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miércoles, 8 de septiembre de 2021

Centenario de Antonio Blanes Zayas, el heroico legionario y carlista granadino que fue elogiado por Millán Astray

D. Antonio Blanes y Zayas nació alrededor del año 1875 en una familia de la alta sociedad de Granada.[1] Era hijo de D. Juan Manuel Blanes Lueg (†1926), militar oriundo de Barcelona, y de la aristócrata granadina D.ª Matilde de Zayas-Fernández de Córdoba y Trujillo, hija del marqués de Cavaselice. Por vía materna descendía, entre otros ilustres personajes, de D. Antonio Domingo Fernández de Córdoba, marqués de Valenzuela y gentilhombre de la Boca de Felipe II, y de D. Diego Fernández de Córdoba y Carrillo de Albornoz, conde de Cabra, quien hizo prisionero al rey moro Boabdil en la batalla de Lucena (1483).

Sus ideales religiosos y patrióticos le hicieron militar en la Comunión Tradicionalista, de cuya junta provincial fue vicepresidente en la década de 1910.[2] De profesión fue un exitoso abogado colegiado. 

En agosto de 1921, nada más conocer el desastre de Annual e incapaz de permanecer impasible ante aquella desgracia, a sus 46 años de edad decidió alistarse voluntario al recién fundado Tercio de Extranjeros, y marchó a Melilla para luchar por su Patria.[3]

Halló gloriosa muerte tal día como hoy, 8 de septiembre, hace exactamente cien años. El diario tradicionalista El Pensamiento Español lo narró así:

COMO MURIÓ EL LEGIONARIO BLANES

GRANADA 14. Un capitán de Artillería del 4.º ligero ha dirigido una carta a la condesa de Guadiana, hermana del legionario del Tercio D. Antonio Blanes Zayas, abogado de Granada, el cual murió gloriosamente, el jueves anterior, en el combate de Beni-Sicar. 

Dice que, a las cinco de la mañana del día 8, salieron fuerzas de Regulares y del Tercio para proteger la construcción de un blocao. Para ello tomaron las posiciones adelantadas al sitio en que trabajaban los ingenieros. 

En el avance asaltaron y tomaron una casa, en la que los moros se defendieron fuertemente. Una vez en la azotea, el legionario Blanes contuvo un momento de debilidad de la gente, poniéndose de pie y tremolando la bandera, por lo que fue muy felicitado. 

Al poco rato hubo muchos heridos en las guerrillas y se mandó avanzar a unos cuantos para retirar a aquéllos. 

Blanes, que retiraba a un herido, llevándolo a cuestas, recibió un balazo que le dejó mal herido, y a consecuencia del cual murió a los diez minutos. El médico, Sr. Segala, que le asistió en el mismo campo, refiere que, cuando Blanes comprendió que le faltaba la vida, sacó del pecho una medalla de la Virgen de las Angustias que al despedirle le había regalado su hermana, la condesa de Guadiana, y, besándola, expiró. 

Añade la carta que la conducta del heroico legionario ha causado general admiración, pues hasta cuando lo llevaban en la camilla fue dando vivas a España y a Millán Astray. 

Fue enterrado en una fosa especial, envuelto en la bandera española. 

En el acto del entierro, el teniente coronel Millán tuvo elogios para él, cuya conducta ofreció como modelo.[4]

A título póstumo, le fue otorgada la Cruz Laureada de San Fernando.[5]

En carta dirigida al periodista José Ortega y Munilla, el entonces Teniente Coronel Millán Astray relató de este modo la muerte del heroico Antonio Blanes:

Después de asaltado un reducto enemigo, del que se le echó con la bayoneta, en feroz reacción, se luchó unas horas a distancia, no mayor de tres o cuatro metros; cada hombre que caía precisaba recogerlo para evitar que siguiese siendo herido, y los que por él iban caían también irremisiblemente. 

Don Antonio Blanes era el abanderado de nuestro intangible pabellón, y la enseña negra y amarilla de los jabalíes la había clavado orgulloso en la pequeña ciudadela del reducto, y allí flameó al viento todo el día, insultando al moro, que se vengaba disparando con saña sobre el guión de la bandera. Blanes (aliviado de su preciosa carga, que había puesto en donde se ha dicho, en el momento más recio del combate, cuando los que iban a recoger muertos o heridos no volvían al puesto de socorro, porque ellos, a su vez, necesitaban que fuesen a por ellos) marchó contento y orgulloso a sufrir la suerte de los heroicos camilleros, y, en efecto, cuando volvió, estaba moribundo, y no tuvo tiempo para más que para decirme: ¡Viva la Legión!, y besar amorosamente una efigie que pendía de su noble pecho. 

Así murió el legionario don Antonio Blanes y Zayas.  
 
Le saludo con el mayor respeto y cariño, Millán Astray.[6]
Esquela que le dedicó el
Colegio de Abogados de Granada
Gaceta del sur (13/9/1921)


Cinco años después, en 1926, el fundador de la Legión escribió las siguientes líneas sobre todo lo que le inspiraba el españolísimo nombre de Granada, recordando, como no podía ser de otro modo, a su heroico camarada de armas, nuestro compatricio Antonio Blanes:


La labor que se propone llevar a cabo el NOTICIERO GRANADINO es una labor de españolismo y, por lo tanto, de patriotismo; y ya que he tenido el honor de ser llamado, como uno de tantos, a cooperar a ella, envío estas modestas líneas, puesto que al pedirlas no se exige ninguna condición artística ni literaria para hacerlas.

El nombre de Granada suena a nuestros oídos con igual valor que el nombre de España entera, y tras de ese armonioso nombre vemos también la figura de los Reyes Católicos en la Reconquista y en el vencimiento del poder agareno. ¡Quién sabe si desde un elevadísimo punto de vista, en el cual el tiempo no tenga el valor que nosotros le concedemos con la medida de nuestra propia vida, sino que tenga el valor con que se ven las épocas de la Historia, al evocar la guerra contra los moros que pusieron el pie en España, aparezcan unidos sin solución de continuidad aquella epopeya con el presente, y la guerra que hoy sostenemos en África no sea más que la continuación a través de la historia, de la que fue una etapa la rendición de Granada!; para nosotros, para los soldados que seguimos combatiendo contra el infiel agareno —como históricamente les llamamos— el nombre de Granada nos excita, el nombre de Granada nos entusiasma y el nombre de Granada es una enseña que eleva nuestro espíritu y que nos hace pensar constantemente en la victoria. En Granada realizó sus mayores hazañas Hernán Pérez del Pulgar, y nosotros, para perpetuar su memoria y para que sirva de estímulo, tenemos pensado el bautizar la primera Bandera que organicemos de nuestra Legión Extranjera con el nombre del inmortal Hernán Pérez del Pulgar, para rendir homenaje a la grandiosa figura militar de aquel heroico soldado y para que se adorne con sus armas y sus blasones la bandera de la Legión. 

A la Alhambra fuimos aprovechando la ocasión de un viaje de prácticas de la Escuela Superior de Guerra, cuando reglamentariamente visitábamos las fábricas de pólvoras y explosivos de Granada, que por cierto merecen también la admiración y el aplauso de los españoles, pues ya entonces —y han pasado algunos años— eran modelo en su clase y marchaban a la cabeza en la industria militar del mundo entero. No sabemos si somos poetas o no lo somos. Al menos, haciendo versos no hemos podido demostrarlo. Quizás dentro de nuestra alma soñadora se encuentren algunas de las condiciones que son precisas para ser poeta, y bien deploramos en este momento el no saber decir en verso lo que sentimos cuando entramos en la Alhambra de Granada, y por esta misma dificultad de decir de manera elocuente, brillante y esplendente los sentimientos de nuestra alma, diremos tan sólo: Que al entrar en la Alhambra fue tal nuestra emoción, nuestra alegría y nuestro entusiasmo y se revolvieron tan hondamente en nuestro espíritu tantos sentimientos atropellados, todos sublimes, todos puros y quizá alguno —como buen meridional— de honesta sensualidad, que la emoción se apoderó de nosotros, sentimos suave y tenue escalofrío, entusiasmo, ardor apacible, discreto, las palabras no afloran a nuestros labios, sólo sentimos un íntimo placer y el deseo vehemente de que estuviese a nuestro lado la mujer amada.

En Granada nació el héroe legionario ANTONIO BLANES Y ZAYAS, que halló heroica y gloriosa muerte en el combate de Casabona, en Melilla, en el año 1921; cuando los viejos legionarios decimos el nombre de Granada, forzosamente tenemos que añadir el de nuestro legionario Antonio Blanes y Zayas, que a la hora de entregar su vida en la Legión dejó escritas para siempre las reglas de la obediencia militar, pues fue gozoso y decidido a entregarla ante el mandato, tan sólo de la mirada de su jefe, que lo envió a recoger compañeros que caían segados por los proyectiles enemigos, y se lanzó al lugar de la muerte sin vacilación y sin duda y una bala le destrozó su nobilísimo pecho y aun tuvo tiempo y alientos antes de morir de dar los vivas de la Legión e invocar el Santísimo nombre de la Virgen. ¡¡Gloria y loor al granadino Blanes y Zayas, saludemos todos a su recuerdo, y hoy que nuestra alma se siente contenta y feliz por poder rendir este tributo al pueblo en que te vio nacer, recibe —legionario querido— el homenaje de la Legión que, junto con estas líneas que cantan la inmortalidad de tu pueblo adorado, te envía tu compañero que jamás te olvidará y que te ofrenda el testimonio de gratitud de todos los legionarios!! 

JOSÉ MILLÁN ASTRAY. 
Mayo 1926[7]

[1] Véase José Blanes Zabala: Andanzas de un peluquero, Ayuntamiento de Nigüelas, 2006.

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