Con motivo de la festividad de los mártires de la Tradición instituida por Carlos VII, el próximo 6 de marzo a las 11 de la mañana, Dios mediante, se celebrará el santo sacrificio de la misa según el rito romano tradicional (tridentina) por todos aquellos que ofrecieron sus vidas por la santa causa de Dios, España y la Legitimidad.
La misa tendrá lugar en la capilla María Reina, situada en la placeta Gutierre de Cetina (cerca del nuevo estadio de Los Cármenes). Se ruega la asistencia de todos los tradicionalistas y simpatizantes de Granada y Andalucía Oriental que puedan acudir.
"Ante Dios, nunca serás héroe anónimo" (de la Ordenanza del Requeté)
lunes, 29 de febrero de 2016
viernes, 26 de febrero de 2016
Aniversario de la muerte de Vázquez de Mella
Hace hoy 88 años fallecía el Verbo de la Tradición, don Juan Vázquez de Mella y Fanjul. Al producirse la muerte del insigne tribuno carlista, la revista La Hormiga de Oro publicaba el siguiente artículo biográfico, que hemos considerado digno de reproducir:
La muerte de don Juan Vázquez de Mella, el tribuno glorioso, verbo cálido de la raza, ha tenido en toda España repercusión dolorosa. Su nombre, admirado de todos, respetado aún por sus enemigos de ideología y de credo político, era hoy uno de los prestigios más altos de la patria, uno de los luminares más radiantes del intelecto hispano, figura augusta de una estirpe de varones egregios por sus virtud y su genio, que por desgracia va desapareciendo, extinguiéndose en una sociedad poco adicta a los generosos ideales y a las altas empresas del espíritu.
Vázquez de Mella fue un exaltado idealista y patriota ferviente. Tenía fe, confianza absoluta en los destinos de la patria, a la que sirvió larga y abnegadamente como político, señalándole con sus famosos discursos un camino luminoso que era senda de redención.
Desde muy joven militó Vázquez de Mella en la causa tradicionalista. Se entregó ella con tanta pasión, con tan encendido entusiasmo y un sentido tan recto y austero que bien pronto no eran sólo la voluntad y el pensamiento del hombre público los que vivían consagrados a servir aquel ideal histórico, sino que también acudían al conjuro de ese servicio el hombre de letras, el intelectual, el filósofo, el buen caballero cristiano, el orador, cuanto era y fue en su grandiosa personalidad el eminente español que acaba de fallecer.
La obra de Mella como sistematizador del tradicionalismo, como caudillo de la causa católica en su esencia más pura, fue enorme y fecunda, y está llamada a perdurar en la historia, asegurándole una gloria excelsa en la posteridad.
Había nacido don Juan Vázquez de Mella en Cangas de Onís (Oviedo), el año 1861. En su familia distinguiéronse hombres ilustres que vistieron el uniforme militar. Uno de sus abuelos luchó en la defensa de la Coruña contra el general británico Drake; otro sirvió en la campaña de Portugal, a las órdenes del marqués de Valparaíso; tres de sus ascendientes lucharon en la batalla de Trafalgar; un tío de su padre lanzó en las montañas gallegas el grito en favor del pretendiente Carlos V. Su padre era coronel, y se retiró porque le fue negada la autorización para marchar a la guerra de África el año 1860.
En la capital de Asturias hizo Vázquez de Mella el estudio del Bachillerato y se licenció en Derecho en la Universidad de Santiago. En el Ateneo santiagués comenzó a mostrar sus condiciones oratorias en polémicas, en las que intervenían también hombres que después ocuparon puestos preeminentes en política, como González Besada y el marqués de Figueroa.
Resulta imposible la tarea de recordar los discursos pronunciados por el formidable orador en sus campañas de propaganda política en toda España, en el Parlamento y en fiestas de cultura y artísticas, para las que continuamente se demandaba su cooperación. Pero merecen consignarse, entre los grandes triunfos oratorios que alcanzo, sus discursos durante el viaje que realizó en 1903 por Barcelona, Gerona, Lérida y las principales poblaciones de Tarragona, en los cuales expuso con una pristina claridad y con una admirable elevación patriótica, los principios básicos del regionalismo. Son también memorables sus discursos de la sesión celebrada en el Congreso el 29 de noviembre de 1905, en el que volvió tratar el asunto regionalista, el que pronunció en los Juegos Florales de Sevilla, el año 1906, sobre el tema «El escepticismo y el egoísmo son los dos males que imperan en nuestro siglo, y la Iglesia es la única que puede curarlos.»
Fiel a su ideal político, Vázquez de Mella rechazó infinidad de proposiciones que se le hicieron para ir a los Consejos de la Corona con la actual dinastía.
Desde el 1909 fue el representante del partido jaimista en nuestra nación, por haber renunciado ese cargo el marqués de Cerralbo, hasta que después de la guerra, por discrepancias con don Jaime, acerca de la política internacional, dejó la vida activa de la política.
Apasionado de los estudios clásicos filosóficos, Vázquez de Mella era una autoridad incuestionable en ambas materias, que dominaba a maravilla,
en su oratoria asombrosa, de limpidez dureza lapidarias, daba buenas pruebas de estos conocimientos.
Durante la gran guerra, fue Vázquez de Mella el paladín en España de la causa germana y de la neutralidad, sus ardientes discursos de aquellos días produjeron enorme impresión en todas partes, así como sus artículos periodísticos sobre la misma cuestión.
Al terminar la guerra, el gran tribuno se recluyó en la vida privada, dedicándose trabajos históricos y filosóficos y recientemente ha dado una prueba de su gran talento, publicando su primer libro, La filosofía de la Eucaristía, en la que se muestra como modelo de teólogo seglar.
Hace unos años, Vázquez de Mella sufrió una grave enfermedad, consecuencia de ella fue preciso amputarle una pierna. Desde entonces apenas salía de su domicilio.
La muerte del señor Vázquez de Mella es para España una de esas pérdidas que nunca se lloran lo bastante, una de esas tristezas que por igual afligen toda la nación, sincera admiradora de su genio. La muerte ha paralizado un gran corazón, que en muchas ocasiones fue como el corazón ardiente gigantesco de la patria. ¡Que Dios haya acogido en su santa gloria al tribuno ilustre español ejemplar!
La Hormiga de Oro (Barcelona, 1 de marzo de 1928)
La muerte de don Juan Vázquez de Mella, el tribuno glorioso, verbo cálido de la raza, ha tenido en toda España repercusión dolorosa. Su nombre, admirado de todos, respetado aún por sus enemigos de ideología y de credo político, era hoy uno de los prestigios más altos de la patria, uno de los luminares más radiantes del intelecto hispano, figura augusta de una estirpe de varones egregios por sus virtud y su genio, que por desgracia va desapareciendo, extinguiéndose en una sociedad poco adicta a los generosos ideales y a las altas empresas del espíritu.
Vázquez de Mella fue un exaltado idealista y patriota ferviente. Tenía fe, confianza absoluta en los destinos de la patria, a la que sirvió larga y abnegadamente como político, señalándole con sus famosos discursos un camino luminoso que era senda de redención.
Desde muy joven militó Vázquez de Mella en la causa tradicionalista. Se entregó ella con tanta pasión, con tan encendido entusiasmo y un sentido tan recto y austero que bien pronto no eran sólo la voluntad y el pensamiento del hombre público los que vivían consagrados a servir aquel ideal histórico, sino que también acudían al conjuro de ese servicio el hombre de letras, el intelectual, el filósofo, el buen caballero cristiano, el orador, cuanto era y fue en su grandiosa personalidad el eminente español que acaba de fallecer.
La obra de Mella como sistematizador del tradicionalismo, como caudillo de la causa católica en su esencia más pura, fue enorme y fecunda, y está llamada a perdurar en la historia, asegurándole una gloria excelsa en la posteridad.
Había nacido don Juan Vázquez de Mella en Cangas de Onís (Oviedo), el año 1861. En su familia distinguiéronse hombres ilustres que vistieron el uniforme militar. Uno de sus abuelos luchó en la defensa de la Coruña contra el general británico Drake; otro sirvió en la campaña de Portugal, a las órdenes del marqués de Valparaíso; tres de sus ascendientes lucharon en la batalla de Trafalgar; un tío de su padre lanzó en las montañas gallegas el grito en favor del pretendiente Carlos V. Su padre era coronel, y se retiró porque le fue negada la autorización para marchar a la guerra de África el año 1860.
En la capital de Asturias hizo Vázquez de Mella el estudio del Bachillerato y se licenció en Derecho en la Universidad de Santiago. En el Ateneo santiagués comenzó a mostrar sus condiciones oratorias en polémicas, en las que intervenían también hombres que después ocuparon puestos preeminentes en política, como González Besada y el marqués de Figueroa.
Resulta imposible la tarea de recordar los discursos pronunciados por el formidable orador en sus campañas de propaganda política en toda España, en el Parlamento y en fiestas de cultura y artísticas, para las que continuamente se demandaba su cooperación. Pero merecen consignarse, entre los grandes triunfos oratorios que alcanzo, sus discursos durante el viaje que realizó en 1903 por Barcelona, Gerona, Lérida y las principales poblaciones de Tarragona, en los cuales expuso con una pristina claridad y con una admirable elevación patriótica, los principios básicos del regionalismo. Son también memorables sus discursos de la sesión celebrada en el Congreso el 29 de noviembre de 1905, en el que volvió tratar el asunto regionalista, el que pronunció en los Juegos Florales de Sevilla, el año 1906, sobre el tema «El escepticismo y el egoísmo son los dos males que imperan en nuestro siglo, y la Iglesia es la única que puede curarlos.»
Fiel a su ideal político, Vázquez de Mella rechazó infinidad de proposiciones que se le hicieron para ir a los Consejos de la Corona con la actual dinastía.
Desde el 1909 fue el representante del partido jaimista en nuestra nación, por haber renunciado ese cargo el marqués de Cerralbo, hasta que después de la guerra, por discrepancias con don Jaime, acerca de la política internacional, dejó la vida activa de la política.
El cadáver de Vázquez de Mella, amortajado con el hábito de Terciario Franciscano, expuesto en la capilla ardiente. |
Durante la gran guerra, fue Vázquez de Mella el paladín en España de la causa germana y de la neutralidad, sus ardientes discursos de aquellos días produjeron enorme impresión en todas partes, así como sus artículos periodísticos sobre la misma cuestión.
Al terminar la guerra, el gran tribuno se recluyó en la vida privada, dedicándose trabajos históricos y filosóficos y recientemente ha dado una prueba de su gran talento, publicando su primer libro, La filosofía de la Eucaristía, en la que se muestra como modelo de teólogo seglar.
Hace unos años, Vázquez de Mella sufrió una grave enfermedad, consecuencia de ella fue preciso amputarle una pierna. Desde entonces apenas salía de su domicilio.
La muerte del señor Vázquez de Mella es para España una de esas pérdidas que nunca se lloran lo bastante, una de esas tristezas que por igual afligen toda la nación, sincera admiradora de su genio. La muerte ha paralizado un gran corazón, que en muchas ocasiones fue como el corazón ardiente gigantesco de la patria. ¡Que Dios haya acogido en su santa gloria al tribuno ilustre español ejemplar!
La Hormiga de Oro (Barcelona, 1 de marzo de 1928)
martes, 16 de febrero de 2016
Los 15 diputados tradicionalistas triunfantes en las elecciones de febrero de 1936
Hace hoy 80 años la Segunda República celebraba elecciones generales en las que salieron elegidos como diputados los tradicionalistas:
D. José María Arauz de Robles (por Granada), D. Ginés Martínez (por Sevilla), D. Luis Arellano Dihinx (por Navarra), D. Jesús Elizalde (por Navarra);
D. Joaquín Bau (por Tarragona), Excmo. Sr. conde de Rodezno (por Navarra), D. Jesús Requejo * (por Toledo);
D. Jesús Comín (por Zaragoza), D. Javier Martinez de Morentín (por Navarra), D. José Luis Oriol (por Álava), D. Casimiro de Sangenís * (por Lérida);
D. José María Lamamié de Clariac (por Salamanca), D. José María Valiente (por Burgos), D. Francisco Estévanez (por Burgos), D. José Luis Gaytán de Ayala (por Vizcaya).
* Mártires de la Tradición
El Siglo Futuro (18 de febrero de 1936)
D. José María Arauz de Robles (por Granada), D. Ginés Martínez (por Sevilla), D. Luis Arellano Dihinx (por Navarra), D. Jesús Elizalde (por Navarra);
D. Joaquín Bau (por Tarragona), Excmo. Sr. conde de Rodezno (por Navarra), D. Jesús Requejo * (por Toledo);
D. Jesús Comín (por Zaragoza), D. Javier Martinez de Morentín (por Navarra), D. José Luis Oriol (por Álava), D. Casimiro de Sangenís * (por Lérida);
D. José María Lamamié de Clariac (por Salamanca), D. José María Valiente (por Burgos), D. Francisco Estévanez (por Burgos), D. José Luis Gaytán de Ayala (por Vizcaya).
* Mártires de la Tradición
El Siglo Futuro (18 de febrero de 1936)
viernes, 12 de febrero de 2016
El Montejurra carlista antes de la usurpación izquierdista
Hoy que tanto abunda, por desgracia, la mentira y falsedad sobre la historia de España en general y la del carlismo en particular, queremos traer a la memoria lo que significaba la tradicional romería carlista de Montejurra que organizaba la Comunión Tradicionalista. Desde su inicio acabada la Cruzada de Liberación en 1939 hasta la usurpación izquierdista de la década de los 70, en Montejurra se congregaron cada año decenas de miles de españoles católicos y patriotas para honrar a los combatientes requetés muertos en campaña y a todos los que ofrecieron su vida por Dios y por España.
No fue hasta producirse el nombramiento de Juan Carlos como sucesor de Franco a título de rey en 1969 que se produjo el nefasto y lamentable giro oportunista del príncipe Carlos Hugo (difunto hermano del actual caudillo de la Comunión Tradicionalista) y su camarilla resentida. Curiosamente, se trataba de los mismos elementos que en los 60 habían impulsado la política de colaboración entre la Comunión y el régimen franquista de que da muestra el artículo que reproducimos. Veamos como era Montejurra cuando para todos carlismo y tradicionalismo eran sinónimos.
MISA Y REZO EN MONTEJURRA / CERCA DE 100.000 PERSONAS ASISTIERON A LOS ACTOS
6 de mayo de 1962
Desde las siete de la mañana todos los templos de Estella estaban recibiendo oleadas de fieles, llegados la víspera, y de los que en las primeras horas siguieron llegando desde toda España, para oír misa y en su mayoría comulgar, antes de la ascensión a la montaña que se iniciaría a media mañana.
A las nueve y media, en el Monasterio de Irache, próximo a Montejurra y a dos kilómetros de Estella, donde acudieron los que no habían cumplido en los otros templos el precepto dominical, se rezó una misa por los Reyes de la Monarquía Tradicional.
A continuación, en un campo próximo, tuvo lugar un desfile de jóvenes requetés, presenciado desde una tribuna por las Infantas de Borbón-Parma.
Muchas personas habían ya comenzado la subida dé la imponente montaña, entro ellos gran parte de los vallisoletanos, antes de que lo hiciera el grueso de la concentración.
Por un camino serpenteante, que va ascendiendo entre loa carrascales que pueblan las laderas, siguiendo un trozado de amplios meatos en la escalada, cuyos hitos son las XIV estaciones del Vía Crucis, en cada una de las cuales figuran los nombres de un grupo de los sesenta y nueve Tercios. El Requeté de Valladolid tiene su titulación en la XII cruz estacional. Todas estas estaciones, que son sencillos monumentos rematados por una sencilla Cruz, iban siendo coronados de guirnaldas de flores y laureles por manos de excombatientes, camino que a veces se convierte en senda muy enriscada, supone una subida de cinco kilómetros, que, a paso de marcha y dada su gran pendiente, podría hacerse, contando con buenas piernas, en una hora y tres cuartos, y viene a cumplirse en las marchas anuales en que se reúnen los Requetés y Margaritas de todas las regiones en tres horas.
Suele hallarse coronada la cumbre por varios millares de personas hacia las doce de la mañana, pero se avizora desde lo alto el río de boinas rojas, todavía a esa hora, sin interrupción, serpeando desde la gran rampa que apunta a Irache zigzagueando por la importante ladera del Montejurra, hasta la meseta que hacia su mitad se convierte en una aguda y larga espina divergente, y, desde allí trepando en nutrida corriente, que a ratos recibe hileras confluyentes a la columna principal, hasta afluir contra los murallones de roca que rodean la gruta del Cristo situada a pocos metros de la cumbre.
REPRESENTACION DE LA VIEJA GUARDIA
Hacia las doce se encontraban en la explanada de la gruta del Cristo de Montejurra, José María Codón, consejero nacional del Movimiento, procurador en Cortes, delegado nacional de difusión; Miguel Fagoaga, secretarlo nacional de Organizaciones, consejero y jefe regional de Castilla la Vieja y León, en la Comunión Tradicionalista; José Luis Zamanillo, consejero nacional del Movimiento, secretario nacional de la Organización Carlista; José Antonio Pérez España, delegado nacional de A.E.T. (estudiantes tradicionalistas); Ramón Massó, secretario particular del príncipe Carlos de Borbón-Parma, el vallisoletano Redondo, residente en Santander; Angel Zubiaur, de la Junta Regional Navarra; Juan Mena de la Cruz, alcalde de Palencia y procurador en Cortes; Piorno Alonso de la Hoz; jefes regionales de Aragón, Navarra, Valencia y otras muchas regiones.
En ese momento llegaba a la explanada Pablo Arredondo, consejero nacional del Movimiento, inspector nacional de la Vieja Guardia de F.E.T. y de las J.O.N.S., acompañado de los hermanos Nieto Antúnez y Agustín Aznar, Palma de Plata, consejeros nacionales y miembros de la Vieja Guardia, que fueron recibidos por Zamanillo y las demás personalidades antes mencionadas.
En un avión, el príncipe Carlos evolucionó sobre el monte. Sonaron estruendosas ovaciones.
LLEGAN LAS INFANTAS DE BORBON-PARMA
Poco después, llegaron ante la gruta las Infantas de Borbon-Parma, doña María Francisca, doña María Teresa, doña Cecilia y doña María de las Nieves, con el príncipe Lobkowicz, esposo de la primera, siendo el momento motivo de gran conmoción entre la muchedumbre —quizás unas 90.000 personas — que entonaron el himno de Oriamendi.
Las Infantas y el príncipe, por el mismo orden que están enumerados, se colocaron ante el altar, de rodillas, para oír la misa que comenzaba entonces y que ofició el capellán de la Hermandad del Cristo, padre Joaquín Vitiain, ayudado como acólitos, por don Antonio Solís García, de Medina del Campo, y señor Aráuz, de Pamplona. El capellán dio la sagrada comunión a las infantas.
Durante el santo sacrificio se entonaron cánticos de penitencia y al terminar la misa el Himno Eucarístico.
INTERVENCION DE ZAMANILLO
Después del acto religioso, concluido con un responso por los caídos, pronunció unas palabras de saludo a las Infantas el miembro de la Junta de Navarra, señor Zubiaur.
A continuación dirigió a los concentrados una vibrante alocución José Luís Zamanlllo, consejero nacional del Movimiento y secretarlo Nacional del Requeté.
Después de elevar gracias a Dios por la celebración del acto en Montejurra manifestó con expresivas
palabras la gratitud a la representación de la Vieja Guardia, que han patentizado así la comunidad de ideales.
Recordó cómo en los Principios constitucionales, que promulgó Franco en mayo de 1958, en sesión plenaria de las Cortes, se recogen los ideales básicos del espíritu del 18 de Julio, que reunió con el Ejército a la Falange y al Requeté en defensa de la unidad religiosa, consustancial a España, los ideales de la Cruzada, que no pueden perderse, y donde se afirma una monarquía tradicional en la arquitectura del Estado.
El orador, que fue interrumpido en varios pasajes por aplausos y aclamaciones, fue larga y acaloradamente aplaudido al final de su alocución y sonaron muchos vivas a España y a la dinastía tradicional.
ADHESIONES DE SOLIS RUIZ, PRIMO DE RIVERA Y GARCIA VALIÑO
A media tarde, en el Colegio de los Escolapios, se reunieron en fraternal comida con los representantes de la Vieja Guardia, sentados a la derecha del consejero nacional y secretario nacional, Zamanillo, las principales personalidades ya mencionadas. Fueron leídos cartas de adhesión, escritas en términos muy expresivos, remitidas por José Solís Ruiz, ministro secretario; García Valiño, capitán general de Madrid; Raimundo Fernández Cuesta y Miguel Primo de Rivera.
Habló el jefe regional, Codón, que hizo un canto a la unidad entre los que combatieron en la Cruzada por los ideales del 18 de Julio, haciendo gran hincapié en la necesidad de la unidad porque, en ello va el porvenir de España.
Habló después Zamanillo, insistiendo en las mismas ideas de unidad. Dedicó encendidos elogios a Miguel Primo de Rivera, que ha querido —dice— enviarnos su adhesión utilizando el título de Marqués de Estella.
Las palabras de Zamanillo alcanzaron resonancias de gran emoción.
Finalmente intervino el camarada Agustín Aznar, quien comenzó declarando: «Yo siempre volvería a Montejurra». Recogiendo las ideas de sus predecesores en el uso de la palabra dijo que la unidad ha de ser mantenida, pese a la acción sinuosa de gentes de mala fe que han querido interferirse en tiempos anteriores disfrazadas con piel de oveja siendo lobos.
Las palabras del camarada Palma de Plata fueron muy aplaudidas y se renovaron las manifestaciones y gritos de afecto y fraterna unión entre todos.
SIGUE VIGENTE LA UNIDAD DEL 18 DE JULIO
Se dice que no hay la firme vinculación deseable entre la sociedad y la Universidad, y a la inversa. No es ocasión de entrar ni salir en la discusión. ni es éste el momento, porque solamente motivan estas lineas de croniquilla los actos de Montejurra cuando acabo de regresar de allí. Pero sí me interesa apuntar que, como siempre que algo de trascendencia brota en Valladolid, la Universidad figura, aunque solamente sea en lo materialmente externo de sus muros. Desde la plaza de los edificios del Rectorado y las Facultades reunidas en el contiguo se dio la salida a los autocares organizados en una caravana que llevaba cerca de doscientos vallisoletanos. Nos uníamos a la concentración de noventa mil —más de cien mil, según personas dignas de todo crédito— boinas rojas y de adheridos e invitados en los actos de Montejurra organizados en memoria de los sesenta y nueve Tercios de Requetés combatientes de la Cruzada.
Del crisol y gremio nutricio universitario surgieron también las Juventudes en que estribó, con el Ejército, el peso de la guerra de Liberación, aglomeradas en torno a los núcleos estudiantiles las no menos heroicas juventudes campesinas e industriales.
La salida era el Día sin Accidentes, que coincidía en el pasado sábado. La excursión hizo honor a ello.
En siete horas, a la caída de la tarde, nos pusimos en Estella; a dos kilómetros de la histórica ciudad navarra se alza la imponente masa del Montejurra.
Es pasmoso pensar que pudieran, a punta de bayoneta, desalojar los carlistas, en guerrillas civiles, a las fuerzas liberales pertrechadas y fortificadas en la cumbre.
Impresiona cómo personas de toda edad y condición, mujeres, niños, ancianos, trepan cada año hasta lo alto —cinco o seis kilómetros de penosa ascensión — para hacer un Vía Crucis y rezar por los caídos.
Pero la fe —se ha dicho— mueve montañas. La misma fe conmueve los montes, por muy soberbia que su masa sea y muy ardua su pendiente, al soportar las pisadas de los miles de peregrinos y sus vítores, ofrendados a los altos ideales que por una España limpia, genuina, inseparable y consustancial con el elemento religioso, con la espiritualidad, resuenan en las laderas, en lo enriscado y fragoroso del bosque de carrascas y en la cumbre, a los cuatro vientos, proclamando a Dios y a la Patria.
En Montejurra, un solo corazón y una sola alma animan la espiritualidad de las regiones de España
Allí, al pie del altar, las augustas Infantas; muy cerca, los camaradas representantes de la Vieja Guardia. Por la bóveda azul, templada de algunas nubes, evolucionaba una avioneta basculando las alas en saludo. Aquel campo de amapolas gigantescas, de las boinas rojas, las banderas, las enseñas de los Tercios, volaban en revuelo de conmoción. Desde allí y por todo el reguero que zigzagueaba hasta el pie de la montaña, ondeó una sacudida de emoción como si recorriera el espinazo de toda España que en la muchedumbre estaba representada.
El aviador que pilotaba el aparato era el príncipe don Carlos de Borbón-Parma.
Después del acto religioso y de las palabras con que José Luis Zamanillo recordaba que sigue en pie la unidad en los Principios del 18 de Julio por qué combatieron codo a codo falangistas y requetés, el Montejurra de 1962 quedará de especial significado en estos momentos que el mundo atraviesa y en que España boga reafirmando su total reconstrucción y en la que son remeros los mismos que con la Victoria sacaron a puerto la nave de la Patria.
Imperio (Zamora, 8 de mayo de 1962)
No fue hasta producirse el nombramiento de Juan Carlos como sucesor de Franco a título de rey en 1969 que se produjo el nefasto y lamentable giro oportunista del príncipe Carlos Hugo (difunto hermano del actual caudillo de la Comunión Tradicionalista) y su camarilla resentida. Curiosamente, se trataba de los mismos elementos que en los 60 habían impulsado la política de colaboración entre la Comunión y el régimen franquista de que da muestra el artículo que reproducimos. Veamos como era Montejurra cuando para todos carlismo y tradicionalismo eran sinónimos.
MISA Y REZO EN MONTEJURRA / CERCA DE 100.000 PERSONAS ASISTIERON A LOS ACTOS
6 de mayo de 1962
El Monasterio de Irache repleto de Boinas Rojas |
A las nueve y media, en el Monasterio de Irache, próximo a Montejurra y a dos kilómetros de Estella, donde acudieron los que no habían cumplido en los otros templos el precepto dominical, se rezó una misa por los Reyes de la Monarquía Tradicional.
A continuación, en un campo próximo, tuvo lugar un desfile de jóvenes requetés, presenciado desde una tribuna por las Infantas de Borbón-Parma.
Muchas personas habían ya comenzado la subida dé la imponente montaña, entro ellos gran parte de los vallisoletanos, antes de que lo hiciera el grueso de la concentración.
Por un camino serpenteante, que va ascendiendo entre loa carrascales que pueblan las laderas, siguiendo un trozado de amplios meatos en la escalada, cuyos hitos son las XIV estaciones del Vía Crucis, en cada una de las cuales figuran los nombres de un grupo de los sesenta y nueve Tercios. El Requeté de Valladolid tiene su titulación en la XII cruz estacional. Todas estas estaciones, que son sencillos monumentos rematados por una sencilla Cruz, iban siendo coronados de guirnaldas de flores y laureles por manos de excombatientes, camino que a veces se convierte en senda muy enriscada, supone una subida de cinco kilómetros, que, a paso de marcha y dada su gran pendiente, podría hacerse, contando con buenas piernas, en una hora y tres cuartos, y viene a cumplirse en las marchas anuales en que se reúnen los Requetés y Margaritas de todas las regiones en tres horas.
Suele hallarse coronada la cumbre por varios millares de personas hacia las doce de la mañana, pero se avizora desde lo alto el río de boinas rojas, todavía a esa hora, sin interrupción, serpeando desde la gran rampa que apunta a Irache zigzagueando por la importante ladera del Montejurra, hasta la meseta que hacia su mitad se convierte en una aguda y larga espina divergente, y, desde allí trepando en nutrida corriente, que a ratos recibe hileras confluyentes a la columna principal, hasta afluir contra los murallones de roca que rodean la gruta del Cristo situada a pocos metros de la cumbre.
REPRESENTACION DE LA VIEJA GUARDIA
Hacia las doce se encontraban en la explanada de la gruta del Cristo de Montejurra, José María Codón, consejero nacional del Movimiento, procurador en Cortes, delegado nacional de difusión; Miguel Fagoaga, secretarlo nacional de Organizaciones, consejero y jefe regional de Castilla la Vieja y León, en la Comunión Tradicionalista; José Luis Zamanillo, consejero nacional del Movimiento, secretario nacional de la Organización Carlista; José Antonio Pérez España, delegado nacional de A.E.T. (estudiantes tradicionalistas); Ramón Massó, secretario particular del príncipe Carlos de Borbón-Parma, el vallisoletano Redondo, residente en Santander; Angel Zubiaur, de la Junta Regional Navarra; Juan Mena de la Cruz, alcalde de Palencia y procurador en Cortes; Piorno Alonso de la Hoz; jefes regionales de Aragón, Navarra, Valencia y otras muchas regiones.
En ese momento llegaba a la explanada Pablo Arredondo, consejero nacional del Movimiento, inspector nacional de la Vieja Guardia de F.E.T. y de las J.O.N.S., acompañado de los hermanos Nieto Antúnez y Agustín Aznar, Palma de Plata, consejeros nacionales y miembros de la Vieja Guardia, que fueron recibidos por Zamanillo y las demás personalidades antes mencionadas.
En un avión, el príncipe Carlos evolucionó sobre el monte. Sonaron estruendosas ovaciones.
LLEGAN LAS INFANTAS DE BORBON-PARMA
Poco después, llegaron ante la gruta las Infantas de Borbon-Parma, doña María Francisca, doña María Teresa, doña Cecilia y doña María de las Nieves, con el príncipe Lobkowicz, esposo de la primera, siendo el momento motivo de gran conmoción entre la muchedumbre —quizás unas 90.000 personas — que entonaron el himno de Oriamendi.
Las Infantas y el príncipe, por el mismo orden que están enumerados, se colocaron ante el altar, de rodillas, para oír la misa que comenzaba entonces y que ofició el capellán de la Hermandad del Cristo, padre Joaquín Vitiain, ayudado como acólitos, por don Antonio Solís García, de Medina del Campo, y señor Aráuz, de Pamplona. El capellán dio la sagrada comunión a las infantas.
Durante el santo sacrificio se entonaron cánticos de penitencia y al terminar la misa el Himno Eucarístico.
Montejurra en los años 60 |
INTERVENCION DE ZAMANILLO
Después del acto religioso, concluido con un responso por los caídos, pronunció unas palabras de saludo a las Infantas el miembro de la Junta de Navarra, señor Zubiaur.
A continuación dirigió a los concentrados una vibrante alocución José Luís Zamanlllo, consejero nacional del Movimiento y secretarlo Nacional del Requeté.
Después de elevar gracias a Dios por la celebración del acto en Montejurra manifestó con expresivas
palabras la gratitud a la representación de la Vieja Guardia, que han patentizado así la comunidad de ideales.
Recordó cómo en los Principios constitucionales, que promulgó Franco en mayo de 1958, en sesión plenaria de las Cortes, se recogen los ideales básicos del espíritu del 18 de Julio, que reunió con el Ejército a la Falange y al Requeté en defensa de la unidad religiosa, consustancial a España, los ideales de la Cruzada, que no pueden perderse, y donde se afirma una monarquía tradicional en la arquitectura del Estado.
Esto que aquí vemos en Montejurra no es una alegre romería; es la manifestación del pueblo (...) Nosotros no celebramos unas bodas atenienses, sino que aquí venimos a conmemorar las bodas de sangre de quienes la derramaron empapando el suelo de la Patria.
El orador, que fue interrumpido en varios pasajes por aplausos y aclamaciones, fue larga y acaloradamente aplaudido al final de su alocución y sonaron muchos vivas a España y a la dinastía tradicional.
ADHESIONES DE SOLIS RUIZ, PRIMO DE RIVERA Y GARCIA VALIÑO
A media tarde, en el Colegio de los Escolapios, se reunieron en fraternal comida con los representantes de la Vieja Guardia, sentados a la derecha del consejero nacional y secretario nacional, Zamanillo, las principales personalidades ya mencionadas. Fueron leídos cartas de adhesión, escritas en términos muy expresivos, remitidas por José Solís Ruiz, ministro secretario; García Valiño, capitán general de Madrid; Raimundo Fernández Cuesta y Miguel Primo de Rivera.
Habló el jefe regional, Codón, que hizo un canto a la unidad entre los que combatieron en la Cruzada por los ideales del 18 de Julio, haciendo gran hincapié en la necesidad de la unidad porque, en ello va el porvenir de España.
Habló después Zamanillo, insistiendo en las mismas ideas de unidad. Dedicó encendidos elogios a Miguel Primo de Rivera, que ha querido —dice— enviarnos su adhesión utilizando el título de Marqués de Estella.
Las palabras de Zamanillo alcanzaron resonancias de gran emoción.
Finalmente intervino el camarada Agustín Aznar, quien comenzó declarando: «Yo siempre volvería a Montejurra». Recogiendo las ideas de sus predecesores en el uso de la palabra dijo que la unidad ha de ser mantenida, pese a la acción sinuosa de gentes de mala fe que han querido interferirse en tiempos anteriores disfrazadas con piel de oveja siendo lobos.
Las palabras del camarada Palma de Plata fueron muy aplaudidas y se renovaron las manifestaciones y gritos de afecto y fraterna unión entre todos.
Carlos Hugo representado como el garante de los principios del 18 de Julio |
SIGUE VIGENTE LA UNIDAD DEL 18 DE JULIO
Se dice que no hay la firme vinculación deseable entre la sociedad y la Universidad, y a la inversa. No es ocasión de entrar ni salir en la discusión. ni es éste el momento, porque solamente motivan estas lineas de croniquilla los actos de Montejurra cuando acabo de regresar de allí. Pero sí me interesa apuntar que, como siempre que algo de trascendencia brota en Valladolid, la Universidad figura, aunque solamente sea en lo materialmente externo de sus muros. Desde la plaza de los edificios del Rectorado y las Facultades reunidas en el contiguo se dio la salida a los autocares organizados en una caravana que llevaba cerca de doscientos vallisoletanos. Nos uníamos a la concentración de noventa mil —más de cien mil, según personas dignas de todo crédito— boinas rojas y de adheridos e invitados en los actos de Montejurra organizados en memoria de los sesenta y nueve Tercios de Requetés combatientes de la Cruzada.
Del crisol y gremio nutricio universitario surgieron también las Juventudes en que estribó, con el Ejército, el peso de la guerra de Liberación, aglomeradas en torno a los núcleos estudiantiles las no menos heroicas juventudes campesinas e industriales.
La salida era el Día sin Accidentes, que coincidía en el pasado sábado. La excursión hizo honor a ello.
En siete horas, a la caída de la tarde, nos pusimos en Estella; a dos kilómetros de la histórica ciudad navarra se alza la imponente masa del Montejurra.
Es pasmoso pensar que pudieran, a punta de bayoneta, desalojar los carlistas, en guerrillas civiles, a las fuerzas liberales pertrechadas y fortificadas en la cumbre.
Impresiona cómo personas de toda edad y condición, mujeres, niños, ancianos, trepan cada año hasta lo alto —cinco o seis kilómetros de penosa ascensión — para hacer un Vía Crucis y rezar por los caídos.
Pero la fe —se ha dicho— mueve montañas. La misma fe conmueve los montes, por muy soberbia que su masa sea y muy ardua su pendiente, al soportar las pisadas de los miles de peregrinos y sus vítores, ofrendados a los altos ideales que por una España limpia, genuina, inseparable y consustancial con el elemento religioso, con la espiritualidad, resuenan en las laderas, en lo enriscado y fragoroso del bosque de carrascas y en la cumbre, a los cuatro vientos, proclamando a Dios y a la Patria.
Don Carlos Hugo antes de su traición |
En Montejurra, un solo corazón y una sola alma animan la espiritualidad de las regiones de España
Allí, al pie del altar, las augustas Infantas; muy cerca, los camaradas representantes de la Vieja Guardia. Por la bóveda azul, templada de algunas nubes, evolucionaba una avioneta basculando las alas en saludo. Aquel campo de amapolas gigantescas, de las boinas rojas, las banderas, las enseñas de los Tercios, volaban en revuelo de conmoción. Desde allí y por todo el reguero que zigzagueaba hasta el pie de la montaña, ondeó una sacudida de emoción como si recorriera el espinazo de toda España que en la muchedumbre estaba representada.
El aviador que pilotaba el aparato era el príncipe don Carlos de Borbón-Parma.
Después del acto religioso y de las palabras con que José Luis Zamanillo recordaba que sigue en pie la unidad en los Principios del 18 de Julio por qué combatieron codo a codo falangistas y requetés, el Montejurra de 1962 quedará de especial significado en estos momentos que el mundo atraviesa y en que España boga reafirmando su total reconstrucción y en la que son remeros los mismos que con la Victoria sacaron a puerto la nave de la Patria.
Imperio (Zamora, 8 de mayo de 1962)
lunes, 8 de febrero de 2016
¿Qué movió a los requetés andaluces? El caso de José Luis Marín García-Verde
José Luis Marín García-Verde
Nació en una familia carlista, siendo sobrino de José María García Verde, jefe regional de la Comunión Tradicionalista en Andalucía Occidental. A los catorce años ya iba con su padre al Centro Tradicionalista, alistándose en el Requeté en 1933 y ascendiendo a cabo en el mismo año. Estuvo en el tercio de la Virgen de los Reyes desde la iniciación del Alzamiento hasta la toma de Ronda, pasando entonces al Tercio de la Virgen del Rocío, en el que obtuvo el grado de sargento.
Al ser preguntado en 1961 por qué fue al Requeté y por qué iba a la concentración tradicionalista del Quintillo, en Sevilla, respondió:
- Porque ya tenía edad edad para ello. Nacido en ambiente carlista, no puedo decirle cuándo nació en mí el ideal por la Causa. Yo creo que nací con él, y al tener la suerte y fortuna de unos padres que me inculcaron el calor y la lealtad a nuestra Causa, sólo era cuestión de tener algunos años de edad para incorporarme a ella.
- El Quintillo de este año tiene un significado especial. Dado el actual momento político internacional, cuando de nuevo se ataca a nuestra querida España, con la cobardía con que sabe hacerlo el comunismo, agazapado en el extranjero, hay que manifestar de modo inquebrantable la adhesión a nuestros principios y, con ocasión del 25 aniversario del 18 de Julio, también nuestra firme adhesión al Ejército. Unidos a él estaremos siempre dispuestos, igual que en 1936. La lealtad por la Causa de los que vamos al Quintillo, dará destacado relieve a este merecido homenaje al Ejército español.
Revista Quintillo (Sevilla, 9 de abril de 1961)
Nació en una familia carlista, siendo sobrino de José María García Verde, jefe regional de la Comunión Tradicionalista en Andalucía Occidental. A los catorce años ya iba con su padre al Centro Tradicionalista, alistándose en el Requeté en 1933 y ascendiendo a cabo en el mismo año. Estuvo en el tercio de la Virgen de los Reyes desde la iniciación del Alzamiento hasta la toma de Ronda, pasando entonces al Tercio de la Virgen del Rocío, en el que obtuvo el grado de sargento.
Al ser preguntado en 1961 por qué fue al Requeté y por qué iba a la concentración tradicionalista del Quintillo, en Sevilla, respondió:
- Porque ya tenía edad edad para ello. Nacido en ambiente carlista, no puedo decirle cuándo nació en mí el ideal por la Causa. Yo creo que nací con él, y al tener la suerte y fortuna de unos padres que me inculcaron el calor y la lealtad a nuestra Causa, sólo era cuestión de tener algunos años de edad para incorporarme a ella.
- El Quintillo de este año tiene un significado especial. Dado el actual momento político internacional, cuando de nuevo se ataca a nuestra querida España, con la cobardía con que sabe hacerlo el comunismo, agazapado en el extranjero, hay que manifestar de modo inquebrantable la adhesión a nuestros principios y, con ocasión del 25 aniversario del 18 de Julio, también nuestra firme adhesión al Ejército. Unidos a él estaremos siempre dispuestos, igual que en 1936. La lealtad por la Causa de los que vamos al Quintillo, dará destacado relieve a este merecido homenaje al Ejército español.
Revista Quintillo (Sevilla, 9 de abril de 1961)
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