Biblioteca de Autores

Páginas

Otras páginas tradicionalistas

Librerías y revistas

Páginas en Facebook de la dinastía legítima de las Españas

martes, 1 de noviembre de 2016

Tradiciones de grandes almacenes


                     

Ya se acaba otro Halloween, una fiesta en la que los niños se disfrazan y llaman de puerta en puerta para amenazar con jugarretas si no les entregan golosinas. Es el «truco o trato», que ha llegado a España desde Estados Unidos y ya es prácticamente una tradición… de grandes almacenes.

Hace ya meses, en uno de esos malos ratos que paso cuando tengo en la televisión un telediario, salió una sección dedicado a la metedura de pelo del «Toro de la Peña» en la que cambiaron el fuego de las astas del toro por unas bombillas LED. A raíz de la polémica que se creó a causa del Toro de la Peña, la sección aprovechó para hablar de tradiciones que habían cambiado con el objetivo (o eso decían ellos) de equilibrar tradición y respeto a los animales. El truco del Toro de la Peña no contentó a nadie, pero resulta que otros sí. Uno de esos fue cambiar una persecución por unos toros por unas grandes bolas de plástico que hacían rodar por una cuesta. En otra ocasión, cambiaron una captura de patos por una captura de huevos de plástico en el mar con regalos en su interior. Por supuesto, les encantó a los niños.
Todos esos cambios me produjeron una fuerte repulsa, pero lo que más me escandalizó fue el hecho de que en todos se impusieron productos manufacturados, por lo general de algún tipo de plástico; lo que choca con los elementos de cualquier tradición popular. Antes, todos los elementos de las tradiciones los daba la tierra, los paría un animal o los producía un artesano. Se trataba de algo al alcance relativo de cualquiera. Ahora no: todo es salido de una fábrica y hay que confiar en un agente externo para que tenga lugar una tradición. La actitud oficial parece que estuviera sacada de Un Mundo Feliz, de Aldous Huxley: el sistema económico impone el odio a la naturaleza, pero con reservas (mientras venda).
Esto explica por qué también se ha impuesto el modelo anglo-sajón de la Navidad: ayuda al consumismo. Y no se sorprendan si en unos años aparecen, si es que no existen ya, grupos que quieran prohibir la Tomatina bajo la excusa de que se malgasta comida.
Lo malo de lo natural es que de ello sólo sacan provecho los ganaderos y agricultores, o al menos los que no llenan su ganado y su cosecha de hormonas y transgénicos. El Día de Todos los Santos no interesa, porque las flores no se fabrican en masa y los dulces tradicionales del Día de Todos los Santos se pueden hacer en casa. Halloween sí que da beneficios: disfraces, golosinas, decoración, películas de miedo… todo se puede hacer en masa en una fábrica.
El Día de Todos los Santos no genera consumismo, pero sí Halloween. Y ahora Halloween es una tradición, pero es una tradición productiva. Con ella, los difuntos, protagonistas del Día de Todos los Santos o del Día de Difuntos, pasan a segundo plano en beneficio del egoísmo personal y de la felicidad material, y la dependencia hacia los comercios es total.

No hay comentarios:

Publicar un comentario