No es de extrañar que el último excombatiente requeté superviviente del Tercio Isabel la Católica de Granada, J.M. Rubio, nos diga que prácticamente la mitad de los integrantes del Tercio procedían de la localidad de El Padul. No en vano, en este pueblo granadino de gente humilde, piadosa, trabajadora y patriota, tanto obreros como campesinos, pasando por el propio conde de Padul, estaban unidos en el eterno lema de Dios, la Patria y la Monarquía tradicional, sin más pretensiones partidistas. Así narraba El Siglo Futuro el acto de la
Comunión Tradicionalista en 1932, que contó con la asistencia del diputado tradicionalista Lamamié de Clariac.
|
El Padul (Granada) |
EL ACTO DE PADUL
Para asistir a este acto fueron muchos los coches particulares que marcharon a dicho pueblo, además de dos autobuses, que fueron atestados de personas, que durante todo el camino entonaban los himnos del partido Tradicionalista.
Al llegar el señor Lamamié de Clariac al Padul era esperado por la Comisión organizadora del acto y buen número de vecinos, que lo saludaron. Todos juntos se trasladaron al palacio que en este pueblo posee el conde de Padul, en cuyo huerto iba a celebrarse el mitin. En el huerto había instalada una tribuna para los oradores y encima de ella un letrero en el que campeaba un viva a Cristo Rey.
|
Castillo palacio de los condes de Padul |
El presidente del Sindicato agrario, don Andrés Díaz, en breves y elocuentes palabras, hizo la presentación de los oradores que iban a tomar parte en el acto, y dice que se honra en presentar al señor Lamamié de Clariac, defensor del lema del partido Tradicionalista. Añade que también tomará parte el obrero de Alhendín José Rodríguez Plata, que sigue el camino señalado por el señor Albiñana. (Se dan vivas al jefe del partido nacionalista.) Dice que el señor Lamamié, en unión del señor Gil Robles, son los paladines de los sentimientos católicos de España y los que defienden a los Jesuítas. (Se oyen numerosos vivas a Gil Robles y a la Compañía de Jesús.) Termina con la afirmación de que no está lejano el día que vuelvan los Jesuítas, que son la honra de España. (Ovación.)
EL SEÑOR CARMONA
A continuación hace uso de la palabra el bibliotecario del Centro Tradicionalista, don José Carmona. Se dirige al católico y españolísimo pueblo del Padul y anuncia que sólo pronunciará dos palabras para satisfacer un deber de cortesía y un deber de agradecimiento. Hace historia de los méritos del señor Lamamié, y le dice que diga en las Cortes que hay en Andalucía un pueblo que, cual el acero, cuanto más lucha, más brillo tiene, pueblo que no consiente que ofendan sus sentimientos religiosos. Y también cumple un deber de gratitud al dar las gracias por la acogida que el pueblo ha dispensado a los oradores. Termina con frases de animación para que el Padul continúe por el camino que ha emprendido en defensa de la Religión. (Ovación.)
|
Iglesia parroquial de El Padul |
DON JOSÉ RODRÍGUEZ PLATA
Al aparecer en la tribuna el nacionalista de Alhendín y obrero señor Rodríguez Plata, es acogido con una atronadora salva de aplausos. Hecho el silencio, el orador afirma que él sólo es un obrero; pero un obrero que no se ha dejado engañar por las falsas propagandas ni por las engañosas palabras de los que se han valido de la clase obrera para alcanzar el poder y luego abandonarlos sin mitigar sus hambres, y por este sólo hecho de hacer caso omiso de falsas palabras, me veo a diario perseguido, pero cuando veo que es por esta causa, no me importa. (Ovación.)
Yo —continúa— sólo reclamo que España sea gobernada por buenos gobernantes, y ya es hora de que nadie se deje engañar al emitir su voto; pues éste sólo se le debe dar a los hombres de buena voluntad. Se dirige a las madres y les recuerda la obra salvadora del general Primo de Rivera al terminar con la sangría de Marruecos, a lo que deben la vida de muchos de sus hijos. Pregunta qué Gobierno hubiese hecho otro tanto, y es por lo que todos estamos obligados a defender la obra magnifica de la Dictadura, y si en el momento debido no se hizo esta defensa, fue por falta de ayuda de las personas que a ello estaban obligadas. (Vivas a los obreros católicos.) Afirma que sólo deben hacer política los que están capacitados para ello; hace un llamamiento a las derechas, pero no para poner tapaderas a lo que debe estar al descubierto.
Se han abierto — continúa — las puertas de las fronteras para los jesuítas, que constituían el mayor timbre de gloria para España y se permitió que por ellas entraran los masones con toda su farsa. No se debe dejar —añade— que los antiguos caciques mangoneen, pues ahora se han disfrazado de republicanos, y sólo cuando se extirpe el caciquismo mereceremos el nombre de españoles. Repite, como final, que en. los lemas del partido nacionalista y en los del tradicionalismo está la salvación
de España. (Ovación.)
LA PRESIDENTA DE LAS MARGARITAS
La señorita Antonia Andrada Vanderwilde y Barraute, presidenta de las margaritas de Granada, es acogida con numerosos aplausos. Asegura que está honradísima en saludar a la mujer paduleña, que debe en todo momento alentar a los hombres para que se sientan apoyados en su trabajo. No duda que dentro de poco tiempo habrá en el Padul un Centro de gran importancia en el que todos trabajen, pues no hay ni una persona que no pueda hacer algo por la causa; unos al trabajo de propaganda; otros con aportaciones pecuniarias, pero todo en provecho del lema del partido tradicionalista. Una ovación ahoga las últimas palabras de la oradora, que además fue frecuentemente aplaudida en el curso de su breve y elocuente discurso.
EL SEÑOR LAMAMIÉ
Dice que se dirige a sus queridos amigos; y son amigos, afirma, porque el pueblo me ha recibido a mí como tal y porque es como ellos, católico y agricultor, y también, como los que me escuchan, soy patriota.
Como agricultor os doy las gracias por haber abandonado las faenas agrícolas para venir a escucharme, pues sé lo que esto supone en esta época. En este momento es necesario el concurso de todos, par a reparar los daños ocasionados por los que hacían una propaganda equivocada y hacían promesas que nunca podrán cumplir, pues son irrealizables.
Nosotros los agrarios, en núestras propagandas políticas sólo decíamos la verdad, y por eso las actas que ostentamos son nuestro orgullo, puesto que para alcanzarlas no engañamos a nadie. Al ir al Parlamento —añade— nos encontramos con que los verdaderos problemas de España no eran abordados; sólo se preocupaban de perseguir los sentimientos religiosos de 1a mayoría de los españoles, como si el hambre que sufre el pueblo se fuese a remediar con esto. Cuando nosotros vimos que los verdaderos problemas no se trataban, nos levantamos par a protestar contra esa política, a todas luces equivocada, pero nuestra voz no fue oída.
|
José María Lamamié de Clariac, a la derecha, junto al marqués de Eliseda y Calvo Sotelo. |
COMBATE LA REFORMA AGRARIA
En la, propaganda que hacían, prometían que las tierras serían repartidas a los trabajadores, y ahora, con el proyecto de reforma agraria, se ve que sólo cambiarán las tierras de dueño, pues de los actuales poseedores pasarán al Estado, que es el peor propietario, puesto que no tiene entrañas ni sentimientos, y todos los días se ve al agente ejecutivo, que no se puede detener ante la miseria del contribuyente, sino que, por encima de todo y ante todo, tiene que cobrar.
E igual que acontece con la reforma agraria sucede con todo lo que prometieron. Se suspenden las obras públicas que daban trabajo a numerosos obreros, que hoy sufren hambre, y sólo se ha resuelto la situación para los acaparadores de enchufes, que ven impasibles el hambre de los obreros. (Ovación.) La salvación, afirma, tiene que ser obra de todos, especialmente del pueblo, que debe ver que por este camino se va a la ruina de España.
Dice que los lodos actuales son obra de los polvos antiguos, por lo que es preciso ir a la desaparición de los antiguos políticos. En la política antigua todo se fundaba en los partidos, que se turnaban; ahora vuelven los partidos a ser el eje de la política, y así vemos que ministros ineptos mantiénense en el poder, con tal de no romper el equilibrio de los votos en el Parlamento.
El partido Tradicionalista evita todo eso, pues está basado en la representacíón gremial: las que mandan son las distintas clases profesionales, que darán representantes que estarán enterados de los problemas de la clase. Ataca al régimen de las mayorías, porque se da el caso paradójico de que por el sólo hecho de reunirse cuarenta votos, disponen en contra de treinta y nueve, que puede ser que sean los que llevan la razón. La desaparición de este sistema es la médula del partido Tradicionalista, que no aspira a gobernar, sino a infiltrar sus principios en el Gobierno, pero sin miras personales de asumir el poder.
Ataca al liberalismo económico, que dejaba en el mayor desamparo al obrero, que sólo era considerado como una cosa, pero desprovista de todo valor moral; esto se evita con el lema del partido Tradicionalista, en el cual figura la palabra Dios y su doctrina enseña que al obrero se le debe considerar como un hermano y procurar que no le falte lo necesario, puesto que el propietario, más que como tal, debe ser considerado como un administrador de los bienes.
ATACA AL SOCIALISMO
Como consecuencia del liberalismo económico, sobrevino el socialismo, que no supone igualdad, pues en él va todo a parar al Estado, y, como es natural, tiene que haber algún empleado al frente que. en definitiva, seria el dueño de todo.
Se dirige a las mujeres y les dice que son las que tienen que desempeñar un nuevo papel; que tienen que pensar mucho cómo lo han de realizar. Les dice que tienen una gran aptitud para la propaganda, pues llegan a donde el hombre no puede llegar, y además tienen que defender el hogár de los ataques de que es objeto por parte del Gobierno.
Finalmente da las gracias por la atención con que ha sido escuchado y afirma que hay que prepararse, no sólo para derribar lo existente, sino para edificar una España nueva que alcance la grandeza que en otros tiempos tuvo, cosa que se conseguirá con el nuevo programa Tradicionalista. (Gran ovación.)
EN EL CENTRO AGRARIO
Una vez terminado el acto, todos los oradores y parte de las personas que habían llegado de Granada se trasladaron al Centro Agrario, donde fueron espléndidamente obsequiados con pastas y vinos. A las nueve de la noche se emprendió el regreso a Granada, pero al llegar a Alhendín se detuvieron para que el señor Lamamié visitara el Centro Agrario y la magnífica Purísima que hay en la iglesia del pueblo.
El diputado ilustre tuvo que pronunciar bravas palabras en el Centro Agrario, exhortándoles para que laboren por una España nueva, cosa —añade— que se conseguirá con una acción conjunta. Fue muy aplaudido. Los expedicionarios llegaron a Granada a las diez de la noche, y estaban muy satisfechos de su excursión por el éxito que supuso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario