domingo, 26 de agosto de 2018

Don Sixto o el Petróleo

Don Carlos o el Petróleo es el título de un opúsculo del canónigo Vicente Manterola que circuló durante el Sexenio Revolucionario, siendo una expresión que significaba que si Carlos VII no reinaba en España, las consecuencias de la Revolución iban a ser devastadoras. La pérdida de las últimas provincias de Ultramar en 1898 en la época políticamente más estable desde 1833, la anarquía política desde 1898 hasta 1939 y el desmantelamiento de España desde 1975 han terminado por confirmar esta advertencia.


En 1898, en un cúmulo de circunstancias que fácilmente se podrían
haber evitado, España pierde la guerra con Estados Unidos,
y se ve obligada a reconocer la independencia de Cuba, bajo
tutela estadounidense, a entregar las islas Filipinas y las islas de
Puerto Rico y Guaján (Guam) a EEUU, y, en 1899, a vender
los archipiélagos de las Carolinas y las Marianas a Alemania.
La derrota provocará una severa crisis moral que incentivará los
nacionalismos vasco y catalán, que hasta ahora no han desaparecido.


Ahora mismo, la situación en la que nos encontramos nos plantea la misma disyuntiva. La celebración de un referéndum ilegal con Artur Mas y el intento de secesión con Puigdemont, todo ello ante la pasividad de Mariano Rajoy, ha demostrado la debilidad del Estado. La moción de censura ha eliminado cualquier ilusión de que los partidos políticos busquen algo más que poder y, finalmente, la gran avalancha de inmigrantes ilegales, de robos y otras situaciones de delincuencia en todo el período de verano demuestra la incapacidad jurídica y material de las fuerzas del orden de mantener la seguridad en España. La situación delicada ante el separatismo, un feminismo que amenaza con un estado totalitario y un Islam y una emigración masiva que amenazan con destruir todo lo que conocemos, hará que en un futuro más o menos cercano se busque una nueva fórmula política para resolver la situación.


La decisión del gobierno de Pedro Sánchez (PSOE) de exhumar
los restos mortales del General Francisco Franco ante
la protesta de su familia y violando los convenios internacionales con la Santa Sede
(con la actitud cómplice, no obstante, de la Conferencia Episcopal)
demuestra, viniendo de parte de un gobernante que no ha ganado unas
elecciones, que es la fuerza y no el Derecho lo que rige en España.


Esta búsqueda de una nueva alternativa es bastante más obvia en el extranjero que en España, donde se ha buscado la elección de Trump, del nuevo gobierno italiano anti-inmigración y se ha desarrollado el Brexit como fórmulas transitorias para resolver problemas similares; mientras, poco a poco se va formando una base social, que, al menos en las redes, busca un diagnóstico del problema. Sin embargo, tarde o temprano, esta base deberá darse cuenta que no bastará con remediar una serie de problemas, sino que es necesario remediarlos todos a la vez. En el caso español, los problemas más importantes que encontramos los siguientes:

  • Partidos políticos que no cumplen su supuesta función de representación, antes bien, no son más que lobbies que no atienden sino a sus intereses. Cuando estos partidos están en el gobierno provocan una severa inestabilidad de políticas y programas, sacrifican intereses a largo plazo por los intereses a corto plazo y arriesgan la supervivencia del país a cambio de sus intereses políticos.
  • Nacionalismos separatistas con grandes focos en Cataluña y las Provincias Vascongadas; focos secundarios en Navarra, Valencia, Baleares y Canarias; y minoritarios en Andalucía, Galicia, Asturias y literalmente en todas las demás regiones españolas.
  • Sistema de pensiones y de seguridad social muy débil por su propia estructura y administración; y sistema de gastos públicos gigantesco debido a las excesivas funciones del Estado por el Estado del Bienestar y a la gigantesca burocracia del Estado de las Autonomías.
  • Incapacidad de mantener el orden público. Las fuerzas del orden no son capaces de proteger el derecho a la vivienda por el fenómeno "okupa", el sistema jurídico no es suficientemente duro contra ladrones y criminales, y la legislación actual impide actuar contra la inmigración ilegal masiva que amenaza nuestras fronteras. A su vez, la inmigración masiva puede provocar nuevas amenazas contra la seguridad ciudadana a causa del terrorismo islámico y los altos índices de delincuencia provocados por la población extranjera, amenazando con convertir España en un país con altos índices de ataques terroristas como Inglaterra, Francia o Bélgica o que las ciudades acaben en estado de guerra por la criminalidad extranjera como Alemania o Suecia.
  • Desintegración de todo el tejido social del país y ataques constantes a la propia nacionalidad, favorecidos por las instituciones públicas. Nuestras tradiciones y nuestra identidad llevan siendo amenazadas desde hace cincuenta años por los gobiernos nacionales mediante los procesos de secularización, la ruptura de la unidad religiosa, la destrucción de tradiciones, la aniquilación demográfica del campo y el apoyo al separatismo. Por su parte, los procesos de divorcios, la histeria colectiva provocada por el feminismo y el progresismo en general, el ataque a la familia por parte de la ideología de género y la sustitución demográfica de población autóctona por población extranjera supone un asalto al fundamento y el tejido mismos de la sociedad.


Los recientes asaltos a la valla de Melilla se han perpetrado por
asaltantes que han atacado a la Guardia Civil con ácidos y cal viva.
A pesar de cruzar la frontera ilegalmente y de haber agredido a las
autoridades, se les prestará asistencia pública. El gobierno desatiende
este caso y otros similares contra el orden público, pues considera
prioridad absoluta el traslado de los restos de Franco. 

                                   
El paso previo para la solución de estos problemas exige la eliminación de los elementos que evitan que se solucionen e incluso que los causan y fomentan. Estos elementos son los partidos políticos que rigen el gobierno, elaboraron la Constitución de 1978, la incumplieron, favorecieron el separatismo, desarrollaron el desmantelamiento de España y trajeron el Islam y la inmigración masiva. El primer paso exige la eliminación de estos patógenos, ya la segunda fase exige el diagnóstico y el remedio.

Eliminados los partidos políticos, los siguientes patógenos que deben ser eliminados son la inmigración masiva, el separatismo y la inseguridad ciudadana, y para ello el problema común es la debilidad del Estado. Con un sistema político incapaz de actuar contra los sectores que quieren la destrucción social, de mantener el orden público y el respeto a la ley ni de intervenir tajantemente en un situación de emergencia, nunca se podrá llegar a ninguna parte, por lo cual se debe lograr un mando política y jurídicamente fuerte y estable, y lograr que las fuerzas de seguridad puedan actuar para mantener el orden público mediante una reforma jurídica, o incluso en su deficiencia, la propia población, comenzando en primer lugar por reconocer a la legítima defensa personal, de la propiedad y de terceros. 


El otro gran problema es aparentemente contradictorio al ya citado, que es lo relativo al gasto público. El Estado de las Autonomías y el llamado «Estado del Bienestar» exigen una gran cantidad de financiación que no se pueden afrontar mediante los ingresos ordinarios del Estado, sino que requiere de una gran cantidad de emisión de deuda exterior. Y esto no es problema exclusivamente español. Conectado con el mismo problema, el sistema de pensiones se ha organizado de una forma insostenible a largo plazo, y su mantenimiento está tocando a su fin, con las terribles consecuencias que tendrá para la población. Ambos problemas exigen por un lado un cambio radical en el sistema económico y de asistencia social, y por otro lado, una reducción radical de las funciones del Estado y en consecuencia del gasto público, que preferentemente deberá volver a la sociedad. 

Por último, la destrucción de España exige reconsiderar lo que es España para así poder establecer unas relaciones saludables entre las regiones y el gobierno central, lanzar un golpe de muerte al separatismo, responder a la islamización, recuperar nuestras tradiciones y nuestra identidad colectiva y poder obtener una unidad social decente. 

En resumen, una fórmula política que nos saque de este desastre al que nos vemos avocados requiere de tres cosas: mando político fuerte, descentralización y afirmación colectiva





                                   

La eliminación de la partitocracia y el establecimiento de un mando fuerte exige sustituir el régimen político y constitucional existente desde 1978. Esto nos deja con dos opciones políticas: régimen personal, al estilo las tiranías griegas o similar a la Rusia de Putin, ya sea permanente o transitoria, y una monarquía católica, tradicional, social y representativa, como la plantearon los clásicos carlistas.

La descentralización exige lo que Vázquez de Mella llamara Regionalismo con R mayúscula, es decir, que el Estado devuelva sus competencias naturales a las regiones, las regiones a los municipios, los municipios a las escuelas, organizaciones laborales, etc., y finalmente a las familias y los individuos. Este sistema permitiría reducir las competencias del Estado y sus funciones, dejándolo en este aspecto en una mera función auxiliar, lo que permitiría reducir tanto el gasto público como la burocracia que requiere atender estas funciones tanto a nivel estatal como de las autonomías. 


La necesidad de un equilibrio entre dos cosas tan aparentemente contradictorias como el reforzamiento del Estado y la descentralización del Estado indican que la mejor opción política que nos planteamos es una monarquía tradicional, pues el régimen monárquico hereditario (de GOBIERNO) permite una mayor estabilización política y la capacidad de desarrollar un programa a largo plazo sin temor a que gane otro partido y lo deshaga, y por otro el sistema tradicional de Fueros y Libertades y la aplicación del principio de subsidiariedad de la Doctrina Social de la Iglesia permite devolver a los cuerpos sociales sus legítimas competencias y descargar al Estado de múltiples funciones. 

De igual manera, el sistema de Cortes orgánicas permite reducir del gasto público el salario de los diputados y del gasto de las elecciones (los procuradores son delegados de los cuerpos intermedios a los que representan, con mandato imperativo, organizándose en ciertas corporaciones, por los que éstas deciden mecanismos de elección, ante estas rinden cuestas y estas se encargan de los gastos, pues de hacerlo el Estado, implicaría un importante riesgo de ser mediatizados por él), así como otros gastos como el sistema bicameral o las Cortes perpetuas. Además, el sistema representativo tradicional, al exigir obligatoriamente la aprobación de la representación política en materias clave, permitiría reducir la emisión de deuda pública y la presión fiscal, al hacerse bilateralmente y de forma responsable por ambos lados. 

Finalmente, un concepto coherente de España exige la recuperación de la tradición nacional, siendo conscientes de aquello que se debe proteger, reaccionado contra el Islam y la inmigración masiva, y luchando por proteger nuestras tradiciones y nuestra sociedad. Esto exige volver al concepto de España Católica, la Hispanidad y la "evangelizadora de la mitad del orbe", restituyendo una ortodoxia pública (conjunto de verdades compartidas y necesarias para la vida en sociedad), el viejo régimen de las Españas y poniendo las bases para restablecer a medio o largo plazo la unidad social mediante la unidad religiosa, recuperar las viejas tradiciones y repoblar nuestros deshabitados pueblos.



S. A. R. Don Sixto Enrique de Borbón,
depositario de los derechos a la Corona de España
como heredero de D. Carlos María Isidro (Carlos V),
a partir del cual se desarrollaron las Guerras Carlistas
y el movimiento que lleva su nombre.


Estas son las consecuencias del ideario abanderado durante casi 200 años por el carlismo español; y se nos antoja como el único remedio para esta situación. La adopción de una solución menos drástica y no rupturista lo único que hará será resolver algunos problemas y mantener otros, atrasando lo inevitable y arriesgándonos a que los pocos problemas que se solucionen vuelvan a aflorar a posteriori. 

Confiar para esta delicada misión a la dinastía isabelina sería repetir el mismo error que Franco cometió hace cincuenta años, pues difícilmente Don Felipe dejará atrás los prejuicios de nuestro tiempo y hará lo que su padre no quiso hacer. Confiar, por el contrario, en la llegada de un partido mesiánico constituiría repetir los errores que llevamos cometiendo nosotros desde hace medio siglo, y, si me apuran, dos siglos, pues un sistema que requiere de un personaje concreto para funcionar bien, no merece conservarse. Y aunque no fuera así, un partido político salvador siempre arriesga a perder las elecciones, y que otros deshagan su trabajo, reduciendo sus opciones de eficacia a solucionar todos los problemas en cuatro u ocho años para luego perder el poder, o arriesgarse a perpetuarse en el poder. 

Si esta solución no se aplica, nuestras posibilidades son las siguientes: que España se convierta en nueva Yugoslavia; la anarquía, provocada por la inestabilidad civil y política y empeorada por una numerosa población inmigrante; luchas sociales y el terrorismo islámico; un Estado semi-totalitario controlado por el feminismo, el lobby LGBT y/o la ideología de género; un Estado totalitario al estilo de Cuba o Venezuela encabezado por Podemos o el PSOE; o una España musulmana, en cuanto la población musulmana supere a la española autóctona, y disponga de fuerza política suficiente para instalar un Estado islámico. Ninguna opción excluye necesariamente a las otras. 

Estas son nuestras posibilidades, cada una peor que la anterior. Si no cortamos el problema que padecemos de raíz y levantamos un sistema político alternativo, abanderado por Don Sixto Enrique de Borbón o su sucesor legítimo, nuestro futuro será tan negro como el petróleo. 

Estas son nuestras alternativas: Don Sixto o el petróleo.

miércoles, 15 de agosto de 2018

La premonitoria carta de la Comunión Tradicionalista al General Franco (1943)

Tal día como hoy, 15 de agosto (solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María) del año 1943, los jefes de la Comunión Tradicionalista remitían al General Franco la carta que reproducimos a continuación, la cual presagiaba los males que sobrevendrían a España cuando el dictador abandonase el poder, tal como había sucedido años antes con Miguel Primo de Rivera.

En esta misiva, los carlistas exigían a Franco que abandonase el ensayo totalitario, volviese al espíritu inicial del Alzamiento y restaurase la monarquía tradicional española, todo ello para evitar que España cayese de nuevo en la falsa "legalidad" democrática del sufragio inorgánico.​ Lamentablemente, el Generalísimo hizo caso omiso. Dos décadas más tarde, Franco anunciaría que restauraba la monarquía, pero no la tradicional española, sino la de los tristes destinos, nombrando como sucesor a un príncipe de la dinastía liberal usurpadora. Quienes no quisieron aprender de la historia, se vieron condenados a repetirla, y sumieron a España en la lamentable situación política, social y moral que padecemos hoy.

La historia nos enseña que el liberalismo es causa y origen de todos los males políticos de España y que, cuando hemos regresado a este nefasto régimen, se ha desatado siempre el odio a la fe, la agitación, el socialismo y el separatismo. Aprendamos de la historia para que no vuelva a malograrse un triunfo sobre los enemigos de Dios y de España, como se malogró la victoria arduamente alcanzada en 1939 a costa de la sangre de tantos patriotas.


EXCELENCIA:
Manuel Fal Conde
(1894-1975),
jefe delegado de la
Comunión Tradicionalista


El 10 de marzo de 1939, en víspera de la terminación de la guerra española, la Comunión Tradicionalista dirigió a V. E. unos escritos políticos en los que se desarrollaban las soluciones derivadas de los principios del derecho público cristiano, defendidos por ella durante más de un siglo con lealtad única en la historia política de España. La discrepancia mantenida por la Comunión con el ensayo totalitario, y su apartamiento del “partido único”, base del sistema, no fueron obstáculo para la heroica contribución de los Requetés a la guerra, ni para el acto de entregar a V. E., en los escritos mencionados, las soluciones tradicionalistas.

Este último acto pudo mostrar a V. E. que la Comunión Tradicionalista no estaba movida por ambiciones personales. El desinterés de que son ejemplo los Requetés nos ha enseñado que constituye un gran servicio a la Patria la conservación de la verdad política desde la oposición, con mérito heroico si es a costa de persecuciones del Poder.

Manuel Senante (1873-1959),
último director de El Siglo Futuro
Recordamos esto al solo efecto de fijar, con la claridad de siempre, el alcance de nuestro acto de hoy. La experiencia, lección de prudentes, está poniendo de manifiesto desde entonces la necesidad de apartarse del camino emprendido, para buscar otro que lleve a soluciones más jurídicas y permanentes; y el peligro de volver, si así no se hace, a un caos liberal. Entre el liberalismo anárquico y el totalitarismo hay una interpretación de la libertad humana, que es el fundamento del derecho público cristiano y de las soluciones políticas defendidas por la Comunión Tradicionalista. En nuestros escritos de 1939 señalábamos que aquél era el momento, terminada la guerra, de iniciar la implantación de un régimen estable. Hoy todavía se está en posibilidad de hacerlo. Pero no queda ya mucho tiempo.

Tomás Domínguez Arévalo,
conde de Rodezno
(1882-1952)
El retraso en la implantación de un régimen de derecho, encierra el peligro de que el malestar ambiente sea explotado por fuerzas subversivas y extrañas. Hay que salvar lo que fue inspiración esencial del Alzamiento de julio de 1936 y que nos unió a cuantos en él tuvimos la gloria de participar. Gracias a la postura mantenida por la Comunión Tradicionalista, la bandera de la oposición al ensayo totalitario está dentro de ese espíritu sagrado del 18 de julio.

Llegamos a V. E. con el mismo ánimo generoso con que lo hicimos en marzo de 1939. Con el mismo respeto y con el mismo patriotismo. Con una autoridad moral que nadie podrá negarnos. Porque la Comunión Tradicionalista no es un grupo más al que se le pueden echar en cara antiguos errores. Tuvo razón en sus críticas y en sus afirmaciones sustantivas, y acertó generalmente en sus decisiones tácticas frente a los acontecimientos.

José María Arauz de Robles
(1898-1977)
Nuestras predicciones y advertencias están confirmadas por la experiencia de estos años. Nos duele el mal de España y el ver en lo que ha parado la inolvidable ilusión nacional de los primeros meses del Alzamiento, cuando el alma colectiva se volvía a encontrar con los símbolos sagrados de la Patria, alzados por nuestros Tercios de Requetés desde el primer momento. En la zona nacional no había ni sombra de Estado. Fue la Sociedad misma, movida por sentimientos profundos y eternos que le daban unidad y vida, la que hizo posible el Movimiento. Hay que tener fe en esta Sociedad y respetar su repugnancia a sistemas que la violentan.

Es innegable que la Sociedad española no acepta el sistema totalitario. Subsiste éste porque se le ha impuesto, pero no podría vivir si aquélla se manifestase libremente. Sus organismos e instituciones no han logrado un funcionamiento eficaz. Todos languidecen y se agotan, y lo más significativo, como síntoma del hastío de las gentes, es que pasan entre la indiferencia general y mueren a manos de su propia condición artificial y de la ficción a que obedecen. No se atribuya este fracaso a la oposición de sus enemigos, sino a la falta de virtualidad interna del sistema.
José Mª Lamamié de Clairac
(1887-1956)

Por otra parte, es un hecho comprobado que los fenómenos políticos y sociales no quedan nunca circunscritos a las fronteras de un país determinado, sino que repercuten inevitablemente de uno en otro, y han de preverse, para un futuro inmediato, las repercusiones que, para nuestro actual sistema, se producirán como consecuencia de la suerte de aquellos otros a cuyo género o inspiración corresponde. La verdad es lo único que puede salvarnos, y será inútil pretender que sigamos por temor a ella con los ojos cerrados a las realidades que se nos imponen.

Una circunstancia feliz diferencia nuestro caso del de otros pueblos. Pero esto es a condición de que seamos leales con nosotros mismos. En otras partes, los movimientos renovadores fueron obra de un partido. En España, no. El Alzamiento español fue auténticamente y totalmente nacional. Después se le ha dado una interpretación de partido. Se pude, por tanto, abandonar esta interpretación partidista, y volver al espíritu inicial del Alzamiento, cuyas esencias mantiene en toda su pureza el Ejército y el Tradicionalismo.

José Luis Zamanillo (1903-1980),
fotografía de cuando era combatiente
del Tercio de Requetés de Navarra
La necesidad y la urgencia de proceder a un cambio de cosas, es evidente. Tan acusado es el clamor unánime de la Nación, que ni nuestro prolongado silencio ha podido evitar que se alcen voces de bienintencionados españoles, no todos autorizados políticamente para discrepar del régimen ni para interpretar el que necesita España. Más que esa instigación nos mueve la apreciación de lo perentorio de la oportunidad presente, a elevar a V. E. este escrito, en uso de derechos de la Ley natural y de principios imprescriptibles, constitutivos de las sociedades y no negados por el derecho español vigente, para que V. E. facilite la solución definitiva a la honda crisis nacional que no puede resolverse con un simple arreglo de gobierno, o con un expediente dilatorio, para prolongar un estado de cosas insostenible.

Antonio Iturmendi (1903-1976)
El actual régimen es de dictadura, porque la dictadura no consiste más que en la concentración de poderes en una mano. El peligro de las dictaduras está siempre en su excesiva duración. Nacen para atender a una necesidad nacional, pero suelen prolongarse más allá de esta necesidad, con lo cual vienen a desembocar en el triunfo rencoroso y con espíritu de revancha de aquellos mismos que creyeron destruir. Los ejemplos los ha vivido esta generación.

SI NO ACEPTA LA CONCEPCIÓN POLÍTICA FUNDADA EN NUESTRO DERECHO TRADICIONAL, ESPAÑA CAERÁ DE NUEVO EN LA FALSA “LEGALIDAD” DEMOCRÁTICA DEL SUFRAGIO INORGÁNICO, A LA QUE AYUDARÁ ADEMÁS EL AMBIENTE EXTERIOR. ESTO SERÍA PARA NOSOTROS UNA GRAN VERGÜENZA Y EL HUNDIMIENTO DE TANTO SACRIFICIO Y DE TANTA ESPERANZA.

José María Valiente (1900-1982),
sucedió a Fal Conde como jefe delegado
de la Comunión Tradicionalista
Los intereses creados en torno al Poder, intentarán ligar la suerte de V. E. a la suya propia. Pero V. E. romperá sin duda esta solidaridad funesta, recordando que tiene como propia e indiscutible la gloria militar, donde está el título originario de su poder, y a la que puede volver siempre para abrir paso con el Ejército y con cuantos se agruparon en torno de éste, a las soluciones que el bien común demanda.

Trata de engañar a V. E. quien quiera hacerle ver este problema únicamente por el prisma de su situación personal y partiendo de ésta como base de cualquier cambio que produzca. Este lenguaje de la adulación no lo empleará jamás el Tradicionalismo.

Agustín González de Amezúa
(1881-1956)
El reconocimiento efectivo y práctico de los derechos de la Nación a recuperar las Instituciones que son su patrimonio político inalienable, es lo único que puede calmar la ansiedad y el desasosiego que sienten los españoles. Este reconocimiento no puede hacerse sino restaurando en su integridad la legalidad monárquica tradicional. LA SIMPLE ELEVACIÓN DE UN PRÍNCIPE AL TRONO NO BASTA. TIENE QUE IR ACOMPAÑADA DE LA RESTAURACIÓN DE AQUELLAS INSTITUCIONES QUE ASEGUREN Y DEFIENDAN SU CONTENIDO. Sin la restauración orgánica de todas estas Instituciones, la misma Monarquía está llamada al fracaso. Las características de estas Instituciones y el sentido general de la restauración orgánica que necesita España, van tratados en un estudio que nos permitimos acompañar a V. E.

Juan Sáenz-Díez (1904-1990),
sería jefe delegado de la
Comunión Tradicionalista
con S.A.R. Don Sixto de Borbón
Esta restauración orgánica de la Monarquía Tradicional no puede ser realizada sin la Comunión Tradicionalista, que es la única Comunión o fuerza política que, por su doctrina fruto de un pensamiento elaborado a lo largo de un siglo de contradicciones, por su limpia historia, por la firmeza de sus caracteres, por la autoridad que le presta su contribución a la guerra, y por su patriótica y nobilísima conducta posterior, tiene capacidad para dar la solución definitiva y española a estas cuestiones fundamentales.

El poder político, rescatado triunfalmente por el Ejército, debe ser entregado a esta gloriosa Comunión para que instaure el orden definitivo y nacional inspirado en el pensamiento Tradicionalista, servido por ella con tan acrisolada fidelidad.

Joaquín Baleztena (1883-1978),
presidente de la Junta Central
Carlista de Guerra de Navarra
Rogamos a V. E. que medite en la necesidad y justicia de esta demanda, con la que no perseguimos sino prestar a nuestro pueblo el último y definitivo servicio de nuestra vida secular.

Jamás agrupación política alguna ha reclamado el Poder con tanta razón. Más de cien años de lealtades, de aciertos, de fidelidad al sentir nacional, y de absoluto desinterés, no son ni comparables, como títulos, a los que han sido motivo tantas veces para que se entregara el gobierno de la Nación a cualquier conjunto heterogéneo y ocasional; y sin embargo, EL CARLISMO, AL QUE SE HA RECURRIDO SIEMPRE Y POR TODOS EN LOS MOMENTOS DE PELIGRO, ES LA ÚNICA COMUNIDAD POLÍTICA QUE NO HA GOBERNADO JAMÁS, PORQUE DESDE HACE MÁS DE UN SIGLO NO SE HA GOBERNADO NUNCA EN ESPAÑOL A ESPAÑA.

Espíritus ruines, tarados por los vicios de nuestra decadencia, podrán interponerse en el designio, planteando pequeños problemas de grupos y distribuciones en esta hora grave y a la vez magnífica. La misión que nosotros atribuimos a V. E. es de una grandeza y trascendencia bastantes para arrebatar un ánimo generoso.

Mauricio de Sivatte (1901-1980),
fue jefe regional de la Comunión
Tradicionalista en Cataluña
La justificación última del acto del Ejército en 1936, estaba en el propósito de devolver a España su legítima libertad nacional, en el cuadro político de sus instituciones tradicionales, y esta justificación desaparecería desde el momento en que se la sometiese a un ensayo de gobierno extraño o se la dejase en situación tal, que hubiese de caer de nuevo en aquel género de vida pública que le acarreó la bárbara esclavitud revolucionaria.

Nos dirigimos al Ejército, en la persona de V. E. que encarna su más alta jerarquía. No somos ni una improvisación, ni unos desconocidos. Con lealtad inquebrantable estuvimos a su lado en las horas difíciles y heroicas, y nos conoce sin duda por el desinterés con que supimos morir en sus filas, sin pedir recompensas a nuestro sacrificio.

Jesús Elizalde Sainz de Robles
(1907-1980)
Por esto mismo, porque cuando era la hora militar supimos estar a sus órdenes sin recabar la menor participación en su misión directiva, tenemos, al llegar el momento de la ordenación política, autoridad para reivindicar la responsabilidad de esa ordenación. Nuestra conducta de entonces es la mejor garantía de nuestro proceder en el futuro. El esfuerzo mismo del Ejército, estará condenado a la más completa esterilidad, si nuestro propósito político no logra la instauración de un orden de cosas que recoja su espíritu y esencias.

Declaramos aquí, finalmente, que este acto de la Comunión Tradicionalista responde no sólo a su sentir unánime, sino al de otros muchos sectores de la vida nacional que no encuentran otro medio de manifestar sus inquietudes, y podemos afirmar que se encuentran plenamente representados en nuestra actuación.

José Martínez Berasain (1886-1960),
vicepresidente de la Junta Central
Carlista de Guerra de Navarra
Esperamos confiadamente que quienes, de un modo más directo, están interesados en el triunfo de la Causa Monárquica, reconocerán como única posible nuestra misión directiva, y se incorporarán sin reservas al plan de Restauración que proponemos, en el que han de quedar resueltos fundamentalmente los problemas esenciales de nuestra vida nacional.

Debemos esperar de V. E., para el que pedimos a Dios las luces necesarias, que recoja toda esta inquietud nacional, convencido que la Providencia puso en sus manos, como gloria máxima, la de facilitar a España la vuelta a sus instituciones políticas tradicionales.

Sevilla y Madrid, 15 de agosto de 1943.

MANUEL FAL CONDE, Manuel Senante Martínez, Conde de Rodezno, José María Arauz de Robles, José María Lamamié de Clairac, José Luis Zamanillo, Antonio Iturmendi, José María Valiente, Agustín González de Amezúa, Juan Sáenz-Díez, Rafael Olazábal Eulate, Joaquín Baleztena, Mauricio de Sivatte, Calixto González Quevedo, Jesús Elizalde, José Martínez Berasain.

Madrid, noviembre 1943.

Santa Cruz, Manuel de (1980): Apuntes y documentos para la historia del tradicionalismo español, tomo 5: pp. 174-180

viernes, 10 de agosto de 2018

Homenaje a Antonio Molle Lazo en el 82.º aniversario de su glorioso martirio

Varios tradicionalistas andaluces hemos homenajeado hoy en Jerez a Antonio Molle Lazo, requeté del Tercio Nuestra Señora de la Merced muerto heroica y martirialmente por Dios y por España tal día como hoy en 1936. En la capilla en la que reposan sus huesos hemos rezado la siguiente oración:

¡Oh Jesús amabilísimo! que habéis dicho: Aquél que me confesare en la tierra yo lo confesaré delante de Mi Padre Celestial; glorificad pues, el alma bendita de ANTONIO, que no se avergonzó de confesar vuestro Santo Nombre en medio de los más atroces tormentos, y concedednos a nosotros, por sus méritos e intercesión, la gracia que ahora necesitamos. Os lo pedimos para la mayor honra y gloria de la Santísima Trinidad y extensión de vuestro reino aquí en la tierra. Amén.
Tres Padrenuestros, Avemarías y Gloria a la Santísima Trinidad.


BIOGRAFÍA DEL MÁRTIR

Antonio Molle Lazo nació en Arcos de la Frontera el día 2 de abril de 1915, de una familia modesta de gran abolengo carlista; a los cinco meses esta familia se trasladó a vivir a Jerez de la Frontera, a cuya población queda vinculada su biografía. En ella estudió en el Colegio del Buen Pastor de los Hermanos de La Salle, y desde aquella época ya hay numerosos testimonios de su piedad y de su bondad natural. La primera colocación que tuvo al salir del colegio fue de meritorio en la estación del ferrocarril de Jerez; poco después, una ley reservó las plazas vacantes para los hijos de los empleados de la compañía y le cerró el paso. Se fue entonces de escribiente a una bodega de vinos. La crisis económica de aquellos años democráticos y republicanos arruinaba los negocios, y esto le obligó a peregrinar por varios despachos y a compartir con su padre el puesto de taquillero de un cine. Lo que se dice, una familia capitalista... Después de su martirio su cadáver fue trasladado a la iglesia del Carmen de Jerez, y en ella descansan sus restos.


A pesar de las dificultades económicas que padeció siempre, fue colaborador habitual y esforzado de todas las campañas piadosas que se desarrollaban, especialmente de las eucarísticas. Rezaba diariamente el Santo Rosario y en sus conversaciones daba constantemente testimonio de su fe.

Se afilió a las Juventudes Tradicionalistas en 1931, a los dieciséis años; junto con su padre, también carlista, luchaba contra los marxistas que dominaban en los sindicatos y desde ellos les asediaban en sus modestos empleos. Fue un artista en cuestión de pintadas, colocación de pasquines y reparto de octavillas (especialidad que ejercía, además, en los pueblos de la provincia de Sevilla), y siempre entre amenazas, silbidos, pedradas y golpes. Una vez fue cogido en plena faena y fue llevado a pie y esposado, entre insultos, a la cárcel de Jerez, donde estuvo mes y medio; coincidió allí con su hermano Carlos, también detenido por luchar contra los socialistas que querían asaltar el convento de Santo Domingo.


El 18 de julio los tres hermanos, Carlos, Antonio y Manuel Molle Lazo, se presentaron al comandante Arizón, salvador de Jerez que les dedicó a la ocupación de edificios públicos y des arme y detención de elementos socialistas. Asegurada la situación, corrieron por los pueblos de la provincia de Cádiz para decidir su incorporación al Alzamiento. Antonio Molle estuvo en Ubrique y en Sanlúcar, y luego en Sevilla en la liquidación de la resistencia roja en las zonas de San Marcos, El Pumarejo, San Julián y Triana. Volvió de Sevilla a Jerez con la bandera roja y gualda, proclamada ya inequívocamente como bandera de la España Nacional, y formó con sus antiguos compañeros el Tercio de Nuestra Señora de la Merced, patrona de su ciudad. Salió este Tercio de Requetés a cubrir el flanco de las fuerzas legionarias que avanzaban sobre Madrid. Molle quedó con quince requetés y quince guardias civiles en Peñaflor, donde los rojos habían cometido durante los primeros días varios asesinatos y desmanes.

El 10 de agosto estaban aquellos requetés oyendo una Misa por el general Sanjurjo en el convento de las Hermanas de la Cruz cuando les avisaron que una muchedumbre de rojos armados estaba entrando en el pueblo. Molle y otros se hicieron fuertes en una casa; pero agotadas pronto sus municiones, decidieron replegarse por unos corrales al encuentro de sus compañeros. Se retrasó Molle por ayudar a escapar a una señora y cayó prisionero. Estaba de uniforme y ya sin armas. Un tropel de milicianos le sacó a la calle con las manos en alto, y a empellones le llevaron al comienzo de la carretera de Lora.


En medio de un tremendo griterío le instaban a que vitoreara al comunismo y él sólo lo hacía a España y a Cristo Rey; después le exigieron que blasfemase a lo cual contestó con vítores a Cristo Rey. Fracasadas estas exigencias se reanudaron, reforzadas primero con el corte de una oreja, luego de la otra, de la nariz, del cuero cabelludo, del vaciamiento de un ojo y de la contusión de otro. El respondía con ayes y suspiros de dolor y con gritos de ¡viva Cristo Rey! que contrastaban con las blasfemias de sus verdugos. Finalmente, le remataron a tiros y a cuchilladas.

Santa Cruz, Manuel de (1979): Apuntes y documentos para la historia del tradicionalismo español, tomo I, pp. 171-172



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