos Hugo y los suyos no fue otra que la de desmovilizar las masas carlistas durante la Transición, impidiendo «que se consolidara en España una ultraderecha tradicionalista que hubiera sido un factor añadido de desestabilización de nuestra joven democracia», según reconocen abierta y desvergonzadamente estos falsos carlistas (que, realmente, como quinta columna, han sido quizá los peores enemigos que ha tenido el carlismo).

Karl Marx (1818-1883),
revolucionario burgués alemán que
jamás elogió el carlismo, movimiento
en las antípodas de su pensamiento
socialista y anticristiano, de raíz
cabalista.
En esta mendaz reinterpretación del carlismo, el corifeo carlohuguista José Carlos Clemente (actualmente Josep Carles Clemente), mostrando su nulo rigor historiográfico, ha divulgado durante décadas una cita falsa de Karl Marx en la que supuestamente el ideólogo comunista alemán habría elogiado el carlismo, afirmando que no era «un puro movimiento dinástico y regresivo», sino «un movimiento libre y popular en defensa de tradiciones mucho más liberales y regionalistas que el absorbente liberalismo oficial».​ La cita íntegra es la siguiente:

«El Carlismo no es un puro movimiento dinástico y regresivo, como se empeñaron en decir y mentir los bien pagados historiadores liberales. Es un movimiento libre y popular en defensa de tradiciones mucho más liberales y regionalistas que el absorbente liberalismo oficial, plagiado por papanatas que copiaban a la Revolución Francesa. Los carlistas defendían las mejores tradiciones jurídicas españolas, las de los Fueros y las Cortes legítimas que pisotearan el absolutismo centralista del Estado liberal. Representaban la patria grande como suma de las patrias locales, con sus peculiaridades y tradiciones propias. No existe ningún país en Europa, que no cuente con restos de antiguas poblaciones y formas populares que han sido atropelladas por el devenir de la Historia. Estos sectores son los que representan la contrarrevolución frente a la revolución que imponen las minorías dueñas del poder. En Francia fueron los bretones y en España, de un modo mucho más voluminoso y nacional, los defensores de Don Carlos. El tradicionalismo carlista tenía unas bases auténticamente populares y nacionales de campesinos, pequeños hidalgos y clero, en tanto que el liberalismo estaba encarnado en el militarismo, el capitalismo (las nuevas clases de comerciantes y agiotistas), la aristocracia latifundista y los intelectuales secularizados que en la mayoría de los casos pensaban con cabeza francesa o traducían —embrollando— de Alemania».

Además de Clemente en sus aburridos y repetitivos libros, María Teresa de Borbón Parma, Fermín Pérez-Nievas Borderas y otros militantes del mal llamado Partido Carlista, reproducirían también desde los años 70 una y otra vez este texto supuestamente marxista, a fin de justificar la metamorfosis ideológica que querían imponer al carlismo. Aunque en 2001 Miguel Izu demostró la falsedad de la cita (publicando nuevamente un extenso artículo al respecto en 2013), actualmente sigue siendo aludida por algunos ignorantes o malintencionados, e incluso la pseudoenciclopedia Auñamendi Eusko Entziklopedia la incluye a día de hoy en su entrada sobre Karl Marx.

Realmente la cita apócrifa en cuestión no es que diga nada en lo que no podamos estar de acuerdo los verdaderos carlistas: todo lo contrario. El problema es que Karl Marx jamás escribió tal cosa. Lo cierto es que, como demuestra Izu, la cita mezcla partes de un texto real de Friedrich Engels, publicado en 1849 en la Nueva Gaceta Renana,​ con las opiniones sobre el mismo del tradicionalista Jesús Evaristo Casariego, que fue quien lo tradujo al español y lo publicó en 1961 en el ABC, adjudicando erróneamente su autoría a Marx.​

La cita real de Engels, que en ningún momento teoriza sobre la naturaleza ni la doctrina del carlismo, sino que se limita a definir a los vascos seguidores de Don Carlos como «restos de una nación implacablemente pisoteada por la marcha de la historia», es la siguiente:

«No hay ningún país europeo que no posea en cualquier rincón una o varias ruinas de pueblos, residuos de una anterior población contenida y sojuzgada por la nación que más tarde se convirtió en portadora del desarrollo histórico. Esos restos de una nación implacablemente pisoteada por la marcha de la historia, como dice Hegel, esos desechos de pueblos, se convierten cada vez, y siguen siéndolo hasta su total exterminación o desnacionalización, en portadores fanáticos de la contrarrevolución, así como toda su existencia en general ya es una protesta contra una gran revolución histórica. Así pasó en Escocia con los gaélicos, soporte de los Estuardo desde 1640 hasta 1745. Así en Francia con los bretones, soporte de los Borbones desde 1792 hasta 1800. Así en España con los vascos, soporte de Don Carlos».

En realidad, como señalaba el propio artículo en ABC de Casariego (en este caso acertadamente), Marx no sentía ninguna simpatía por los contrarrevolucionarios realistas españoles —antecesores directos del carlismo— que aclamaron a Fernando VII en 1814 y 1823 (dos de las ocasiones en que el liberalismo ha sido derrotado con las armas en España), mereciendo ser considerados por Marx como «vil populacho» y «demagogia ignorante». En la doctrina elaborada por él, cualquier avance de la Revolución, aunque sea en su fase liberal, burguesa, ultracapitalista y opresora, se convierte en bueno simplemente porque «supera» a la fase anterior y avanza hacia el socialismo, primero, y el comunismo, después, fin inexorable de la historia humana. Sobre los mismos carlistas, Marx se refirió en sus artículos periodísticos a ellos como «ladrones facciosos», a Don Carlos como «el quijote de los autos de fe» y a los partidarios europeos de Don Carlos como «cretinos». Del anticarlismo de Karl Marx sí hay constancia.