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sábado, 14 de mayo de 2016

Carta de Roberto G. Bayod por la Monarquía del 18 de julio (1966)

Contra los hechos consumados

Roberto G. Bayod Pallarés
(Belmonte de San José, 1919-2002)
Sr. Director de SP:

Me congratulo por el acertado y valiente enfoque que está tomando su prestigiosa Revista en el candente problema del futuro político de la Patria. Su carta, publicada en el número del 15 de mayo, pone en claro, incluso para los tontos —para los demás ya lo estaba—, su editorial del 1.º de mayo.

La Monarquía debe ser tarea de todos los españoles no cegados por sectarismos y rencores de la guerra. La Monarquía debe ser popular y social, como lo fue el 18 de julio. Esta fecha que divide la Historia contemporánea no surgió para restaurar estructuras que anarquizaron la vida española ni para reponer una dinastía que abandonó el trono; sino para crear una nueva España, basada precisamente en la España Tradicional, en la "eterna metafísica de España", como diría José Antonio. Mal se pudo alzar el pueblo español y el ejército en un 18 de julio para restaurar una dinastía que no intervenía en el Alzamiento. Yo asemejaría el 18 de julio a Covadonga y a San Juan de la Peña, cuyos baluartes no fueron para reponer a las dinastías visigodas que abandonaron la península y el trono, sino para instaurar nuevas fórmulas de gobierno, basadas en las entrañas del pueblo ibérico.

En líneas generales estoy de acuerdo con Vd. y con Domingo-Arnáu en cuanto a la Regencia. Ahora bien (...) sería conveniente el que la Regencia se estableciera vitaliciamente en la persona del Caudillo, sin perder éste ninguna de sus actuales prerrogativas y derechos. En este caso la Regencia podría prorrogarse por algún tiempo más, en el supuesto de que no se hubiera terminado con la institucionalización de todos los organismos y en la preparación del idóneo príncipe que fuere destinado como el más idóneo para encarnar la Monarquía del 18 de julio, podría tomar parte activa en el gobierno de la Nación, aún durante la Regencia vitalicia del Caudillo, y con el fin de un más perfecto entrenamiento en la difícil tarea de gobernar al pueblo español.

No se pueden dar hechos consumados al pueblo más independiente del globo y de más ansias de participar en la función pública, y mucho menos en una cuestión de tantísima importancia. Es preciso una igualdad de oportunidades entre todos los posibles príncipes que puedan identificar y personificar el 18 de julio, como ya insinuaba usted en "Una mirada al futuro". Se necesita continuidad en la tarea creadora del 18 de julio, sin perjuicio de rectificar errores padecidos hasta la fecha, y de perfeccionar instituciones creadas aprovechando la experiencia de varios lustros y conservando también cuanto de bueno se ha establecido. Hay que evitar, a toda costa, que un nuevo 14 de abril —por autoabandono de la Monarquía—, nos de un nuevo 16 de febrero y éste otro 18 de julio para tener que rescatar la Patria a base de un nuevo millón de muertos. No queremos más muertos, y por lo tanto, no queremos más dinastías ni instituciones o fórmulas que nos puedan llevar a los malos caminos. No podemos pretender que el final del Movimiento sea una República coronada, que a eso equivale la Monarquía que propugna "ABC", y para que esto no suceda es preciso e imprescindible que el príncipe que sea propuesto para rey para la Post-Regencia reúna unos requisitos mínimos de idoneidad y de capacidad.

Parece, a primera vista, que estas condiciones son una utopía, que ese Príncipe sea "un mirlo blanco", que sea un imposible. Pero no olvidemos que si la Providencia nos deparó un Caudillo para la cruzada y para la paz, también ha podido prepararnos un príncipe que sea continuador de la obra iniciada en un 18 de julio. Ese príncipe existe y es obra de todos los españoles y muy especialmente de las dos fuerzas político-militares que forjaron el Movimiento y su doctrina. No se puede prescindir del pueblo español, pero muchísimo menos de falangistas y de requetés que juntamente con el pueblo hecho ejército nos liberaron de una República sucesora de una Monarquía liberal con reyes liberales.

Forjemos la España nueva, mantengamos el espíritu del 18 de julio, el Movimiento sucederá al Movimiento a base de que se halle el príncipe apropiado para ser continuador de la tarea iniciada, y para ello es imprescindible el que sienta en sus entrañas el 18 de julio. Esa no es la Monarquía del "ABC", ni es ese su príncipe.

Sr. Director, adelante con su labor.-

Roberto G. Bayod Pallarés.
Princesa, núm. 18. Zaragoza

SP, 1966

* Nota: Debe entenderse esta carta de don Roberto Bayod a SP en su contexto. La estrategia de José María Valiente, extremada por Carlos Hugo, de "suceder" al régimen de Franco se reveló (aparte de su discutible ortodoxia) como un fracaso completo, que comprometió y dividió al Carlismo y movió a muchos de sus notables (no a todos) a hacer concesiones retóricas que, vistas hoy, resultan increíbles. La cita a J.A. Primo de Rivera, por ejemplo, podría haberse juzgado necesaria para atraer la atención de SP. Quienes conocieron personalmente a Bayod dan hoy fe de su ortodoxia tradicionalista.

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