En su «revista de la prensa política española» (1857), el periodista granadino José de Castro y Serrano, no podía dejar de hablar de La Esperanza, el primer diario político carlista que existió (con la salvedad de las gacetas de guerra), que por aquel entonces era uno de los más populares y leídos de toda España.
Sorprende en su descripción la ristra de elogios que dedicó a este periódico, punta de lanza del carlismo, en la revista liberal La América, de tendencia democrática (como se conocía por entonces al ala más izquierda del partido progresista). Y es que el genio del director de La Esperanza, don Pedro de la Hoz, obligaba a todo el que leía sus artículos de primera plana a inclinarse ante su sabiduría, ilustración, sensatez y patriotismo, cualesquiera que fuesen sus ideas. Castro y Serrano decía así:
Pedro de la Hoz (1800-1865) |
La Esperanza (...) ha sido y es en España mas que un diario; ha sido el núcleo y es la organizacion misma del partido monárquico puro; ha sido el catecismo y hoy es el código del mando absolutista. Sin La Esperanza no habria hoy entre nosotros mas que partido despótico, y sabida es la pobre significacion que en nuestros jóvenes oídos tiene ya esa palabra: con La Esperanza hay hoy en España verdadero y temible partido absolutista. Tambien este prodigio es obra de un solo hombre: tales serán su constancia y su talento.
Un dia, cuando vencidos los carlistas en el campo de Vergara por la política y por las armas; cuando vencedor el bando liberal por la idea y por los hechos con la aquiescencia implícita de los gobiernos despóticos de Europa, se veia desfallecer al partido absolutista aplanado con tantas catástrofes, ese dia, decimos, apareció La Esperanza en el campo del periodismo español, para infundir con su solo nombre aliento entre las huestes dispersas, y para tomar de la tienda de sus propios enemigos, armas con que batirles y disputarles su victoria.
El título y la ocasion elegida por el hombre no podian ser mas oportunos; y en efecto, desde ese día data la voz propagandista que sin perdonar momento, ni perder coyuntura por exigua que pareciese, resuena en los oidos del bando monárquico, anunciándoles para mañana la hora del triunfo; desde ese dia data la acusación perpetua que se ha lanzado sobre el partido liberal sin hacer otra cosa que poner de relieve la parte viciosa у absurda de su sistema; desde ese dia ha tenido el pais un catecismo abierto que á la vez que enseñaba la doctrina del sistema antiguo, modificaba y suavizaba ese mismo sistema á tenor de los adelantos civilizadores del siglo; desde ese dia, por último, se ha tenido públicamente entre nosotros una cátedra de despotismo ilustrado. Y ese si que producia un daño verdadero á las ideas liberales, que no los periódicos estúpidos cuya tarea estaba circunscrita á lamentarse de la abolicion del santo tribunal; pues esos periódicos solo corrian en manos de quienes se contentaban con ver escrito lo que ya habian pensado y lo que no habian querido dejar de pensar; pero papeles como La Esperanza, que comprenden y aceptan los adelantos de la civilización, que prometen equidad y justicia, orden y sosiego, desahogo y vida en contraposicion á las convulsiones necesarias de toda reinstalación social, esos periódicos son los que encarnan la fé, los que mantienen la esperanza y los que hacen prosélitos hasta entre los descontentadizos del ejército contrario.
Tal ha sido por espacio de diez y siete años la tarea constante del diario absolutista. Con gran lucidez de espresion, con envidiables dotes de ciencia y con formas tan intencionadas como decorosas, ha hecho partido de lo que era secta, ha hecho razón lo que era ignorancia, ha hecho posible lo que era quimérico y absurdo. Qué mas se le puede pedir á un hombre? ¿Qué mas se le puede pedir á un periódico? La Esperanza ha sido siempre y lo es en el dia un periódico valeroso; jamás ha dejado de contestar á nadie sea cualquiera el apuro en que se le haya puesto: ha sido y lo es hoy un periódico de inconcebible destreza; jamás ha tropezado en ninguno de los mil escollos que cada dia encontraba al paso. El mayor título de gloria que este diario puede esponer á la admiracion de su partido, es que vive aún, despues de haber atravesado solo y entre una turba de enemigos implacables, cerca de veinte años de revolucion contra sus ideas.
La Esperanza ha estado fuera de la ley desde su aparicion; ha defendido lo que en España no se podia defender; ha sembrado lo que estaba prohibido sembrar; ha rehabilitado memorias que nuestras leyes tenian proscritas; y á pesar de todo, hoy es el dia en que con mayores brios esgrime sus armas, sin haber tenido que borrar por fuerza una sola línea de las infinitas que sobre asuntos peligrosos ha publicado.
No todos los hombres del partido absolutista aceptan, sin embargo, á La Esperanza por director y maestro, pues hay fanáticos ó necios que se figuran harto liberal y ocasionado á disgustos el sistema de gobierno que defiende; pero esos hombres que tan cándidamente creen posible y duradero el advenimiento de un orden de cosas mas oscuro todavia, debieran escuchar la voz de la gran masa de su partido que proclama al periódico como sustentador, organizador y fuerte áncora de su existencia. La Esperanza es el periódico español que se escribe con mas cuidado, y la empresa periodística mas importante de cuantas se han formado hasta ahora.
José de Castro y Serrano: La América (Madrid). 24/10/1857. Pág. 9
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