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lunes, 27 de marzo de 2017

Un trío de excepción: Chesterton, Castellani y Tolkien

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La importancia de estos autores para la cultura católica contemporánea y para el mundo tradicionalista y anti-liberal nos obliga a incluir en nuestra Biblioteca de Literatura Tradicionalista un apartado especial para tres autores a los que todo carlista le deberían resultar familiares, si no sus obras, al menos sus nombres: Gilbert Keith Chesterton, Leonardo Luis de Castellani y John Ronald Reuel Tolkien. Estos tres autores se caracterizan por la profunda impronta religiosa de sus obras, en las que además encontramos ataques, más sutiles o más explícitos, al mundo moderno y a todo lo que supone.

G. K. Chesterton (1874-1936) fue un agnóstico convertido a la fe católica, que reflejaría profundamente en sus obras y a la que daría una interpretación original, cuyas principales ideas reflejaría en sus ensayos Herejes (1905) y Ortodoxia (1908), su continuación, considerada un clásico en apologética. También contribuiría decisivamente al Distributismo, cuyas ideas sintetizaría en sus ensayos Lo que está mal en el mundo (1911) y la más importante, Esbozo de Sensatez (1927).

Escribió una prolífica obra en la que se cuentan casi un centenar de novelas, cientos de poemas y de cuentos cortos y miles de ensayos. Cultivó numerosos temas entre los que se cuentan la apologética, la política y la historia, escribiendo una biografía de Santo Tomás de Aquino (1933) y de San Francisco de Asís (1925), y una historia de la humanidad titulada El hombre Eterno (1925). Su personaje más popular es el Padre Brown, un sacerdote católico protagonista de cuentos detectivescos recopilados en el Cándor del Padre Brown (1911), la Sabiduría del Padre Brown (1914), la Incredulidad del Padre Brown (1926), el Secreto del Padre Brown (1927) y el Escándalo del Padre Brown (1935).

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«Soy un hombre, y por lo tanto tengo los demonios dentro de mi corazón».
Padre Brown. El martillo de Dios.

El padre Leonardo Castellani (1899-1981) fue un sacerdote jesuita expulsado de la Compañía de Jesús en 1949. Es uno de los mayores referentes en Argentina del llamado nacionalismo católico y del catolicismo anti-liberal. Al igual que Chesterton, escribió cientos de artículos periodísticos de temática política, social, crítica literaria..., de los que recientemente Juan Manuel de Prada ha publicado una antología denominada Cómo sobrevivir intelectualmente al siglo XXI (2006); sin embargo el género que más cultivó fue el ensayo de múltiples temáticas, principalmente religiosa (¿Cristo vuelve o no vuelve?, el Evangelio de Jesucristo, El Apokalypsis de San Juan...), filosófica (San Agustín y nosotros, de Kierkegard a Santo Tomás de Aquino, Comentarios a la Summa Teológica...) y psicológica (Freud, Psicología Humana...) y política, como la colección de relatos satíricos el Nuevo Gobierno de Sancho (1942). Cultivó también la poesía, dejándonos su Libro de Oraciones (1951) y La muerte de Martín Ferro (1953). En ficción fue uno de los introductores del cuento policial en Argentina con Las nueve muertes del Padre Meri (1942) y el Crimen de Ducadelia y otros cuentos del trío (1959). En el género novelesco destacan Su Majestad Dulcinea (1956) y la futurística Juan XXIII (XXIV), donde noveló sus preocupaciones espirituales.

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Dios no nos pedirá cuentas por las batallas ganadas, 
sino por las cicatrices en la lucha. Leonardo Luis de Castellani

J. R. R. Tolkien fue un escritor profundamente católico dedicado a la fantasía y a la épica que creó una amplia mitología alrededor de su universo literario, a la cual dotó de una amplia y profunda simbología religiosa, adoptada en forma de alegoría. En su simbología se destaca el Anillo Único, Sauron y Gollum, representando al Mal y a sus diversas formas (Tentación, Diablo y Egoísmo), o a Gandalf representando al Papado, en el plano político de la novela, y la Resurrección (transformándose de Gandalf el Gris a Gandalf el Blanco tras su aparente muerte).

Buena parte de su obra está orientada al Universo del Señor de los Anillos, siendo las más importantes (aparte de El Hobbit y el Señor de los Anillos) el Silmarillión (1977) y la Historia de la Tierra Media (1983-1996), una extensa obra de 13 volúmenes que recopila todo el material del Señor de los Anillos, ambas recopilaciones en las que trabajo durante toda su vida. Sin embargo, también escribiría otras obras no relacionadas con el Señor de los Anillos: los poemas El viaje de Eärendel, La estrella vespertina (1914), El regreso de Beorhtnorth, hijo de Beorhthelm (1953), de tipo histórico y la colección de poemas Las aventuras de Tom Bombadil y otros poemas de El Libro Rojo (1962), si bien los dos primeros poemas están relacionados con el Señor de los Anillos, por petición de su tía de escribir una obra sobre Tom Bombadil, un personaje de El Hobbit.

Las principales obras de Tolkien son El Hobbit (1937), y el Señor de los Anillos (1954-1955), que originalmente iba a ser la continuación de El Hobbit, pero acabaría adquiriendo mayor importancia, siendo necesario dividirlo en seis libros y tres volúmenes (dos libros por volumen) debido a su gran extensión. Estas obras son para los lectores carlistas de más obligada lectura incluso que cualquiera de los de la Biblioteca Literaria Carlista, pues el tópico del rey exiliado y la esperanza de la restauración de su monarquía y de la instauración de un orden social cristiano, traducido en un estado orgánico y la mayor importancia del pequeño propietario, es una parte vital de la simbología católica que también se refleja en estas obras, encarnado en el rey Aragorn y en Thorin Escudo de Roble, que salen al final de éstas salen victoriosos satisfaciendo esas esperanzas. Con Thorin Escudo de Roble, uno de los personajes principales de El Hobbit es más fácil identificar con el rey carlista y su causa (aunque probablemente miguelistas, legitimistas franceses y jacobitas también se vean reflejados en su Causa); así, mientras Thorin es Don Carlos, cuyos vasallos se han repartido por el Orbe en el destierro de su patria, y la Compañía son los Carlistas activos que forman parte del Partido o Comunión, el malvado dragón Smaug, que derrocó a los reyes enanos, conquistó el próspero reino de la Montaña y aniquiló a buena parte de su población, representaría al liberalismo.

Todo esto, unido algunos detalles que el lector carlista podría identificar fácilmente con el carácter español, como el tópico de que los españoles somos de baja estatura, el prototipo del hidalgo español y la caballerosidad formal de los enanos, o el gusto por la fiesta y el banquete de españoles y enanos, hace fácil identificarse en la novela con los enanos pueden provocarle una mayor emotividad al relato, pudiendo emocionarse o llegar casi al borde de las lágrimas en ciertos pasajes, como el interrumpido discurso de Thorin, relativo a la recuperación del Reino.

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Thorin, Escudo de Roble en La desolación de Smaug, segunda parte de la adaptación de la novela el Hobbit.
Exiliado del Reino de la Montaña junto a su padre y a su abuelo, destronado por el dragón Smaug, guarda paralelismos evidentes con los reyes carlistas, especialmente con Carlos V, por su fuerte sentido de la realeza y por su carácter duro.

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