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martes, 1 de diciembre de 2015

Más de un siglo de luces: entrevista a Juan Manuel Rubio Moscoso

Domingo 29.11.15
EL NORTE DE CASTILLA
por Jorge Moreno

Ingeniero granadino y vallisoletano de adopción, Juan Rubio demuestra en las tertulias de Recreo toda su lucidez al narrar su centenaria y azarosa vida

Conoció a Federico García Lorca, fusilado en 1936, en su Granada natal, en la que estudió con los jesuitas. Fue secretario de Manuel de Falla y asesoró a Sadam Husein cuatro años, en 1972, convenciéndole de las bondades de instalar azucareras en Kurdistán. De ello, algo ya sabía, porque fue el ingeniero que montó la azucarera de Peñafiel en la posguerra. Juan Manuel Rubio Moscoso cumplirá el próximo 18 de enero 105 años sin que su actividad diaria y cuerpo se resientan poco más allá de la vista. Sus amigos dicen que «con unos ojos operados, seguiría ejecutando sus ideas de ingeniería».

Antiguo requeté, Rubio acude todos los días a misa desde su residencia, en la calle Muro, hasta la parroquia de San Francisco, del paseo de Zorrilla. Terminada la homilía, regresa andando con su bastón hasta el Círculo de Recreo, en Duque de la Victoria, donde participa en las tertulias de café o vermú, según la estación, con otros jubilados. El más joven, 72 años. Todos escuchan absortos desde décadas su azarosa vida.

El año en el que Juan nació (1911) Rusia y Alemania pactaron la construcción de una vía férrea para conectar Persia con la línea Berlín-Bagdad, y el revolucionario mexicano Emiliano Zapata tomó la ciudad de Chiautla de Tapia, en Puebla, liberando a todos los presos. También se fundó la capital de la India, Delhi.

De la quinta del expresidente de EE.UU. Ronald Reagan, Juan va a todos lados con su sombrero, «una moda que la República trató de quitar porque decía que éramos unos señoritos. Hasta los guardias de asalto nos recriminaban en Granada». Y de esa pugna, entre gorras proletarias y sombreros, viene su resistencia costumbrista centenaria, que todavía hoy pasea por la capital vallisoletana.

«Siempre he sido muy inquieto. Como era alto, con 15 años me presentaba en los trabajos diciendo que tenía más edad, y me contrataban», explica. Y así fue, sin que se enterasen sus padres, como le dieron el primer empleo en la Compañía Española de Gas y Electricidad Lebón, que disponía de sede en Granada.

La carrera de ingeniero la tuvo que estudiar en los años 30 en Lieja, después de que el presidente de la II República, Manuel Azaña, decretase la «disolución en territorio español de la Compañía de Jesús», su colegio. Tres mil docentes, junto a decenas de estudiantes, optaron por marcharse a Bélgica o Italia para continuar los estudios.

«Antes de entrar en el Instituto Católico de Artes e Industrias, de Lieja, había hecho dos cursos de Físicas. He estudiado mucho toda mi vida y lo que más me ha gustado ha sido la filosofía y la teología. No soy católico por mis antecedentes familiares, sino por creencias asumidas», apostilla. En Bélgica, Rubio Moscoso obtuvo una de las 40 plazas de entre los 300 aspirantes, y durante cuatro años se formó en ingeniería.

La guerra civil le pilló con 25 años en Granada, en donde se movilizó como alférez provisional. Luego llegó a capitán. «Entonces era muy tradicionalista. Conocía a Lorca de antes del 36, cuando yo iba a las tertulias de Derecho y él hablaba. El mismo Luis Rosales me contó que no quería que saliese de casa antes de que le arrestasen tras el alzamiento», explica.


Azucarera de Peñafiel

Juan Rubio llegó a Valladolid para montar la azucarera de Peñafiel, después de que una empresa granadina (Nueva Rosario) decidiera fundar Azucareras Castellanas, en 1954. La primera campaña fue la de 1956-57. Rubio estaba entonces en Granada y le enviaron a Valladolid. «En la fábrica teníamos once camiones de vapor, capaces de trasladar 40 toneladas de remolacha cada uno, aunque con menor velocidad», recuerda. Entonces un obrero de primera de la fabrica ganaba 2,5 pesetas diarias. 

«Como director, yo entré ganando 550 pesetas mensuales. No era mucho, pero los que allí trabajamos teníamos otras ventajas. La vivienda, lo que se recogía de la huerta o los arreglos que te hacían». De Peñafiel, el régimen franquista le encargó ser el primer director de la fabrica de Acor de Valladolid, próxima al cementerio. 

Con cuatro hijos, vivos todos, uno sacerdote de 70 años («me casé ya mayor, con 34 años»), este nieto de un astorgano explica en las tertulias del Círculo del Recreo cómo tiene en mente un nuevo motor de explosión «capaz de revolucionar la industria».

Sobre el sistema educativo actual también es crítico. «Antes uno se hacía abogado porque tenía cualidades, y ahora no saben ni por qué eligen una profesión. Es un desastre la educación que hay. Íbamos a la universidad y, cuando entraba el profesor, todo el mundo se ponía en pie por respeto a sus conocimientos. Ahora es todo ordinariez. Los compañeros de clase éramos amigos y no conocidos. Eso ya no existe. No lo comprendo», se lamenta. 

Petróleo a cambio de azúcar

Con buenas referencias industriales de Juan Rubio, el Ministerio de Hacienda y la diplomacia franquista acordaron enviarle desde Valladolid a Iraq para montar más fábricas azucareras a principios de los 70. El régimen había concendido en 1974 a Saddam Hussein la Gran Cruz de Isabel la Católica por el envío de petróleo.

«Allí no conocían la remolacha. Estuve casi cuatro años y montando una fábrica en el norte del Kurdistán. Lo que está sucediendo ahora con la guerra de Siria, es un disparate. Conocí a Hussein cuando era vicepresidente. Como las relaciones con España eran fantásticas, todo lo que decíamos le parecía bien», explica.

Para trabajar allí se montó una sociedad a través del Ministerio de Hacienda, que tenía sus oficinas en una torre de Madrid.

La radio, el mejor invento

El invento que en este siglo de existencia a Juan más le llama la atención es la radio. «Llegó a Granada en los años 20, y se desató no solo un interés por el medio, sino por tratar de aprender cómo fabricarlas. De estudiantes, comprábamos las lámparas y piezas para hacerlas en el colegio», recuerda.

Una sociedad aquella que, no obstante, mostraba su rostro oscuro con «una sanidad muy atrasada».

Y, ¿qué le pide hoy a la vida? «Qué se arregle esto de España. Me gusta mucho la historia , y me molesta el retraso enorme. No es cierto que la juventud de ahora esté mejor preparada que la de otras generaciones. Mentira. ¿Qué se inventa ahora? Nada. Antes estábamos limitados por el dinero, pero se sabía cómo se podían hacer cosas», sentencia.

Con años de trabajo, Juan Rubio recuerda que «la Seguridad Social se equivocó en el cálculo de su pensión en 1975», y cuando se dio cuenta después de cinco años, ya no había nada que hacer. «Debía estar con la máxima, porque en aquellos años llegué a ganar más de 200.000 pesetas mensuales», afirma.

Para compensar esta reducción, el ingeniero granadino aceptó la oferta de asesor de la empresa Babcock & Wilcox durante cuatro años. «Acudía a Bilbao para asesorar a los ingenieros, pero luego murió mi mujer, Mercedes, y lo dejé», dice.

Rubio vive de su pensión de 1.100 euros. A punto de cumplir 105 años, lo que más echa en falta es la vista.

Vídeo de la entrevista


http://www.elnortedecastilla.es/valladolid/201512/01/anos-para-juan-rubio-20151201133136.html

3 comentarios:

  1. ¿Será este señor hermano del muy valeroso alférez José Rubio Moscoso, aquel que en la División Azul cayó heroicamente en combate? Si así fuera, le quedaría muy agradecido a quien me lo confirmara.

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  2. Así es en efecto. Se lo confirmamos.

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  3. Fué un placer conocerle y compartir tertulia y almuerzo con él. Todo un caballero.
    Don Juan de Valladolid

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