Hemos tenido ocasión de apreciar en todo su valor los esfuerzos que realizan los estudiantes tradicionalistas de Granada, al visitar recientemente esta hermosa ciudad llamada por un célebre poeta «la novia de España».
Hemos también comprendido que el éxito de don Manuel Fal Conde se debe, entre otras causas, al entusiasmo con que las organizaciones tradicionalistas andaluzas han secundado el magnífico ejemplo de fe y constancia que ha dado el dignísimo jefe de nuestra Comunión, orientando sus iniciativas por la ruta de la disciplina más eficaz y el tesón más loable.
Andalucía había sido hasta ahora campo de experimentación de los extremismos más disolventes del socialismo y de los cantos de sirena de otros partidos, ya en los días trágicos de la persecución del bienio, ya en las horas de «calma chicha» donde la inactividad es señuelo de transigencias y cobardías.
Por aquellos días cuya memoria va unida al calabozo, la multa o la suspensión comenzó el renacimiento de la Tradición en el Sur de España, y don Manuel Fal Conde, secundado por algunos —pocos— entusiastas, desplegando una actividad prodigiosa, logró desterrar de la conciencia popular los idearios que ensangrentaban por activa o por pasiva esa bella región española.
En Granada, un tradicionalista y caballero ejemplar, de noble continente que es reflejo de una conciencia acrisolada por la lucha, ha resucitado junto a los muros inmortales de la Alhambra y junto a esa vega que es trozo del paraíso que perdió para siempre el Rey Chico, las glorias de la Patria grande, y hoy la Santa Idea cuenta en la ciudad del Darro con locales, con afiliados y con ese entusiasmo que es virtud muy tradicionalista aportado por don Ramón de Contreras, jefe regional y abanderado de la Tradición en el teatro de las hazañas de Gonzalo, de Fernando y de Isabel.
Granada, años 30
Parte principalísima de la Organización está constituida por la Agrupación Escolar Tradicionalista, que ha peleado con ese brío de los boinas rojas y de los voluntarios del ideal en la Universidad y en la calle, y que tan brillante participación tuviera en el Congreso que el pasado noviembre se celebrara en Madrid. Origen de estos esfuerzos es el presidente de la A. E. T. granadina, Luis Montañés del Olmo, trabajador incansable, que valiosamente auxiliado por Jacinto Martín Rodríguez —nombre evocador del arte clásico y destacado poeta— y otros valientes muchachos, han paseado las glorias carlistas por el inmortal escenario de las glorias de la Reconquista.
No han sido sus afectuosas pruebas de leal amistad lo que más recordamos de nuestra estancia por tierras de García de Paredes; pero han sido sobre todo las muestras de amor por la Causa inmortal que nos hermana a todos los tradicionalistas, el hecho que más satisfacción evocamos al sentir que allá, en la Andalucía redimida por la Tradición, existen unos voluntarios que luchan con la fe y el entusiasmo que Cristo nos concede al trabajar por su reinado.
Y día llegará en que Granada vuelva a vivir días grandiosos, latiendo la bandera de la Tradición con el beso del sol que dora la torre morisca de la Vela.
ALVARO GONZALEZ DE AMEZUA
El Siglo Futuro (13 de marzo de 1935)
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