Aunque principalmente se tratará el problema político de España, como éste se roza con el problema militar y parece que algunos militares, mal aconsejados, han querido convertir el glorioso Movimiento Nacional en una cuartelada o pronunciamiento estilo siglo XIX, desvirtuando su carácter popular, base y fundamento jurídico de su legitimidad, accidentalmente se tratará de los mayúsculos yerros militares; porque las guerras se ganan alcanzando victorias y no repitiendo tontamente las palabras: victoria, invicto, derrota aplastante del enemigo, descalabro tremendo, etcétera, etc. Resulta soberanamente ridículo leer la prensa nacionalista española, convertida en un inmenso botafumeiro por obra y gracia de politiquillos de la más vieja escuela, como Serrano Suñer, que, al remedar los métodos fascistas e hitlerianos, los han dejado tamañitos. Se publicará a su hora una colección de las órdenes emanadas de la Dirección de Prensa y Propaganda de Salamanca, que resulta el monumento máximo de la adulación, del servilismo y de la incomprensión del carácter y psicología españoles.
Dejados de la mano de Dios han olvidado que en el fondo del español está siempre el espíritu de aquellos claros varones que, monárquicos ferventísimos, se dirigían a la Autoridad con las frases sabidas: Nos que somos tanto como vos y juntos más que vos; Rey serás, si ficieres derecho, e si no, non lo serás. Y la figura gigante del Alcalde de Zalamea será siempre el modelo representativo del verdadero carácter español, que se pretende convertir en el rebaño de Panurgo o en autómatas marcando el paso de ganso, sin ideas y sin voluntad propias.
Las necesidades de la guerra imponen muchas obligaciones y restricciones, cierto, ciertísimo; pero lo que jamás imponen es el ridículo, y menos todavía aprovecharlas para hacerse una plataforma y convertir a todos los periódicos en un diario y repetido anuncio gratis. ¡Qué mala debe ser la mercancía cuando necesita tanto bombo! [...]
Aunque se han visto los originales y fotografías de los documentos que se citarán, es inútil pedir, antes de finir la guerra, las tales fotocopias y documentos, celosamente guardados en lugar seguro. [...]
José Sanjurjo Sacanell (1872-1936) |
En la preparación del Movimiento que debía acaudillar el glorioso, doble laureado, general Sanjurjo, tuvieron poca intervención los generales que luego, por efecto de las circunstancias, han resultado primeras figuras.
El Movimiento fue preparado por la Comunión Tradicionalista —el viejo Carlismo, luchador de siempre y siempre por los mismos ideales—, en combinación con algunos elementos de Renovación Española, con algunos de José Antonio, quien estaba en la cárcel cuando se enteró, con el conocimiento de Gil Robles a última hora y siempre bajo la jefatura de Sanjurjo. Los representantes de éste fueron, primero, un general que se rajó en Madrid; luego el doble laureado, entonces coronel Varela, y cuando éste no podía ya moverse por pisarle los talones la policía de Azaña, quien lo tenía en el castillo de Santa Catalina en Cádiz al estallar el Movimiento, fue el postrer representante el general Mola, Gobernador Militar de Pamplona.
El general Franco se comprometió a sublevarse en África mucho después que el actual Príncipe-Regente de la Comunión Tradicionalista-Carlista se entrevistase en Lisboa, por orden del difunto Rey Don Alfonso Carlos (q. s. g. h.), con el general Sanjurjo y se conviniesen los postreros detalles del Movimiento que sustancialmente fueron:
Los Requetés cooperarían, desde el primer instante, al Movimiento, si lo iniciaba el Ejército; pero si éste no podía, los Requetés empezarían, siempre mandados por el general Sanjurjo, y para ello, el teniente coronel de E. M. Baselga formó el plan del alzamiento, constituido en principio por dos fuertes grupos de Requetés que aparecerían en la Sierra de Huelva y en la Sierra de Gata, en el sudoeste de España, sobre la frontera de Portugal, por razones obvias y fáciles de comprender.
Eduardo Baselga Recarte (1879-1936) |
Si bien es cierto que él había reservado su pensamiento, no es difícil adivinar que hubiera tenido lugar por el norte de Madrid, y aun es probable que hubiera sido algún Guadalajara, pero glorioso. Desde las estribaciones del Guadarrama por Sigüenza y hasta Medinaceli existe, en dirección a Madrid, un vasto terreno para dar una batalla, o una serie de combates que abrieran las puertas de la Capital por el único camino que se pueden abrir, según lo aprendieron Felipe V y Napoleón.
1 comentario:
En 1952, en Barcelona, Don Javier se llama por primera vez Rey de España, y el 17 de enero de 1956, en Madrid, ante el que llama Consejo de la Comunión dice en "declaración pública y terminante" que lo anterior "queda hoy perfectamente ratificado", empleando las siguientes palabras: "He aceptado para Mí y para Mis descendientes la sucesión legítima de la Monarquía Española, la pesada carga de la corona en el Destierro" Sin perjuicio de que al día siguiente, 18 de enero de 1956, en carta a Don Antonio Iturmendi, Ministro del General Franco, se desdiga de la anterior declaración de esta forma: "Debo asegurarle también que el contenido de dicha hoja (sustancialmente igual al de la solemne declaración que acabamos de transcribir) no responde ni a mis declaraciones verbales ni a la línea de conducta que me he trazado y que he seguido siempre...con lealtad al Movimiento Nacional". Sin perjuicio tampoco de que, posteriormente, desde el extranjero, vuelva a firmar escritos como Regente.
Publicar un comentario