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miércoles, 29 de julio de 2015

Obras completas digitalizadas de Juan Vázquez de Mella y Fanjul

Vázquez de Mella es con diferencia el pensador tradicionalista más importante del carlismo. Conocedor y gran estudioso de las doctrinas de los escolásticos, como Santo Tomás, San Buenaventura o Duns Scoto, realizó una gran labor de sistematización de la doctrina carlista, que expuso con tanto acierto que se la ha dado el sobrenombre de el Verbo de la Tradición.

La mayor parte de sus manuscritos se perdieron durante la barbarie revolucionaria de la Guerra Civil, sin embargo, se pudo salvar su producción pública, un gran conjunto de artículos en numerosos periódicos, discursos en el Parlamento, conferencias o actos públicos y varias entrevistas, que se recopilaron en una treintena de volúmenes de Obras Completas durante los convulsos años de la Segunda República. .

OBRAS COMPLETAS DE JUAN VÁZQUEZ DE MELLA:

1. Selección de elocuencia e historia
2. Ideario I
3. Ideario II
4. Ideario III
5. La persecución religiosa y la Iglesia independiente del Estado ateo
6. Discursos parlamentarios I
7. Discursos parlamentarios II
8. Discursos parlamentarios III
9. Discursos parlamentarios IV
10-11. Discursos parlamentarios V-VI
12-13. Dogmas nacionales - Política general I
14-15. Política general II - Política tradicionalista I
16. Política tradicionalista II
17. Crítica I
18. Crítica II
19. Filosofía - Teología apologética I
20. Filosofía - Teología apologética II
21. Filosofía - Teología apologética III
22-23. Filosofía - Teología apologética IV - Temas internacionales
24-25. Temas sociales I-II
26. Regionalismo I
27. Regionalismo II
28. El pensamiento de Mella

Otras:

- Filosofía de la Eucaristía
Predicciones de Vázquez de Mella: Antología del verbo de la Tradición
- Discurso notabilísimo sobre la famosa Ley del Candado
- Discurso pronunciado en el teatro de la Zarzuela: El ideal de España - Los tres dogmas nacionales


martes, 28 de julio de 2015

LA GANGRENA Y EL PATRIOTISMO

Por Juan Manuel de Prada
Honor y Gloria a Juan Vázquez de Mella,
Verbo de la Tradición,
que tendrá eternamente el mayor monumento y
reconocimiento en el corazón de todos los tradicionalistas.

ANTE los embates del separatismo catalán o los aspavientos iconoclastas de Podemos, volvemos a escuchar los plañidos de los que –perfectamente caracterizados por Vázquez de Mella– ponen tronos a las causas y cadalsos a las consecuencias, alertándonos que España se rompe. Cuando lo cierto es que España no puede romperse, por la muy sencilla razón de que antes se ha gangrenado; y a un cuerpo gangrenado no le resta otro destino sino desmenuzarse entre vapores hediondos. Donoso Cortés (otro gran pensador tradicional al que urge que los demócratas arrebaten alguna calle, para dársela a algún rapsoda del ojo sin párpado) ya nos lo advertía, en una frase de una clarividencia atroz: «El principio electivo es de suyo cosa tan corruptora que todas las sociedades civiles, así antiguas como modernas, en que ha prevalecido han muerto gangrenadas».

Aquí, naturalmente, Donoso Cortés no se refiere a la democracia como forma de participación del pueblo en el gobierno, sino a la democracia erigida en religión que no acepta realidades históricas o políticas anteriores a ella y que, ebria de libertades de perdición, «elige» lo que es bueno y lo que es malo, con desprecio de la ley natural y divina, mediante cálculo aritmético y sin otra vara de medir que el nefando «consenso», que es el punto de encuentro de la gente sin principios. Esta gente sin principios pensó que semejante engendro garantizaría la subsistencia de la monarquía (una monarquía reducida a perifollo retórico) y de la unidad de la patria (una unidad falsa, sostenida sobre la pura conveniencia egoísta); y ahora que se comprueba que no es así se pone a plañir, después de haber metido en casa todas las calamidades que ahora quieren enseñorearse de ella. El verdadero patriota corre en esta coyuntura el riesgo de ofuscarse y hacer caso de los plañidos de esta gente sin principios, acudiendo a su llamamiento. Cometería un gravísimo error; pues ellos fueron quienes entregaron el cuerpo vivo de la patria a la putrefacción, chupándole antes la sangre. Quienes hoy se rasgan las vestiduras son los mismos que han vendido la patria, tanto material como espiritualmente (lo mismo entregando la riqueza nacional a la rapiña extranjera que envenenando el alma del pueblo, haciéndolo cada vez más irreligioso, más vicioso, más zafio y cretinizado). Quienes hoy se las quieren dar de patriotas son los mismos que ayer mismo votaron a favor de quitarle el nombre de una plaza a un hombre que murió consumido por amor a España, para dársela a un señor con orgasmos democráticos que contribuyó (modestísimamente, tampoco exageremos) a su destrucción.

No olvide nunca el verdadero patriota que tan nocivos para España, o más aún, han sido quienes pusieron tronos a las causas como quienes ahora se enseñorean sobre las consecuencias, dispuestos a rematar la faena. Y, en este momento de oprobio, recuerde aquellas palabras de Vázquez de Mella: «El pueblo decae y muere cuando su unidad interna, moral, se rompe, y aparece una generación entera, descreída, que se considera anillo roto en la cadena de los siglos, ignorando que sin la comunidad de tradición no hay Patria; que la Patria no la forma el suelo que pisamos, ni la atmósfera que respiramos, ni el sol que nos alumbra, sino aquel patrimonio espiritual que han fabricado para nosotros las generaciones anteriores durante siglos, y que tenemos el derecho de perfeccionar, de dilatar, de engrandecer, pero no de malbaratar, no de destruir, no de hacer que llegue mermado o que no llegue a las generaciones venideras».

El verdadero patriota debe luchar por restablecer ese patrimonio espiritual; y en ningún caso asociarse con los que lo malbarataron y ahora plañen jeremíacos.

domingo, 26 de julio de 2015

Julio Muñoz Chápuli

Julio Muñoz-Chápuli Ciria
(Valladolid, 1906 - Granada, 1975)
D. Julio Muñoz Chápuli, nacido en Valladolid el 4 de enero de 1906, fue jefe regional de la Comunión Tradicionalista en Andalucía Oriental por nombramiento de D. Manuel Fal Conde (en representación de D. Javier) durante la década de 1950 y principios de los 60. Durante este período se dio una cierta cooperación entre la comunión y el régimen del General Franco nacido del 18 de julio, cuyo objeto era influir en el mismo para provocar su evolución hacia una monarquía tradicional, católica, social y representativa.

D. Julio era propietario en Granada de una empresa de transportes, agente de aduanas y consignatario para los transportes por tranvías eléctricos y cable aéreo, cuya sede se encontraba en la calle San Antón, n.º 37. Como tal, fue jefe provincial del Sindicato de Transportes, siendo elegido en 1954 concejal de la Corporación municipal de Granada por el tercio sindical.

En 1937 había formado parte de los tradicionalistas que recibieron en Granada al príncipe Don Javier, regente a la sazón de la Comunión Tradicionalista y augusto padre de nuestro actual caudillo, S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón.

El 23 de mayo de 1963, como jefe regional de la Comunión Tradicionalista en Andalucía Oriental y miembro, por tanto, de la Junta Nacional de la Comunión Tradicionalista, firmó un manifiesto en defensa de la Unidad Católica en nombre de quien ya era reconocido como S.M.C. el Rey D. Javier.

Como anécdota puede contarse que, siendo aficionado del Granada Club de Fútbol, en 1956 puso gratuitamente a disposición del club camiones de su propiedad para hacer menos costosas las obras de construcción del antiguo estadio de Los Cármenes (véase nota de prensa aquí).

D. Julio también fue miembro de la Junta Diocesana de Acción Católica en Granada, muy preocupado por la formación social y política de los católicos, y cofrade de la Hermandad de la Aurora. Falleció en Granada el 26 de agosto de 1975.

Nuestro amigo D. Ángel Montes, que conoció a D. Julio en persona y se alistó al Requeté en su presencia, lo recuerda con gran afecto y afirma que «fue el prototipo de hombre santo, por sus cualidades humanas y religiosas».


D. Julio Muñoz Chápuli junto al alcalde D. Manuel Sola y el resto de la corporación municipal en 1955
(imagen tomada del siguiente enlace de la página web del Ayuntamiento de Granada)

Nuevamente D. Julio con el alcalde y otros miembros de la Corporación municipal de Granada
(imagen tomada del siguiente enlace de la página web del Ayuntamiento de Granada)

sábado, 25 de julio de 2015

Santiago, Patrón de las Españas

«Rióse don Quijote y pidió que quitasen otro lienzo, debajo del cual se descubrió la imagen del Patrón de las Españas a caballo, la espada ensangrentada, atropellando moros y pisando cabezas; y, en viéndola, dijo don Quijote: - Éste sí que es caballero, y de las escuadras de Cristo; éste se llama don San Diego Matamoros, uno de los más valientes santos y caballeros que tuvo el mundo y tiene agora el cielo.»

Santiago Matamoros, Oleo sobre lienzo. Autor: Maestro de Lourinha

sábado, 18 de julio de 2015

Requetés: guerreros ejemplares

Hoy, 18 de julio, día del Alzamiento que libró a España de la barbarie marxista, traemos a colación un artículo aparecido en plena contienda sobre los requetés, esos guerreros ejemplares de la España católica:


Creyó la gentuza marxista que iba a ser invencible y que los pueblos sedes del marxismo y del anarco-sindicalismo iban a estar siempre en su poder. Pero se equivocaron de medio a medio. Y la columna Redondo les dio el mentís con nuestra gloriosa artillería y con los bravos infantes de Cádiz y con los Regulares y con esos heroicos Requetés, cifra y compendio de todas las virtudes militares, hijos del pueblo en su mayor parte. Y es que el Requeté tiene ante todo el peso de una historia de cien años de luchas contra toda clase de liberalismos, mansos y fieros, y siente toda la magnitud histórica de la presente lucha.

Desde el primer momento los Requetés de todas las regiones están en la brecha. Requetés navarros de la tierra de San Francisco Javier que el 19 de julio en la Plaza del Castillo en Pamplona se ponían a las órdenes del gran general Mola. Requetés que figuran en la toma de Irún con un valor legendario y que tienen el supremo dolor de recoger los cadáveres de Pradera, el cerebro del tradicionalismo, que imitando el gesto sublime de García Moreno, de Beunza el gran navarro, de Honorio Maura alegre y optimista, de Matos, del sacerdote Ayesterán y de aquella pléyade de mártires. Requetés toledanos defensores del Alcázar inmortal, gesta sublime que pasará a nuestra historia.


Y estos Requetés Andaluces que en nada desmerecen de los demás. Requetés que toman en breves días pueblos numerosos, algunos de ellos tan importantes como Montoro y Bujalance, que en Lopera saben derrotar a un enemigo numerosísimo reclutado entre la hez de todas las naciones.

Bravos muchachos cordobeses de Ponce de León, ese capitán que tan valientemente sabe luchar, porque como Redondo recibe su aliento en Cristo. Requetés cordobeses, bien estáis demostrando que Córdoba es «Casa de guerrera gente». Requetés jerezanos, paisanos de aquel gran español que se llamó Miguel Primo de Rivera. Requetés granadinos, que reciben lección de españolismo en la tumba de los Reyes Católicos. Requetés de Huelva, que bajo la advocación de la Virgen del Rocío luchan, y cuyo comisario carlista de guerra el batallador exdiputado Saro López entrara el primero en Montoro. Requetés sevillanos, preparados para la guerra por el gran Redondo y por Enrique Barráu, bien os estáis portando, los campos de la campiña cordobesa han tenido una buena cosecha de amapolas en las bermejas boinas de los Requetés.

Requetés, seguid como hasta el presente cosechando nuevos laureles que poner ante el trono del Altísimo, y que al grito de ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva Españal! la espada rematada por la cruz, vaya conquistando nuevos terrenos para la Patria.

RAFAEL ORTEGA LÓPEZ
Corresponsal de guerra del Requeté
El Defensor de Córdoba: Diario Católico de Noticias (7 de enero de 1937)

martes, 7 de julio de 2015

Encuentro del Círculo Tradicionalista de Granada General Carlos Calderón

El pasado domingo, 5 de julio, varios miembros y amigos del Círculo Tradicionalista de Granada General Carlos Calderón nos reunimos fraternalmente para planificar actividades para el próximo curso 2015-2016 y rendir homenaje a los muertos de la Santa Causa de la Tradición, por la que, siguiendo el ejemplo de su entrega y dedicación —en muchos casos hasta el cadalso— nos proponemos no desfallecer.

A las 11 de la mañana tenía lugar en la capilla María Reina, situada en la placeta Gutierre de Cetina, el Santo Sacrificio de la Misa por el inmemorial rito romano tradicional; la misma misa que oyeron con devoción nuestros abuelos, los requetés en campaña, los mártires de la Unidad Católica, los cruzados en peregrinación a Tierra Santa y millones de nuestros antepasados.

La solemnidad y belleza de la liturgia tridentina la convierten en una de las joyas más preciadas de la Iglesia, razón por la que es y ha sido combatida por los enemigos de Dios durante siglos, como el heresiarca Lutero, que dijo: «destruyamos la misa, y destruiremos a la Iglesia».

Instantánea tomada durante la Consagración

En su homilía, el sacerdote, Rvdo. Sr. D. Luis María Canale, nos habló del puente que supone la Santa Religión Católica, única verdadera, que al cruzarlo nos traslada de la muerte a la vida, del pecado que nos aparta de Dios a la Gloria eterna de su compañía. No en vano, el vocablo pontífice, que significa constructor de puentes, ejemplifica cuál es la labor de la Iglesia, a cuya cabeza reinaron durante siglos santos Papas que nos legaron el Magisterio infalible al que debemos obediencia. D. Luis María nos habló también de la devoción a la Santísima Virgen y de la importancia de la Sagrada Eucaristía, pues está escrito: Qui manducat meam carnem, et bibit meum sanguinem, habet vitam æternam: et ego resuscitabo eum in novissimo die (Joan. VI, 55).

Acabada la misa, nos dirigimos a un bar cercano del Zaidín, barrio famoso por su buen tapeo, en cuya agradable terraza procedimos a almorzar en compañía de D. Luis María, que bendijo la mesa y nos deleitó con su conversación sabia, al tiempo que cercana y jovial. La cerveza fría y el buen cobijo de las sombrillas nos ayudaron a sobrellevar las altas temperaturas de estos días.

La conversación fue fructífera, pues sirvió para concretar y planificar el acto del próximo 2 de enero —día de la Toma de Granada— además de diversas actividades que incluyen charlas de formación y catequesis, que la Hermandad de San Pío X se ha ofrecido generosamente a impartir.


Comida de hermandad

Trascurridas unas horas, acudimos —tal y como habíamos planeado— al cementerio municipal de San José con el fin de rezar por los muertos tradicionalistas que nos precedieron en la lucha y por todos aquellos que se inmolaron por Dios y por España, debido a la proximidad de la fecha gloriosa del 18 de julio.

D. Luis María rezó un responso ante la Santa Cruz de los muertos de la Cruzada de 1936, que concluyó con las palabras: «Requiem æternam dona eis, Domine, et lux perpetua luceat eis» y culminamos con el canto del Oriamendi, precedido por los versos del poeta tradicionalista burgalés y voluntario requeté Martín Garrido Hernando:

Lo demandó el honor y obedecieron, 
lo requirió el deber y lo acataron; 
con su sangre la empresa rubricaron 
con su esfuerzo la Patria redimieron.  
Fueron grandes y fuertes, porque fueron 
fieles al juramento que empeñaron. 
Por eso como púgiles lucharon, 
por eso como mártires murieron.  
Inmolarse por Dios fue su destino, 
salvar a España su pasión entera, 
servir al Rey su vocación y sino.  
¡No supieron querer a otra Bandera! 
¡No supieron andar otro camino! 
¡No supieron morir de otra manera!

Frente a la Cruz de los muertos por Dios y por España

A continuación, fuimos a orar ante las tumbas de algunos de los carlistas granadinos más destacados, empezando por el ilustre General que da nombre a nuestro círculo, D. Carlos Calderón y Vasco.




Ante la tumba del General Carlos Calderón y Vasco
Ante la tumba del periodista Francisco Guerrero Vílchez, caballero de la Orden de la
Legitimidad Proscrita, fundador y director del periódico La Verdad, un auténtico héroe
que mantuvo viva la llama del tradicionalismo en Granada durante los 60 años que mediaron
entre la Tercera Guerra Carlista y la Cruzada de Liberación, siendo combatiente en ambas.

Panteón de los Herrasti (familia tradicionalista) en el que está
enterrado el que fuera jefe de la Comunión Tradicionalista en
Andalucía Oriental, Ramón de Contreras y Pérez de Herrasti
Ante la tumba del combatiente requeté Juan Bertos, defensor de Dios y
de España, como reza su epitafio, y presidente del Círculo Fal Conde de
Granada, del que somos herederos, que estuvo activo hasta la década de 1990.

Después de rezar piadosamente por nuestros muertos, nos acercamos a la Alhambra, visitando el majestuoso palacio renacentista del Emperador Carlos V y apreciando la hermosa vista panorámica del Albaicín junto a la Torre de la Vela, dando por concluido nuestro encuentro.


jueves, 2 de julio de 2015

Excmo. Sr. D. Francisco Javier Mier y Campillo, Obispo de Almería e Inquisidor general

Francisco Javier Mier y Campillo (1801-1815 ó 1816).

[D. Francisco Javier Mier y Campillo], asturiano nacido en Alles el 18 de febrero de 1748 (7), fue preconizado el 19 de enero de 1801 (8), o el 24 de mayo de 1802 (9), y gobernó la diócesis [de Almería] hasta su renuncia que, para Tapia se produjo el 1 de mayo de 1816 (10), para Ruiz Fidalgo en 1816 (11), para Perlado (12) el 16 de septiembre del año anterior y para Guitarte el 16 de diciembre de 1815 (13). No hemos hallado en los autores que consultamos fecha cierta de su fallecimiento. Guitarte dice que se produjo antes del 20 de mayo de 1818 (14).

Debió ganar notable prestigio al frente de la diócesis almeriense ya que cuando las Cortes de Cádiz eligieron consejeros de Estado, el 27 de enero de 1812, fue el segundo más votado, obteniendo la confianza de 48 diputados, sin duda tradicionalistas, en el primer escrutinio. Como ninguno de los candidatos alcanzó la mayoría absoluta se pasó a una segunda votación en la que compitió con el cardenal Borbón, arzobispo de Toledo y de Sevilla, y con los obispos de La Habana y Urgel. Logró 73 votos frente a los 86 del cardenal, que resultó elegido (15). Que los votos liberales que se los llevó Borbón es pura evidencia.

Según el Filósofo Rancio y Borrull fue uno de los obispos que representaron en favor de la Inquisición (16). Cuando al fin se pudieron celebrar elecciones en las provincias, llegando así a las Cortes los diputados que verdaderamente eligió el pueblo español, conforme a las normas de la recién promulgada Constitución de 1812 y que dieron lugar a una notable mayoría de diputados tradicionalistas, el obispo de Almería fue elegido representante por Granada, tomando posesión de su escaño, ya en Madrid, el 15 de enero de 1814 (17).

A partir de ese momento militó abiertamente en el campo tradicionalista que se impuso en casi todas las votaciones a sus rivales en los pocos meses que quedaban de vida a las Cortes. Quisieron los liberales privar de su escaño al obispo de Pamplona, Arias Teijeiro, y Mier fue uno de los 82 diputados que impusieron su candidatura frente a 58 votos liberales. También estuvo entre los diputados que aseguraron las elecciones que se habían celebrado en Galicia con abrumador triunfo tradicional, en varias votaciones del Congreso (18). Votó en cambio el encausamiento del diputado ultrarrealista López de Reina, si bien en esa ocasión la mayoría de los diputados tradicionalistas se unió con los liberales, lo que supuso 123 votos contra 13 (9-II-1814), (19). Fue derrotado, esta vez con muchos de los de su partido, por 58 votos contra 68, cuando intentaron oponerse a la causa contra el marqués del Palacio (11-II-1814), (20).

El acto más significado de su paso por las Cortes fue el haber firmado, con otros 68 diputados, el célebre Manifiesto de los Persas (21), que constituyó una rotunda denuncia de la obra gaditana y sirvió de base teórica a la reacción absolutista, aunque luego esta se alejara mucho de lo propugnado por los persas en su Manifiesto (22).

Semejante conducta fue ciertamente del agrado de Fernando VII que, una vez restaurado el Tribunal del Santo Oficio, le propuso para Inquisidor general (23), cargo que ocupó, según Bernardino Llorca (24), de 1814 a 1818, si bien Martí Gilabert fecha su renuncia en 1815 (25) ¿Renunció antes el cargo de Inquisidor que la diócesis? ¿Lo mantuvo después de dimitir la mitra? ¿Dejó ambos en 1815 ó 1816? Otra incógnita más de las muchas que nos encontramos al tratar de los obispos españoles. Y no de los siglos oscuros y antiguos sino de los de ayer.

De sus días de. inquisidor general señalaremos la publicación del decreto de Consalvi contra la masonería el 2 de enero de 1815 (26) y su decreto de 5 de abril del mismo año en el que manifestaba como había males mayores que los causados por los franceses: los progresos de la incredulidad y la corrupción de las costumbres (27).

Reformó y amplió su seminario (28) y, aunque nunca consagró a un obispo, asistió a diversas consagraciones: el 2 de junio de 1805, en Jaén, a la del obispo de Guadix, Cabello, el 12 de febrero de 1815; en Madrid, a la de los de Lugo, Azpeitia, y Zamora, Inguanzo, el 9 de abril de 1815, también en Madrid, a la del de Ciudad Rodrigo, Ramírez de la Piscina y el 16 de febrero de 1817, asimismo en la capital de España, a la del auxiliar de Canarias, Vicente Román Linares (29). Evidentemente su cargo de Inquisidor general le hizo permanecer en Madrid. Su intervención en una consagración episcopal en 1817, con lo que esa larga ceremonia suponía de resistencia física en los participantes, excluye la enfermedad como causa de la renuncia. Tampoco parece que pueda atribuirse a haber caído en desgracia con Fernando VII, pues quienes incurrían en el regio enojo inmediatamente eran alejados de la corte. El nombramiento de sucesor al frente de la Inquisición no se produjo hasta junio de 1818 (30), lo que podría indicar que permaneció rigiendo el Santo Oficio hasta su muerte y que la renuncia a la mitra almeriense pudo deberse a la escrupulosidad del prelado que, al no poder cumplir sus deberes de residencia por el cargo inquisitorial, dejó el obispado. Pero todo esto no pasa de conjeturas.


(5) Ruiz FIDALGO: «Obispos españoles», en DHEE, Suplemento, Madrid, 1987, 557; Guitarte: Op. cit., pág. 110.
(6) EGAÑA, ANTONIO DE: Historia de la Iglesia en la América española. Desde
el Descubrimiento hasta comienzos del siglo XIX. Hemisferio Sur, BAC, Madrid 1966, pág. 1015; GUITARTE: 0p. cit., pág. 110.
(7) Diz-Lois, MARÍA CRISTINA: El manifiesto de 1814, EUNSA, Pamplona, 1975, pág. 125; Guitarte: Op. cit., pág. 122.
(8) TAPIA: 0p. cit., 44; Ruiz FIDALGO: Op. cit., pág. 544.
(9) GUITARTE: 0p. cit., pág. 122.
(10) TAPIA: Op. cit., pág. 4 4.
(11) Ruiz FIDALGO: Op. cit., pág. 544.
(12) PERLADO, PEDRO ANTONIO: Los obispos españoles ante la amnistía de 1817, EUNSA, Pamplona, 1971, pág. 172.
(13) GUITARTE: 0p. cit., pág. 122.
(14) GUITARTE: 0p. cit.; pág. 122.
(15) Actas de las sesiones secretas de las Cortes, Madrid, 1874, pág. 541; FERNANDEZ DE LA CIGOÑA, FRANCISCO JOSÉ: El liberalismo y la Iglesia española. Historia de una persecución, II. Las Cortes de Cádiz, Fundación Francisco Elias de Tejada y Erasmo Pércopo, Madrid, 1996, pág. 151.
(16) AL VARADO, FRANCISCO: Cartas criticas, II, Madrid, 1 8 2 4 , pág. 4 5 3; Discusión del proyecto de decreto sobre el Tribunal de la Inquisición, Cádiz, 1813, págs. 3 8 9 - 3 9 0 ; FERNANDEZ DE LA CIGOÑA: Op. cit., pág. 217.
(17) Actas de las sesiones de la legislatura ordinaria de 1813, en adelante ASLO13, Madrid, 1876, pág. 336.
(18) ASL013, págs. 352, 387, 395, 399, 403.
(19) ASL013, pág. 451.
(20) ASL013, pág. 457.
(21) DIZ-LOIS: Op. cit., págs. 104, 125, 276.
(22) FERNÁNDEZ DE LA CIGOÑA, FRANCISCO JOSÉ: «El manifiesto de los persas», en Verbo, núm. 141-142, enero-febrero 1976, passim.
(23) MARTÍ GILABERT, FRANCISCO: La abolición de la Inquisición en España, EUNSA, Pamplona, 1975, pág. 302.
(24) LLORCA, BERNARDINO: Inquisición, DHEE, II, 1200.
(25) MARTÍ GILABERT: Op. cit., pág. 304.
(26) OLEA, PEDRO: «Iglesia y masonería. El archivo de la nunciatura de Madrid, 1800 - 1850» , en Masonería. Política y Sociedad, II, Centro de Estudios Históricos de la Masonería Española, Zaragoza, 1989, pág. 572.
(27) OLEA: Op. cit., págs. 571-572.
(28) TAPIA: Op. cit., pág. 43.


Extraído de Los Obispos españoles del Siglo XIX. Diócesis de Almería.
Por Francisco José Fernández de la Cigoña

Revista Verbo. Fundación Speiro