En unas recientes declaraciones en televisión, Pablo Iglesias ha venido a decir que los ucranianos no tienen nada que hacer en la guerra abierta que les ha declarado Vladimir Putin. Supuestamente, al preguntarles sobre el particular, unos militares amigos de Iglesias le habrían dicho:
—«Es imposible [que el Ejército ruso sea derrotado], dada la correlación de fuerzas que hay entre el Ejército ruso y el Ejército ucraniano y las milicias civiles».
—«¿Cuál es la única manera de derrotar al Ejército ruso?»—, habría inquirido el exvicepresidente podemita.
—«Una misión militar internacional liderada por Estados Unidos con otros países de la OTAN».
Ante esta presunta respuesta, Iglesias añade: «Estaríamos hablando de una conflagración mundial con una potencia que tiene armamento nuclear».
A nadie se le escapa que el antiguo dirigente del partido morado, punta de lanza del aberrosexualismo y el feminismo radical en nuestro país, amigo de etarras y separatistas de todo pelaje, está al servicio del eje Moscú-Teherán-Caracas, del que ha recibido durante muchos años suculenta financiación y apoyo propagandístico, por lo que no nos sorprende que su discurso derrotista para los ucranianos sea el que interesa a sus aliados.
Preciso es recordar en este contexto la persecución que sufren los católicos desde 2014 en las zonas controladas por los cismáticos prorrusos. Al producirse la invasión putiniana el pasado 24 de febrero, el sacerdote ucraniano Basil Kovpak, de la Fraternidad de San Josafat, vinculada a la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, ha exhortado en un comunicado a los fieles católicos de la Tradición «a formar un frente espiritual, a tomar el escudo de oración, el Santo Rosario, y no soltarlo hasta la victoria final».Entretanto, el sobrevenido «pacifista» Iglesias, que tanto se ha destacado siempre por su ardiente defensa del bando frentepopulista en la guerra de España y del bando soviético en la Segunda Guerra Mundial, manda el siguiente mensaje al pueblo ucraniano: «lo mejor que pueden hacer es rendirse incondicionalmente a Putin, porque no tienen nada que hacer».
Probablemente Pablo Iglesias no haya oído hablar nunca del General No importa. La historia de España no es su punto fuerte y menos los episodios que tienen que ver con nuestras grandes gestas, de las que abomina. Pero recordemos quién fue ese General. El periódico realista El Procurador General de la Nación y del Rey, en su número 139, correspondiente al 16 de febrero de 1813, lo explicaba:
Preguntaba un oficial frances en una tertulia de españoles qual era el mejor General de quantos sostenian la causa de la España. Cada uno de los tertulios fué citando á aquel que en su juicio tenian por mejor: pero el oficial Frances á todos respondia. No es ese. Volvieron á citar otros y otros, y volvió, el frances á repetir lo mismo: hasta que apurados los nombres de todos los generales no tuvieron ya los Españoles General alguno que citar. Entonces el oficial Frances les habló en estos ó semejantes términos. Señores, el General mejor que tiene España, y el que al fin ha de salvarla es el General No importa. Este, este es el que á nosotros nos está haciendo las muelas, el que nos aburre, y el que ultimamente ha de dar con nosotros y nuestro Emperador al traves. Ganamos una batalla que creemos decisiva.... No importa, dicen los Españoles, si esa se perdió, otra se ganará. Ocupamos una Provincia.... No importa: otro dia la desocuparán. Dispersamos un exército.... No importa: en tal parte se reúne otro. Tomamos una plaza.... No importa: mañana ó el otro se reconquistará. Hacemos en fin qualquiera genero de progreso…. No importa, y con este No importa nos resisten, nos aniquilan, nos desesperan. Por eso digo que el gran general que ha de salvar la España, es el No importa.
Ucrania parece tenerlo todo en contra. La OTAN no va a intervenir directamente. Enfrente tienen una potencia militar con armamento nuclear, muy superior a sus capacidades, que se ha anexionado ya con éxito parte de su territorio. Lo más que pueden pedir son oraciones, ayuda humanitaria y armas. No otra cosa pedían los requetés en la Cruzada: «Mientras quede un terrón por conquistar, una sola cosa pediremos: fusiles para nuestros voluntarios y frentes donde combatir», escribía en diciembre de 1936 el periodista tradicionalista granadino Fernando de Contreras y Pérez de Herrasti.
El P. Basil Kovpak orando por Ucrania ante el Santísimo Sacramento. |
El ejemplo era siempre el mismo: «Quisiera y pido á Dios que el general No importa presida nuestra empresa», dijo Carlos VII en diciembre de 1872, antes de volver a cruzar la frontera española para ponerse al frente de sus hombres en una guerra que sabía también desigual. «Emblema de nuestra raza» llamaba Vázquez de Mella al General No importa en un memorable artículo de 1905, añadiendo que «el perpetuo NO IMPORTA español (...) nos recuerda el deber de no rendirnos nunca al infortunio y alzar altivos la frente en las horas de las grandes tristezas nacionales, recordando las magnificencias del pasado». Y más recientemente, Rafael Gambra, en otro artículo escrito en 1986 en el Boletín Fal Conde del anterior Círculo Tradicionalista de Granada, sentenciaba, en relación a la actitud que deben seguir actualmente los carlistas: «Nuestros mayores nos dieron el ejemplo y la consigna: NO IMPORTA. Lo que se nos exige no es vencer sino luchar».
Aunque nuestras simpatías están con nuestros hermanos católicos, no consideramos que España deba intervenir militarmente en este conflicto y rezamos para que se restaure pronto una paz justa y duradera. No obstante, constatamos que el General No importa es hoy ucraniano, que se yergue altivo ante el invasor moscovita, y ante ese heroico General, no podemos, como españoles y tradicionalistas, sino quitarnos el sombrero.
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