Discurso pronunciado por Dalmacio Iglesias en Granada (octubre de 1910)
Sorprendió la agradable visita del elocuente diputado carlista por
Gerona, don Dalmacio Iglesias, que tuvo por objeto visitar a su señor hermano
D. Gabino.
Como un rayo cundió la noticia y a poco fue visitado por
bastante número de tradicionalistas, quienes le ofrecieron sus respetos y fue
invitado a que visitara el Círculo de la
Unión Tradicionalista, quien con satisfacción de todos lo hizo a las nueve
de la noche estando sin invitación alguna, llenos los amplios salones. Poco
después entró nuestro queridísimo presidente el Ilmo. Sr. D. José Luis de
Andrada, el cual fue sorprendido con tan hermoso espectáculo, pues acababa de
llegar de Sevilla. Invitado el señor Iglesias por nuestro Jefe, dirigió un
breve y fogoso discurso.
El Sr. Iglesias subyuga con el calor de su oratoria vibrante
y en conceptos de convicción honda y fogoso entusiasmo, se derrama su alma
toda, comunicando energías al auditorio.
Llamó a la causa tradicionalista causa seis veces santa:
tres por Dios, dos por la Patria y una por el Rey. Dijo que España es la patria de los radicalismos: el
radicalismo del bien y el radicalismo del mal. Quien quiera mantenerse en el
término medio semeja al que afirma que dos y dos son cinco por no estar con
quien afirma que son seis o que son cuatro.
El escudo de España es emblema de la causa tradicionalista:
arriba la cruz, Dios rematando la corona del Rey que con las flores de lis
enlaza las distintas regiones representadas por sus armas (regionalismo dentro
de la unidad de la Patria).
Excitó y alentó a los concurrentes a perseverar en la noble
causa de Dios con periodos de arrebatadora elocuencia que fueron acogidos con
estruendosos aplausos. A este propósito recordó unas palabras de Monseñor
Segur.
Al sentarse sonó una salva de aplausos, que duró largo rato.
Nuestro querido Jefe, que no pierde ocasión por propagar
nuestra doctrina, rogó e invitó al Sr. Iglesias que demorase siquiera un día su
regreso, a lo cual accedió. Entonces el Sr. Andrada solicitó permiso para celebrar una
velada en el espacioso teatro del Círculo de Obreros Católicos de la Gran Vía. La concurrencia llenaba el local hasta más no poder.
Asistieron aristocráticas damas, entre ellas las señoras de Barrantes, Pérez de
Herrasti y señoritas Fernández de Córdoba y Navarro. Ocuparon la presidencia los señores don Dalmacio Iglesias,
don Mariano Fernández Sánchez Puerta, el Ilmo. Sr. D. José Luis de Andrada, don
José Carrillo de Albornoz, D. Antonio Blanes, D. Antonio Serra Morant y el muy
ilustre Sr. D. José Carulla, D. José Raya y el director de LA VERDAD.
A las diez menos unos minutos comienza el acto previa
presentación que del orador hizo el Presidente en frases llenas de hidalguía y
galanura. Al levantarse el Sr. Iglesias una estruendosa salva de
aplausos y vivas se oyó bastante rato hasta que el orador inició silencio y
dijo:
Amigos míos, nuevamente han querido mis amigos que viniese a
moletaros con mi palabra y yo que soy soldado de fila he obedecido en la
seguridad de que nada voy a deciros que no sepáis.
Dirije un recuerdo a los entusiastas y tenaces vascos que en
las montañas del norte mantienen el fuego del amor a Dios y a la Patria.
En mi, agrega, Cataluña saluda a Andalucía, Gerona saluda a Granada. Vosotros sois descendientes de los que conquistaron a
Granada y estos vinieron del Norte.
Si la historia de la Reconquista se abre con una página
inmortal en las montañas del norte, en Granada se cierra con broche de oro
después de haber hondeado por toda la Península la bandera de Dios, Patria y
Rey. En Granada despidieron los Reyes Católicos a Cristóbal Colón
y en Barcelona lo recibieron a su regreso de descubrir el Nuevo mundo. Cuando Granada volvió al seno de la Iglesia, el primer Rey
que tuvo fue con Isabel de Castilla, Fernando V de Aragón y Cataluña.
Cataluña y Granada son dos hermanas que se aman y se unirán
para juntas, emprender una cruzada más grande que la enviada de la Reconquista,
porque los moros luchaban a banderas desplegadas, pero el liberalismo lucha
confundiéndolo todo y ocultándose para no ser descubierto.
Los catalanes tienen a la Virgen de Montserrat; los
granadinos a la Virgen de las Angustias. Dios dio a su madre por madre al hombre en el monte Calvario
diciéndole a S. Juan: Hijo he ahí a tu
madre. La Virgen de las Angustias es madre de los granadinos y de
todos los españoles porque todos fueron dados a Ella por hijos en el Calvario. La Virgen tiene que ser nuestra capitana en la lucha que se
avecina. No hay un solo tradicionalista que no la siga.
Yo miro a la Europa latina y veo la religión y la moral
destruidas y arrancadas, los reyes bamboleándose en sus tronos como el marino
asido a la cuerda de su escala y el anarquismo destruyéndolo todo. El apartar
al hombre de la Cruz trae consigo la explotación del hombre por el hombre. La situación de Europa latina es la de España: desenfreno
moral y abandono de los intereses materiales. Todo abandonado.
Hemos llegado a tal punto en relajamiento moral que, cuando
llega una semana sangrienta en Barcelona, para los incendiarios y asesinos y
violadores de cadáveres todo es conmiseración mientras que para las pobres
víctimas no hay sino una campaña de publicidad por parte de la prensa liberal
para obtener una ganancia infame. Y es digno de notarse que a todo aumento de libertinaje
sigue inmediatamente un aumento en la fuerza pública. Cuando se expulsaron las órdenes religiosas en 1835 se
dedicaron sus edificios a cuarteles. Por eso yo digo a los anticlericales: Destruid conventos,
pero no tendréis más remedio que abrir más cuarteles.
Habla el orador de la conducta de Francia e Inglaterra para
con nosotros, afirmando que siempre han ido a su negocio en las alianzas que
han concertado.
Ninguna fue beneficiosa para nosotros. Y a esto nos quieren llevar. Nos quieren precipitar en un abismo porque cuando al hombre
se le arranca del fondo de su alma la moral que es el freno de sus pasiones, el
hombre se convierte en bestia. Y ¿dónde está el remedio para nuestros males? ¿Acaso en la República? Yo bien sé que la República no son los republicanos; pero en
España por desgracia, la república es lo mismo que los republicanos; República
es sinónimo de anarquía y desorden. La salvación no puede venir de aquí. Pero ¿vendrá la salvación de España de lo actual? ¿Qué
remedio, qué solución nos presenta lo actual? La libertad de cultos, de
asociación, de imprenta, etc. Es decir, el libertinaje. El anticlericalismo es anticatolicismo, más aún,
anticristianismo.
En el orden administrativo nos da como solución la
expropiación de los bienes de la Iglesia y esto fue un robo inmenso y las
regalías de la corona y el pase regio
que son actos de cesarismo absolutista. Dice que lo actual busca la tiranía del catolicismo para dar
libertad a todos los cultos falsos. Habla del parlamentarismo calificándolo de gran calamidad.
Y el Parlamento español, afirmó, es la mayor vergüenza que
ha podido caer sobre nuestra Patria. No hay en el Parlamento más que una camarilla a la orden de
los ministros. Los diputados según el régimen actual en cuanto son
admitidos al Congreso ya no representan cada uno a su distrito, sino que se
llaman representantes de la Nación porque así pueden votar en contra de su
distrito cuando convenga al gobierno.
En el orden ejecutivo lo actual nos ofrece el centralismo
que mata la vida de la región y la provincia, creación artificiosa. La base del centralismo es el caciquismo que resucita la
gleba del feudalismo. El cacique es la encarnación de todas las maldades.
A continuación expone el programa tradicionalista que
encierra soluciones para los tres órdenes: religioso, administrativos y
ejecutivo. Afirma que existe una cuestión religiosa; la vuelta de la
unidad católica. Dice que los únicos tolerantes somos los católicos porque
estamos en posesión de la verdad.
La intolerancia está en los enemigos que son un eco del non serviam lanzado en el Paraíso. El programa de Pío X que puede resumirse en el instaurare omnia in Christo es nuestro
programa. Queremos que se gobierne católicamente. Condenamos cuanto el Syllabus
condena. El Syllabus es la
piedra de toque. A todo el que se proclama católico yo le preguntaría ¿aceptas
el Syllabus? Si lo acepta es
católico, si no, no. Por eso solamente dos partidos pueden llamarse católicos: el
integrista y el nuestro.
Queremos monarquía representativa. Nos parece ridículo que
el rey reine y no gobierne. En nuestro programa las leyes obligan al rey lo mismo que al
último súbdito. Los reyes no son para divertirse. En España no hubo nunca absolutismo. La monarquía española fue siempre representativa y las
cortes castellanas verdadera representación de los pueblos. Los tradicionalistas tenemos fama de absolutistas y nada tan
opuesto a la verdad. El origen del tradicionalismo está en un acto contrario al
absolutismo, el decreto de Fernando VII aboliendo la ley Sálica.
Dice que el tradicionalismo hubiese triunfado si no lo
hubieran impedido la traición y la venta. El Tradicionalismo cayó rendido pero no vencido.
Afirma que los liberales defienden la libertad lo mismo que
los herejes, para ocultar los vicios que los corroen.
No queremos cortes parlamentarias, queremos cortes cuyos
individuos sean verdaderos mandatarios del distrito al que den cuenta de su
gestión. Queremos cortes en las cuales todos los diputados juntos representen a
la Nación, pero cada uno de ellos no represente más que a su distrito. Queremos descentralización en los tres órdenes: legislativo,
administrativo y judicial.
La Nación es un conjunto de regiones y cada región cuando es
mayor de edad debe regirse por sus propias leyes. El municipio es la primera molécula del organismo social. La región se compone de municipios y la Nación de regiones.
Cuando se dio la ley de jurisdicciones nosotros nos
alegramos porque los tradicionalistas no hemos delinquido jamás contra la
bandera. Esto nos sirve a nosotros para pedir una ley de
jurisdicciones a favor de la Iglesia. Si el ejército ha de conocer de los delitos contra la Patria
¿por qué no ha de conocer la Iglesia en los delitos contra la religión? No queremos jurisdicciones en exceso sino solo las
esenciales.
Respecto a la cuestión social, el tradicionalismo pertenece
a la escuela del inmortal Pontífice León XIII; ni socialismo, ni
individualismo. Queremos que pobres y ricos se consideren como hermanos. Queremos que se proteja a los trabajadores con leyes e
instituciones bienhechoras. Queremos fijar un salario mínimo y resucitar la vida gremial
de nuestros siglos grandes, las corporaciones de seguros; procurar la
construcción de habitaciones para obreros. La Iglesia empezó por ahí, por redimir al esclavo, y
procurar atraer al obrero a la vida de familia. La vida de la familia cristiana
no aparta al hombre del sendero del bien.
A continuación describe el cuadro tristísimo de la familia
obrera actual en que el marido se da a la taberna o al garito y la mujer a su
taller, quedándose hijos abandonados al vicio. La consecuencia de esto es el decrecimiento de la población
por la falta de nacimientos. Pone como ejemplo a Francia que ya no procrea como antes. Nación que no produce y multiplica sus ciudadanos camina a
la bancarrota y al abismo.
Los tradicionalistas no somos enemigos de la libertad y el
progreso.
Hace un estudio filosófico de la libertad y la voluntad. No hay libertad para el error y el mal; solo la hay para el
bien. El liberalismo obra en este punto lo mismo que el padre que
diera a su hijo a elegir entre un veneno y un manjar.
El liberalismo no cumple sus deberes de gobernante. Ya no existe ni aun la libertad liberal; ya no hay libertad
para el bien y la verdad. Libertad para todos pero no para los católicos. Estamos en plena tiranía liberal. Ejemplo tenemos en Portugal donde no hay para los religiosos
sino injurias y calumnias.
Yo no extrañaría que como el año 35 se diga el mejor día que
los frailes han envenenado las aguas para que venga el cólera. Tal está la libertad que ni sus mismos defensores la
conocen.
Oíd lo que decía el poeta liberal Núñez de Arce:
¡Libertad, libertad! No eres aquella
virgen, de blanca túnica ceñida,
que vi en mis ensueños pudibunda y bella.
No eres, no, la deidad esclarecida
que alumbra con su luz, como una estrella,
los oscuros abismos de la vida.
No eres la vaga aparición que sigo
con hondo afán desde mi edad primera,
sin alcanzarla nunca… Mas ¿qué digo?
No eres la libertad, disfraces fuera,
¡licencia desgreñada, vil ramera
del motín, te conozco y te maldigo!
El clericalismo, estamos bajo el poder del clericalismo,
dicen los liberales haciendo de paso una distinción entre catolicismo, religión
y clericalismo. Y yo pregunto ¿dónde está la influencia del clericalismo? ¿Es la teocracia? Sólo existió en el pueblo hebreo.
¿Está, por ventura, en la absorción por la Iglesia de las
funciones legislativas? Señaladnos los curas que hay en el Congreso. La ley que concede a todo ciudadano el derecho a ser elegido
diputado, se lo niega a los sacerdotes por el hecho de serlo.
¿Está acaso en el poder judicial? ¿Cuántos frailes hay en
los Tribunales de justicia? No hay más que la influencia social legítima que las órdenes
religiosas ejercen en la sociedad y que es un freno para las pasiones, por eso
los viciosos las odian intensivamente, como los ladrones odian a la guardia
civil.
El clero no es enemigo del progreso. Para probar esto cita
el orador una larga lista de religiosos que han dado impulso a las ciencias con
sus inventos. El catolicismo fundó esas instituciones benéficas que se
llaman Montes de Piedad. En la religión católica se inspiraron los mayores genios de
la literatura y de las artes; ella movió los pinceles de Murillo, Zubarán, el
divino Morales, Velázquez, etc. Y ella dio sus armonias a Morat y Beethoven.
Por la Cruz fue Colón a descubrir un nuevo mundo
conquistando dilatadas colonias que por no haberlas sabido mantener se
perdieron todas en manos del liberalismo. Y es que la masonería no solamente se olvida de los negocios
del alma, sino también de los de la Patria.
Queremos progreso material y moral. El progreso para ser, ha
de ser humano, ha de ser integral; es decir, progreso en el alma y en el
cuerpo. Los liberales no quieren progreso moral sino solo material.
Ellos son los retrógrados porque quieren volver al estado en que se hallaba la
humanidad antes del triunfo del cristianismo y quieren perder la dignidad del
cristiano.
Pero nos hablan mucho de europeización y no copian de Europa
nada más que lo malo. Ya los campos están deslindados. Ya no hay más que dos
banderas; la que remata la cruz y la que luce el triángulo masónico. Es la lucha de siempre. Ya no caben términos medios. Ya no caben mestizos ni
neutrales. Tan criminal es el que asesina a su madre como el que no la
defiende de los asesinos.
Las protestas católicas no producen resultado porque no nos
han tenido miedo y solo del miedo hacen caso. Cita un caso del hombre de «las hostilidades implacables».
Hay que luchar. Hoy se puede decir con Tertuliano: omnis homo miles est. Las fuerzas para la lucha hay que buscarlas en el Sagrario. Con las fuerzas que aquí se tomen no hay miedo a sucumbir.
Se dirige a las señoras y les dice: aquellas malas hembras
de Junio en Barcelona, os ofendieron. Luchad por el honor que os ultrajaron. Trabajad porque vuestros esposos y vuestros hijos cumplan
con sus deberes. Imitad aquellas damas inglesas que encerraron a sus maridos
porque no fuesen a votar a los enemigos. Tened el valor de Judit y la firmeza de Susana. Imitada las mujeres bíblicas.
No hay que arredrarse ante el peligro. Hay que propagar
nuestra doctrina por todas partes. Todos debemos ser misioneros del tradicionalismo.