Lábaro de Constantino |
A la muerte de Fernando VII, que se deshizo de los apostólicos para renovar el gobierno absolutista y borbónico, a la francesa, y dejar al fin el trono a merced del liberalismo y las logias en la persona de su hija, doña Isabel, uniéronse los católicos al rededor del infante D. Carlos; y bajo el cetro de Carlos V quisieron, y procuraron a precio de su sangre, restaurar el estado cristiano. Y treinta años después, al estallar la revolución de 1868, última consecuencia fatal y necesaria, último término forzoso y desastrado del estado liberal y las libertades de perdición y el juego de los partidos, otra vez volvieron a unirse en el carlismo los católicos que aborrecían la revolución y querían la restauración del estado católico y castiza y genuinamente español.
El Suplemento (Palma de Mallorca, 29/04/1893)
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