Con motivo del aniversario de la muerte del célebre brigadier y general titular de nuestro granadino Círculo Tradicionalista General Carlos Calderón, reproducimos diferentes noticias sobre su muerte aparecidas en la prensa a principios de 1892:
DON CARLOS CALDERÓN Y VASCO
DON CARLOS CALDERÓN Y VASCO
«El general Calderón, el bravo militar que empezó su vida de
soldado siendo un niño, batiéndose de alférez de Coraceros del Príncipe, a las
órdenes del general Zabala, contra Prim, y que sabedor luego la revolución
Setembrina se presentó a D. Carlos en París para ponerse por completo a sus
órdenes, ha desaparecido de entre nosotros en el poco tiempo que ha necesitado
una enfermedad aguda y traidora para matarle.
»Aun los enemigos de nuestras ideas proclaman muy a las claras
las brillantes dotes del caballero y del soldado.
»Los oficiales del batallón de Cazadores de Segorbe, que
cayeron prisioneros en la toma de Portugalete, pregonaron luego en su campo el trato
caballeroso y exquisito que les dio el entonces Teniente coronel del 2.º batallón
de Navarra, guardador de los prisioneros liberales.
»Lo mismo cuando se batía bizarramente en el campo de
batalla, como ahora que dirigía los negocios de empresas importantísimas,
siempre ha colocado muy alto su nombre, y es por eso intachable su reputación.»
(La
Tradición ).
«Ni en la prosperidad ni en la desgracia perdió nunca su
buen nombre de perfecto caballero, cuya cualidad le ha sido reconocida siempre
por amigos y enemigos, habiendo observado en todas ocasiones una conducta
irreprochable, gozando de fama merecida, por su valor acreditado, por su
honradez a toda prueba y por su inquebrantable constancia.
»Don Carlos Calderón ha bajado al sepulcro en la capital de
Fancia, donde se encontraba últimamente, siendo honrado y respetado por cuantos
le conocieron y trataron, y dejando un nombre exento de toda mancha y un vacío
inmenso en el seno de su familia y en el vasto círculo de sus amigos y
relaciones.»
(El Noticiero universal).
«Vedle ya fuera del mundo de los vivos, pero en cambio deja
tras de sí la estela refulgente de su gloria al noble partido en que militó,
aunque llenando de amarga pena el corazón de sus numerosos amigos. Porque los
tenía buenos y en todas partes: desde el egregio Príncipe, a quien consagrara
su fortuna, su porvenir y el peso de su potente espada, hasta sus compañeros de
armas y sus amados voluntarios. Deja detrás de sí una envidiable memoria,
porque valía tanto que hasta sus mismos contrarios le querían:… y hemos sabido
también que hasta en el regio Alcázar de la Plaza de Oriente se han lamentado de la prematura
muerte del sin par caballero, del lealísimo soldado de la legitimidad.
»Y es que en Calderón todo atraía; hasta su figura era
arrogante y simpática: alto, moreno, de grandes ojos negros, de fisonomía dulce
y franca, sin por ello dejar de ser enérgica a las veces, era del tipo árabe más
puro, descrito en las leyendas de la Reconquista.
De un corazón que no le cabía en el pecho, de una generosidad
sin límites y de un valor rayano en la temeridad, ¿qué mucho que despertara
cariño y afecciones por todas partes?
»La nostalgia de la paz no pudo, sin embargo, concluir con
su genio emprendedor y activo. Se dedicó a empresas y negocios, cruzó los
mares, y en América, lo mismo que en Navarra y en Madrid, era siempre el franco
amigo y el camarada de todos. Hasta el mismo D. Alfonso XII apreciaba en su justo
valor y respetaba la consecuencia política y la caballerosa lealtad de Carlos
Calderón.»
(El Estandarte Real).
«Guardaba las tradiciones y los afectos de su familia como
un culto; por eso fue carlista, por eso continuó con el actual marqués de
Comillas la amistad que al mismo profesó su padre, decidido protector de aquel
hombre laborioso e inteligente que se llamó D. Antonio López.
»Había que reconocer íntimamente a D. Carlos Calderón para
saber lo que valía aquel corazón de oro, aquel tipo de caballero sin miedo y
sin tacha, que llevó a los negocios un espíritu de rectitud y de nobleza que
era uno de sus principales atractivos.
»Con él ha desaparecido uno de los tipos caballerescos que
el inmortal D. Pedro Calderón de la
Barca pintaba.
»Sobre su tumba puede ponerse este epitafio: Aquí yace un caballero español. »
(El Heraldo de Madrid).