Hace un par de semanas, se terminó en este blog de dar forma definitiva a una Biblioteca Literaria Carlista en la que se han incluido a numerosos autores que militaron en el carlismo durante toda su vida o una parte importante de su vida y en cuyas obras encontramos características comunes con el carlismo. También se ha incluido una sección anexa de autores no carlistas en la misma página, Literatura Tradicionalista, cuyos autores más importantes ya se abordaron hace una semana, además de otros autores que se han añadido y se irán añadiendo con posterioridad.
La principal de las características de la literatura tradicionalista es la importancia de la religión católica, pero también la defensa de lo regional, que se traduce en el gusto por la descripción de las costumbres locales en novelas costumbristas y naturalistas, y a menudo en la defensa de la lengua regional; destacando Pereda en el interés por la lengua montañesa, Pardo Bazán en la reivindicación del gallego y Marián Vayreda en la reivindicación del catalanismo político, siempre desde una órbita tradicionalista.
Nuestra Biblioteca se halla encabezada por los principales autores de la literatura carlista: Ramón María del Valle-Inclán, José María de Pereda, Francisco Navarro Villoslada y Marián Vayreda; cuyas obras se ha buscado organizar en función de su importancia o su interés, con la salvedad de Julio Nombela, cuya extensa producción hace difícil la priorización de sus obras.
Ramón María del Valle-Inclán (1866-1936) dio al mundo de la literatura al personaje carlista por excelencia: el marqués de Bradomín, un don juan «feo, católico y sentimental», que protagoniza las Sonatas de Primavera, de Estío, de Otoño y de Invierno (1902-1905), que tiene lugar en plena Tercera Guerra Carlista; y reivindicaría el carlismo en su serie de La Guerra Carlista (1908-1909). Dentro de la literatura general, Valle-Inclán es recordado también por ser su Tirano Banderas (1926) antecedente de las novelas de dictador y por inaugurar el género del esperpento con Luces de Bohemia (1920). Pereda fue uno de los máximos exponentes del realismo y el costumbrismo y es considerado el creador del género de la novela regional. Son muy importantes para la literatura carlista sus novelas de tesis. La Punyalada (1904) de Marián Vayreda (no hemos sido capaces de encontrar una edición digital de sus obras en castellano) es considerada una de las obras más importantes de la literatura de la Reanixença catalana y una de las máximas novelas de la literatura realista. Aunque Vayreda (1855-1903) abandonó el carlismo en 1896 por el catalanismo, éste seguirá muy influenciado por el tradicionalismo, especialmente en la época en la que sus discrepancias con los catalanistas republicanos y laicistas serán mayores. En este período escribe sus Records de la darrera Carlinada (1898) y Sang Nova (1899), una novela de tesis sobre el catalanismo.
Hemos relegado a Emilia Pardo Bazán (1851-1921) a un plano menor al que correspondería por la importancia y extensión de su obra a causa de la poca extensión de su período de militancia carlista, que según Xosé Ramón Barreiro se extendería hasta 1887 —si bien coincide cronológicamente con la serie que forman Los Pazos de Ulloa (1886) y La Madre Naturaleza (1887), considerada su obra maestra— y por su vida posterior poco ejemplar, tras la separación de su marido y las infidelidades hacia su amante el liberal Benito Pérez Galdós. A pesar de ello, es preciso reconocer la importancia de su extensa obra, siendo ella la introductora del naturalismo en España, que incluyen cuentos, relatos cortos, numerosos libros de viajes (en uno de los cuales, Mi romería, dedica el epílogo a describir al rey Carlos VII), diversas biografías, incluyendo las de Cortés y Pizarro, e importantes ensayos, destacando la cuestión palpitante (muy polémico) y tres tomos de la literatura francesa moderna.
En esta literatura encontramos el interés por las costumbres plasmado en forma de la novela costumbrista y realista. Se destaca los Pazos de Ulloa (1886) y Madre Naturaleza (1887) de Emilia Pardo Bazán y Escenas montañesas (1864), Tipos y paisajes (1871), Tipos trashumantes (1888) y Peñas Arriba (1896) de Pereda.
La importancia del catolicismo, aparte de la que tendrá en Pardo Bazán y su concepción particular (entiéndase: católica) del naturalismo, nos la encontramos en las obras de tesis de dos autores: José María de Pereda (1833-1906) y Manuel de Tamayo y Baus (1829-1898). Pereda escribiría A buey suelto (1888) para defender la indisolubilidad del matrimonio, y De tal palo, tal astilla (1880) para criticar la libertad de cultos; Manuel de Tamayo y Baus dedicaría exclusivamente sus obras a una finalidad moralizante y a atacar la pérdida de los valores tradicionales a partir de 1856 con La bola de nieve (1856), critica los celos con Lances de honor (1863), los duelos y el materialismo y el afán de lucro con Lo positivo (1862) y una diversidad de temas (infidelidad, amor imposible, honor...) en Un drama nuevo (1867).
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